En Waitomo, Nueva Zelanda, existe un lugar increíble. Una cueva caliza llena de luces brillantes con un origen inesperado: larvas que gracias a la fosforescencia dan un aspecto muy especial.
Se observó por primera vez en Waitomo, en una mina de oro en la región de Thames, dándosele el nombre de Bolitiphila luminosa. En la actualidad, el nombre de las larvas es Arachnocampa luminosa.
Es una larva de una mosca conocida como titiwai entre los maoríes (que proyecta sobre el agua) o mosquito del hongo en español.
Las larvas de este mosquito son carnívoras y emplean la bioluminiscencia para atraer a las presas a sus nidos. Los huevos son depositados directamente sobre las paredes de la cueva. Cuando nacen, empiezan inmediatamente a brillar. La larva es cilíndrica y suele medir al eclosionar entre 3 y 5 milímetros de largo. Durante su etapa larvaria alcanza entre 3 y 4 centímetros en varios meses.
Se mueven por la superficie de la cueva antes de encontrar la zona ideal para construir su capullo de seda. La mayor parte de las larvas, emergen durante la primavera.
Fabrican un nido de seda en el techo de la cueva y deja colgando 30 hilos de seda que contienen pequeñas gotitas pegajosas. Cuando la presa queda atrapada, la larva la ingiere viva.
Después de cinco estadios larvales, la larva quedará suspendida sobre un hilo largo y se mantendrá durante 24 horas. La fase pupal dura aproximadamente dos semanas, durante este tiempo la pupa sigue brillando, aunque los machos finalmente pierden su brillo.
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