El Atlético acaba lo que empieza el Betis

Los Atlético-Betis de los últimos años son partidos que casi siempre inicia mejor el Betis y que casi siempre acaba mejor el Atlético. 

Uno los juega y otro los gana.

Uno va de más a menos, otro de menos a más. Y tanto da el Metropolitano que el Villamarín, más allá de que se produzcan las lógicas excepciones. Es el heliopolitano uno de esos banquillos en los que Simeone ha visto ya demasiadas caras, casi todas sonrientes antes, casi todas cariacontecidas después.

Bueno, ésas ya no las ve, porque él sale escopetado a la que concluye la función. Que enseguida habrá otra, tal día como el martes.

La presión visitante era una trampa para la escuadra del Cholo; la local, una broma para la de Pellegrini. Entre que la quitaba fácil y que era difícil que se la quitaran, la pelota fue verdiblanca hasta extremos abusivos durante la primera mitad. A Fekir, por ejemplo, no se la limpiaban ni llamando a los guardias. Ese dominio, todo hay que escribirlo, tenía más de aparente que de efectivo: el partido se jugaba en las inmediaciones del área rojiblanca, pero las ocasiones como tales se limitaban a un cabezazo de Carvalho y a un zurdazo lejano del francés, ambas con respuesta de Oblak. No había quien concretara, y eso se suele lamentar.

El caso es que el Atlético también tuvo un par ahí: una acción en la que anduvo listo Correa y un fallo del citado Carvalho permitieron sendos disparos desviados de Luis Suárez, que en el segundo de esos lances arrancó en carrera con mucha más ventaja de la que tenía cuando se apresuró en la resolución: que los centrales se arrimaran así parecía decir bastante sobre su estado físico actual… aunque después pasó lo que pasó. Que marcó justo al final. Ya llegaremos. Por lo demás Trippier sufría ante Tello, hasta sotana se llevó; por lo demás Hermoso volvía a moverse fuera de sitio; por lo demás Torreira y Lemar extraviaban demasiadas pelotas… por lo demás apenas la electricidad de Llorente dejaba ya una nota positiva desde la perspectiva de su tropa.

Mateu tenía uno de esos partidos en los que parece haber apostado consigo mismo respecto al tiempo que tardará en sacar una tarjeta. La primera fue para Suárez al borde del descanso ya, decisión la del colegiado que permite dos lecturas.

La primera, que la sacó antes por protestar que por el jarabe de palo que habían recetado otros, Felipe en un lado y Montoya en el otro por ejemplo. La segunda, que al punta le mostrarán a partir de ahora con cierta facilidad las cartulinas que tanto le habían negado antes. Que el del silbato no prolongara el primer acto fue buena noticia para el Atlético, las cosas como son.

vía MARCA

¿Qué opinas?