El primero de enero armaron un motín los presos del Centro de Formación para el Hombre Nuevo “El Libertador”. La intención era reclamar por la mala alimentación. Pero a dos semanas de estos hechos, los familiares informaron al Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) que la situación para los privados de libertad sigue igual
“De nada sirvió la protesta protagonizada por nuestros muchachos”; expresó María, madre de uno de los privados de libertad que se alzaron.
El motín resultó peor para los manifestantes; quienes no fueron trasladados, ahora están recluidos en la celda de castigo o reflexión, como la llaman allí, donde apenas reciben agua.
Madres, esposas, hermanas e hijas de los más de mil hombres que están recluidos en este centro se dirigen a la ministra de Servicios Penitenciarios, Mirelys Contreras; solicitan que ponga manos en el asunto. Consideran que la desnutrición se ha convertido en la sentencia de muerte de sus seres queridos.
“Nuestras peticiones siguen siendo las mismas que manifestaron los presos durante las horas que duró el motín del primer día del año. Lo que queremos es que se respeten sus derechos humanos y les den comida; ya que no dejan que nosotros se las llevemos”, señaló María, quien teme por la vida de su hijo.
Estar preso en Venezuela representa casi una sentencia de muerte. De los tres platos de comida que deberían recibir diariamente, apenas consumen un vaso de agua con arroz o bollo cocido, sin sal y sin azúcar.
La única comida que les dan casi siempre la reciben después de las 10 de la noche o en la madrugada, señalaron.
Presos castigados a palo
María relató que a los presos que se subieron a la azotea en protesta por la falta de alimentación, recibieron palazos y batazos. Mientras que a algunos de los que no fueron trasladados los metieron en la celda de “reflexión”, donde no reciben nada de comida y las condiciones de insalubridad son inhumanas.
Luego del motín, más de 200 presos fueron trasladados a otros centros en los estados Táchira, Mérida, Lara, Miranda e incluso a un grupo lo pasaron al penal abierto de Tocuyito.
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Los familiares aseguraron que la corrupción es la que ha originado el problema de la comida. Los funcionarios que laboran en el penal, junto con los rancheros –presos que cocinan-, presuntamente negocian la comida que llega para los privados de libertad, o se las llevan en morrales y bolsos.
Por ello piden a la Ministra que envíe a unos fiscales u observadores, para que de incógnitos se aposten en las puertas del penal, y constaten cómo los custodios sacan pollos, harina, arroz y otros alimentos.
Redacción Curadas / Con información del OVP
Se sabe que están presos porque cometieron un delito, pero eso no da derecho a dejarlos morir de hambre, porque cuántos de ellos no serán inocentes, y el estado debe de garantizar su alimentación, como era cuando Venezuela se vivía en democracia.