La ciudad de Nüwa destaca por su arquitectura futurista. Habitáculos excavados en un acantilado. Y enormes cúpulas de cristal que protejan a los habitantes del hostil clima marciano
En las viviendas creadas por Abiboo Studio para la ciudad marciana de Nüwa predomina la línea curva y la vegetación en espacios siempre cerrados, que permiten ver el exterior.

El cambio de casa y de lugar de residencia habitualmente lleva consigo un cierto «volver a empezar». Pero si la mudanza es al planeta Marte, el reinicio vital y el recambio de piel arquitectónica resultan radicales. Los interiores de las viviendas en el planeta rojo se perfilan sin aristas, con techos curvos y abovedados, mientras las formas ortogonales toman un papel secundario. A la vez, la vegetación en todas las estancias gana presencia ejerciendo, sobre todo, un vínculo emocional con la Tierra, en un paisaje marciano árido y frio.
“La geometría en los espacios interiores en Marte no es fruto de motivos estéticos. Las curvas permiten reducir la energía necesaria para construir allí –explica el arquitecto Alfredo Muñoz al frente de Abiboo Studio, que ha liderado el proyecto arquitectónico de la ciudad de Nüwa en ese planeta–. Son lo más eficiente para la absorción de esfuerzos de la gravedad y de la presión desde el interior. Y ofrecen la mejor solución para crear túneles”.
Las viviendas y equipamientos se acoplan en grandes túneles interconectados excavados en la tierra, en el seno de un acantilado
Los terrícolas que se afinquen en Marte deberán vivir siempre a cubierto. Una vuelta a la cueva, ahora con tecnología punta. Pues la atmósfera marciana no protege de la radiación, que sería mortal. Por eso, los conjuntos de viviendas y los equipamientos se acoplan en grandes túneles interconectados excavados en la tierra, que el proyecto sitúa en el seno de un acantilado. Estas viviendas soterradas, explica Muñoz, responden también a que la diferencia de presión entre el interior de los edificios y el exterior haría que estos explotaran. Marte, además, presenta variaciones extremas de temperaturas, que implicarían una gran cantidad de energía para mantener el confort interior.

Enormes ojos de buey de 10 y 20 m de diámetro perfilan las ventanas de la casa marciana. Y grandes anillos con espejos reflectores introducen de manera indirecta la luz en las viviendas, mientras que los cerramientos de polímeros sustituyen al inviable vidrio en el exterior. El metal es uno de los materiales de construcción principales. Pues en el planeta rojo es factible crear de forma económica derivados del hierro, a partir del CO2 de la atmósfera, que da carbono, en combinación con el hidrógeno procedente del agua que existe allí. Por su parte, los textiles empleados en las casas procederán de sintéticos orgánicos. Y es que la arquitectura ideada para habitar en Marte, según señala Alfredo Muñoz, deberá regirse por estrictos criterios de sostenibilidad, eficiencia, autosuficiencia y escalabilidad. Con el sol como la principal fuente de energía de la vivienda.
Para gozar de una casa confortable hay aspectos poco visibles pero fundamentales, como son las instalaciones de agua, electricidad y climatización. En Marte se suma a la cuenta de imprescindibles, el suministro de oxígeno. La producción se hará en “granjas” específicas, pues la vegetación del interior de las viviendas no será suficiente. “Tratamos que los futuros marcianos –apunta Muñoz– estén rodeados de vida, es decir, de naturaleza. Creemos que es fundamental para el bienestar de la población”.

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