El equipo de científicos examinó los restos de un cadáver encontrado en la década de 1960, enterrado dentro de una capa de cenizas volcánicas del Vesubio
Cuando el monte Vesubio desató su furia en el año 79 d. C., Herculano solo era una de las tantas ciudades que habían quedado cubiertas de cenizas y destrozadas por avalanchas volcánicas. Hoy, a tres siglos de las primeras excavaciones, los expertos siguen sin poder afirmar con certeza la causa de muerte de las víctimas de esta antigua gran metrópolis.
Además del colapso de los edificios, los escombros voladores y las estampidas de los habitantes en pleno caos, varios estudios han citado como causas la inhalación de cenizas y gases volcánicos, un repentino choque térmico e incluso la vaporización de los tejidos blandos del cuerpo.
Y ahora, dos nuevos estudios dan otro giro a esta historia.
Uno de ellos propone que la causa de muerte de los que se refugiaron en fornici (construcciones de piedra para guardar los botes), no fue la carbonización o vaporización, sino que murieron “horneados”, como si hubiesen quedado dentro de un horno de piedra. El segundo revela que se encontró a una víctima en otra parte de la ciudad cuyo cerebro parece haberse fundido para luego convertirse en vidrio, como por arte de magia.
Aun si estas dos versiones de transfiguración biológica se verificaran con futuras investigaciones, no se podría afirmar cómo murieron estas personas. Todo lo que se puede decir es que esto quizá fue lo que sucedió en el momento en que murieron.
Con la escasez de evidencia, «probablemente nunca sepamos la verdad definitiva», comenta Elżbieta Jaskulska, una osteoarqueóloga de la Universidad de Varsovia, que no participó en ninguno de los estudios. Pero vale la pena esforzarse por resolver este rompecabezas, y no solo porque completa los capítulos que faltan de una historia única.
«Los desastres volcánicos no son solo cosa del pasado», dice Janine Krippner, del Programa Global de Vulcanismo de la Institución Smithsonian, que no participó en el trabajo.
Muchos volcanes en todo el mundo son capaces de producir explosiones similares a las efectuadas por el Vesubio, lo que significa que la historia seguirá repitiéndose. Es importante comprender cómo esas avalanchas volcánicas han afectado a las personas en el pasado para que en el futuro los socorristas puedan estar mejor preparados a la hora de tratar las heridas de aquellos que han logrado sobrevivir a un volcán.
Impresionante, ¿pero cierto?
En aquel día de verano en el año 79 d. C., las avalanchas volcánicas de cenizas calientes y gas, que avanzaban a unos 80 km por hora, eran sin duda la característica más dramática del Vesubio. Suelen denominarse flujos piroclásticos, pero las versiones más gaseosas que inundaron Herculano se denominan oleadas piroclásticas.
Durante mucho tiempo se pensó que un número de las víctimas de la erupción murieron asfixiados por las cenizas y los gases tóxicos. En una serie de estudios realizados en las últimas dos décadas, Pier Paolo Petrone, paleobiólogo del Hospital Universitario Federico II en Nápoles, sugirió que las altas temperaturas de las avalanchas provocaron la destrucción repentina de los órganos internos, una muerte causada por un extremo choque térmico.
En 2018, Petrone y sus colegas descubrieron compuestos rojizos y ricos en hierro en los huesos agrietados de varias víctimas de Herculano. Según informaron, esto se debía a la destrucción de los glóbulos rojos cuando esas oleadas abrasadoras vaporizaron los tejidos blandos de las víctimas, como sus músculos, tendones, nervios y grasa. El líquido hirviente en el cerebro también habría aumentado la presión y causado la explosión de los cráneos. Estas premisas recibieron fuertes críticas de algunos expertos, quienes indicaron que los cuerpos carbonizados a temperaturas mucho más altas no experimentan vaporización.
Este debate sigue sin resolverse, y un nuevo estudio de Petrone y colegas, publicado esta semana en el New England Journal of Medicine, solo agrega más leña al fuego.
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