«Se les informa a los Sres. usuarios que motivado a trabajos de mantenimiento en la vía férrea, los trenes presentan un fuerte retraso en este momento».
El mensaje por los parlantes de las estaciones del Metro de Caracas, al menos, en lo correspondiente a la línea 1, constituía como un irónico «buenos días» para iniciar jornada. Y lo que era esta, en particular, arrancaba con el pie izquierdo.
Como usuario del sistema masivo de transporte advertí, de inmediato, que llegaría tarde al trabajo.
«Sugerimos tomar las previsiones del caso y estar atentos a nuevos anuncios».
Aquello no podía significar otra cosa que la obligación de aguardar con suma paciencia el próximo convoy o emplear la alternativa de unidades autobuseras (claro, esto era válido solo para quienes portaran papel moneda).
Por lo repetido la indicación se convirtió en una cantilena, mientras los andenes se copaban más y más de gente en medio de un mar de papelillo, esparcido en la víspera por los idólatras del rey Momo.
¿Y es que el asueto carnestolendo no había sido tiempo suficiente para corregir cualquier anomalía? ¿O se trataba de una contingencia de última hora?
Cuando finalmente arribaron los trenes se le dijo a los pasajeros que la dirección había sido modificada como medida de emergencia: el convoy que iba hacia Propatria enfilaría a Palo Verde y viceversa.
Sí, también podemos pensar en el metro cuando entonamos aquella pegajosa canción que dice «la vida es un carnaval».
Redacción: Pedro Beomon.
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