La moda se vuelve normal
Cuando hasta Demna Gvasalia, director creativo de Balenciaga y apóstol del feísmo, decide acercarse a lo convencional es que algo pasa. La tendencia ya venía apuntándose a lo largo de las pasarelas internacionales y, con su desfile, queda confirmada: la corriente es ser corriente. La moda imita la normalidad. Se vuelve más fácil de digerir y entender. Incluso en el caso de la firma capitaneada por Gvasalia, diana de todas las críticas que se esgrimen contra el diseño provocador y que siempre se formulan a través de una misma pregunta: ¿Pero quién puede ponerse eso? Los detractores de Balenciaga utilizaron este argumento cuando la marca lanzó sus zapatos-calcetín -hoy adoptados por Chanel o Versace-; tras presentar sus americanas de hombros frankenstinianos y sus plumíferos descomunales -que en una temporada ya habían sido replicados por todas las cadenas low cost-; y también al apostar por las zapatillas deportivas de plataforma que, con un precio que supera los 700 euros, se han convertido en un best seller…
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