No hay dudas. Los prófugos Iván Márquez, Jesús Santrich, el Paisa y Romaña, quienes abandonaron el acuerdo de La Habana firmado entre las Farc y el Gobierno de Juan Manuel Santos, se esconden en Venezuela.
El Gobierno colombiano tiene información exacta de sus movimientos y de los campamentos donde se ubican estos disidentes, y desde donde operan rutas del narcotráfico y planean acciones terroristas contra el país. Bogotá y Medellín forman parte de los blancos asignados al Paisa.
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Las alarmas están encendidas, y Estados Unidos colabora con las investigaciones. La orden de Márquez pretende arremeter contra la “oligarquía excluyente y corrupta”, tal como lo dijo en agosto de 2019. En total son 36 estructuras conformadas por 4.927 hombres armados, según las cuentas de inteligencia hasta junio de 2020, lo cual sugiere que a la fecha son más. El dato es sorprendente, pues esa cifra puede ser casi la mitad del total de guerrilleros desmovilizados en el acuerdo de paz con las Farc. De todos los disidentes, Márquez cuenta con 861 integrantes en sus propias filas, agrupados en tres estructuras, una subestructura y diez comisiones. Gentil Duarte controla el resto de unidades disidentes. Se dedican al narcotráfico, a la minería ilegal y al robo de ganado en Colombia para venderlo en Venezuela.
Con todo esto que está pasando y la comunidad internacional, puro habladora de paja.