Los presidentes republicanos de Estados Unidos nunca se desvían de su objetivo, trazan nuevas estrategias pero jamás abandonan el propósito de aniquilar al enemigo.
En este tiempo le ha tocado a Donald Trump disparar, recordar como ejemplo el más reciente en Irán, al ordenar el ataque fulminante contra Qasem Soleimani, jefe de la Fuerza Quds.
Ahora Trump tiene en la mira a Venezuela y el ex Comisario Iván Simonovis puso el dedo en la llaga cuando le apuntó a Trump, en consulta privada, que en Venezuela hay unos Soleimani, dos de los cuales mencionó, Diosdado Cabello y Tarek El Aisami.
Sabe también Trump que Maduro es un títere y la jugada que tiene con él será fácil, si nos ponemos a comparar entre el difunto general iraní, por cierto muerto en un ataque aéreo.
Pero no hay que desviar la atención en asuntos superfluos, como los que pregonan en las redes sociales sobre la eliminación de políticos venezolanos que rodean a Juan Guaidó, esos también serán colocados en el redil. Lo que no se debe olvidar es que Guaidó es el nuevo pupilo de Trump, un joven enquistado en los ojos del mundo por el espaldarazo del máximo jefe de la primera potencia mundial. Un hecho nunca visto, como se ha calificado.
Los episodios que vendrán más adelante no dejará ni desperdicios, conociendo la hechura del director de la trama, fulminó a Soleimani y llevarlo a cabo le valió un episodio de al menos 72 horas.
En Venezuela, los enanos mentales están buscando piedritas en el río, cuando analógicamente Trump, tiene un submarino surcando las profundidades del Caribe. El asunto hay que verlo con criterio de histórica y espectacular producción cinematográfica. Al estilo gringo, sin otro miramiento.