Quienes por nacionalismo, patriotismo, o por ser más criollos que la arepa, opinan que celebrar Halloween es una alienación, la adopción de un ritual satánico, y rechazan la ocasión por tratarse de una fiesta pagana más gringa que un perro caliente con pura mostaza, deberían considerar que es mucho peor vivir la agonía del infierno venezolano, pues este sí es realmente satánico, tenebroso, terrorífico, al punto que destruye y cobra vidas a diario, haciendo que los venezolanos nos vayamos del país por millones.
Aprovechando la fecha, aquí tienes una selección de cinco historias de terror que vivimos los venezolanos a diario.
Compáralas con las historias de Halloween y seguramente después dejarás que tu hijo se vaya a pedir sus caramelos donde los vecinos, si es que por tu casa todavía se puede andar por ahí.
Porque aquí ya no se dice «cuidado que por ahí espantan» sino «cuidado, que por aquí atracan».
Aunque este thriller debería llamarse «La enfermedad del miedo», en Venezuela se le puso un nombre más adecuado: «El miedo a la enfermedad», porque el miedo a enfermarse es un pensamiento recurrente que despierta a muchos venezolanos en las noches: ¿Qué pasa si me enfermo? ¿Qué pasa si se enferma mi abuela o mi mamá que están mayores?
Esta película es más bien tipo serie donde los episodios más vistos son:
- Se me venció el seguro.
- Sufro de diábetes.
- No tengo ahorros, ni dólares.
- Necesito un tratamiento que no puedo pagar.
- Se me acabaron las medicinas y no las encuentro.
- Me atendió un matasano que al final no supe si era médico.
En algunos episodios vemos a la gente de buen corazón haciendo cadenas para ayudar a otros conseguir medicinas y más recientemente pidiendo dinero en Internet por medio de «crowdfundings».
En otros capítulos vemos a malévolos personajes poseídos por el demonio sacando provecho y especulando con los precios de las medicinas a las que tienen acceso por caminos oscuros.
Por eso el venezolano promedio tiene más miedo a enfermarse de una gripe que a tener la casa llena de fantasmas.
La suma de variantes de la inseguridad siniestra venezolana supera a cualquier película, leyenda o novela de terror. Esta terrible mezcla de historias funestas hacen que la suma de todos los miedos parezca un chiste para los venezolanos que tememos ser atracados, secuestrados, asesinados, heridos…
Los monstruos son también variados: ladrones, secuestradores, atracadores, terroristas, guerrilleros, narcotraficantes, ladrones de niños, hampones de cuello blanco, hampa organizada, hombres araña, lucha entre bandas y pare de contar.
Solo nos falta tener zombies y estamos hechos. Al punto que dicen que a la «Sayona» ya no se le reconoce porque le robaron el sayo, y a la novia de La Guaira le robaron el vestido de novia. El cuento de «El carro de Drácula» de Emilio Lovera bien puede terminar en que le robaron la batería al mismísimo rey de los vampiros en cualquier calle venezolana.
Aquí los muertos ya no salen porque hasta para ellos se hizo válido el consejo de nuestros abuelos: «Mire mijo, déjese de pendejeras de estar creyendo en muertos y téngale miedo a los vivos».
No importa si andas en metro, en autobús, si tienes carro propio o usas bicicleta. Siempre puedes ser víctima de «El transporte maldito».
En esta historia del Halloween venezolano encontramos diferentes víctimas, como el motorizado que trabaja haciendo diligencias para otros con su moto y un choro le roba la moto, o se le daña y no tiene para pagar los repuestos. El señor autobusero que tiene que pelear para que suban el precio del pasaje, o sus pasajeros, que no les alcanza para pagar.
El taxista que tiene el carro parado porque, o no consigue los repuestos o no tiene la plata, y el que usaba taxi y ya no puede pagar el servicio.
También hay diferentes victimarios, como el choro maldito y su lacayo, el parrillero embrujado, el mecánico del terror, que te cobra más de la cuenta, el hueco infinito, donde caes y se te parte el carro en dos… Muchas bestias, demonios y poseídos.
En fin, para el venezolano transportarse es adentrarse en un mundo bizarro y desconocido, donde cualquier cosa puede salir mal sin que existan responsables.
Como en la película El exorcista, donde lo cotidiano se hace tenebroso, en la historia «El triángulo de los anaqueles» (titulada en algunos países como «La comida fantasma») algo tan mundano como el papel higiénico desaparece de los anaqueles.
Ante los atónitos ojos de los compradores, los productos comienzan a desaparecer uno a uno hasta dejar los anaqueles vacíos.
Aunque a veces se hacen poco creíbles algunas escenas por el uso de frases como «no hay pan» en una panadería y «no hay carne» en una carnicería, seguramente debido a un error en el guión, el efecto de la desaparición de la comida está muy bien logrado y en tiempo récord.
Un giro interesante en la trama es la escena en la que algunos productos reaparecen y cuando los felices y desprevenidos compradores van a pagar se encuentran con precios que los hacen gritar de manera espantosa. Aunque se abusa un poco del efecto de estas escenas ya que se repiten a lo largo de la película, garantiza que los espectadores salten en sus sillas y abracen a quien tengan al lado. No botarán las cotufas porque seguro no pudieron comprar cotufas. Están muy caras.
Sin duda una producción seriada que a pesar de tener un bajo presupuesto cuenta con episodios semanales y en algunos lugares de Venezuela hasta diarios.
La trama es sencilla: en cualquier momento el servicio eléctrico es interrumpido dejando a la población sin luz, sin telefonía y sin ascensor… Naturalmente ningún aparato que utilice el servicio eléctrico funciona lo cual permite una variedad de situaciones de suspenso macabro.
Entre las escenas más espantosas está una en la que una señora se alegra cuando llega la luz solo para darse cuenta que se le quemó la nevera.
Esta serie es un «spin-off» de la exitosa película de tres entregas «Los servicios del infierno 1, 2 y 3». Recordemos que estas entregas fueron:
- «Los servicios del infierno 1: El fantasma del agua» que se trata de un país donde el racionamiento de agua es desordenado y eterno.
- «Los servicios del infierno 2: La maldición de Internet» en la que la gente bajo lo que parece un ataque de mal de rabia maldice su servicio de Internet.
- «Los servicios del infierno 3: El gestor» que cuenta las peripecias de una venezolana que se quiere ir del país y tiene que poner todos sus papeles al día. Entre otras cosas es víctima de un gestor que la estafa varias veces a lo largo de la película.
Como puedes ver, aunque en Venezuela tradicionalmente no se celebra Halloween, se viven todos los días en verdadero terror.
Y para aquellos que ya se están quejando por el artículo rezando «por eso es que estamos así, porque todo nos lo agarramos a broma» va esta frase del genial Laureano Márquez:
Cuando el poder solo da risa, el humor es lo más serio que le queda al país.
Dale clic para leer el artículo completo en el sitio web de Laureano.
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