“El hambre que están viviendo los venezolanos es muy fuerte, allá se están muriendo de hambre. Yo antes jugaba fútbol profesional en Venezuela y ahora estoy como un mendigo pidiendo plata para poder comer, pero aún así estoy mucho mejor que allá”, afirma Christian Rodelo Ruíz, en una calle de la ciudad de Cochabamba, enBolivia.
Hace tiempo la crisis lo obligó a decidir entre la ovación de la multitud desde las graderías de un estadio o salir de Venezuela para procurar mejores ingresos que le permitieran ayudar a su familia.
Christian llegó a Cochabamba hace tres meses junto a su esposa Erika Aguilar y su pequeño hijo de seis años. La cuarentena por el COVID-19 los obligó a quedarse y aunque no tienen estabilidad sienten que están mucho mejor que en su país.
“Aquí por lo menos se puede comer un pan. Allá en Venezuela no se puede comer ni un pan, hay niños y gente adulta que no tienen nada para comer”, insistió.
Bolivia en los últimos años pasó de ser un país de tránsito a un país de destino, y quienes llegan lo hacen en condiciones de vulnerabilidad, aseguró la Organización de los Estados Americanos, OEA, en informe sobre la región.
“Decidimos venir a Bolivia (…) Nos gusta estar aquí, nos han tratado muy bien y nos han atendido muy bien, nos han dado la mano, la gente es muy buena”, afirmó.
Gran parte de los venezolanos en Bolivia se ganaba vendiendo arepas, pero la crisis por el coronavirus ha hecho imposible esta actividad. Aún así l que hagan da para subsistir. Mientras esperan para regularizar el estatus migratorio, esta familia va por su meta: “Queremos trabajar, nosotros no somos mendigos, no queremos esta vida, pero la necesidad nos tocó. Somos gente luchadora».
El informe de la OEA indica que Bolivia ha recibido a cerca de 10.000 migrantes y refugiados venezolanos hasta la fecha, pero su presencia pasó inadvertida por una década y media por motivos políticos.
Con información de VOA