La hafefobia (también conocida como afefobia, hafofobia, hapnofobia) es una fobia específica rara que involucra el miedo de tocar o de ser tocado.
Las fobias son trastornos de ansiedad, lo cual significa que causan un gran malestar a la personas que las sufren, que sienten síntomas ansiosos cuando se encuentran frente al estímulo fóbico o se lo imaginan.
En este sentido, una de las fobias más complejas es la hafefobia, que es el miedo irracional a ser tocado. Por suerte, las fobias pueden ser tratadas y el paciente puede superar este trastorno, y esta no es una excepción.
Es una exageración aguda de las tendencias normales para proteger el espacio personal, expresado como un miedo de contaminación o invasión, y extendiéndose incluso a gente a quien el sujeto conoce.
Algunas personas nacen con hafefobia, mientras otras pueden desarrollarla, predominantemente después de una mala experiencia. Más raro aún, es causada por una reacción extrema a su entorno.
A veces, el miedo es específicamente restringido, o predominantemente, a ser tocado por personas del opuesto o mismo sexo. Esto es frecuentemente asociado con un miedo de abuso sexual.
¿Qué es la hafefobia?
La hafefobia es un trastorno fóbico específico (a diferencia de la agorafobia o la fobia social) que provoca gran sufrimiento en la persona que lo padece.
Es un miedo irracional de gran intensidad que se manifiesta cuando el individuo que sufre la fobia entra en contacto físico con otras personas y es tocada. Produce una serie de respuestas tanto cognitivas, fisiológicas o conductuales, entre las que destacan la ansiedad extrema y el intento de evitar el estímulo temido para reducir la sensación displacentera.
Los hafefóbicos sufren serios problemas sociales, puesto que temen la interacción con otros individuos por si pueden entrar en contacto con ellos. Por tanto, un simple saludo o abrazar a sus propios padres o cónyuges se convierte en una situación que produce sentimientos intensos de miedo. Estos sujetos pueden evitar situaciones en las que pueden entrar en contacto con otros, incluso conocidos.
Causas de las fobias
La parte más ancestral del cerebro es donde generalmente suelen tener su origen las fobias. Lo que ha funcionado tan bien durante siglos para preservar la existencia de los individuos, a veces produce en la actualidad este tipo de trastornos.
Las fobias no responden a argumentos lógicos. El sujeto siente como si estuviera ante un peligro real cuando se apodera de él la reacción de alerta. Las fobias se desarrollan gracias a un tipo de aprendizaje denominado condicionamiento clásico.
El hallazgo de tal situación corresponde al fisiólogo ruso Iván Pávlov, quien lo descubrió empleando perros en sus experimentos. Queriendo medir inicialmente la salivación de los canes cuando les daba comida, descubrió que su sola presencia causaba dicha reacción: los animales habían aprendido a que cuando el científico aparecía eso significaba que iban a recibir el alimento.
El condicionamiento clásico produce una asociación entre un estímulo que desata una respuesta refleja y otro que no, aunque el final éste último genera la misma respuesta que el otro estímulo al que se asocia.
Luego de Pávlov el científico estadounidense John B. Watson, probando que el condicionamiento clásico también se producía en humanos, logró que un niño aprendiese una fobia a una rata que antes no perturbaba al infante.
Esto quiere decir que las fobias se aprenden por condicionamiento clásico toda vez que la persona sufre un evento traumático significativo.
En el caso de la hafefobia el condicionamiento vicario puede ser la causa de dicha patología. Este se refiere al aprendizaje por observación. Podemos poner como ejemplo el miedo irracional que causaría haber visto una película en la cual el protagonista se contamina por haber entrado en contacto con la piel de otros. Eso produce un miedo irracional y unas creencias poco realistas.
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