Las autoridades de Rio de Janeiro anunció este viernes el cierre de las playas por el fin de semana, en un intento de frenar la propagación del COVID-19, que está fuera de control en todo Brasil.
Brasil atraviesa el peor momento de la pandemia. Los hospitales de varios estados colapsados y la campaña de vacunación aún es incipiente.
El promedio de muertos diarios en siete días se duplicó en el último mes, pasado de 1.039 el 19 de febrero a 2.087 el jueves, en este país de 212 millones de habitantes. Los balances arrojan más de 287.000 muertos y casi 12 millones de contagios, superados solo por EE.UU.
De los 27 estados brasileños, 25 tienen una ocupación igual o superior al 80% en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI).
La tasa de ocupación de camas de UCI en Rio es de 95%, según las autoridades. La capital turística del país tenía el jueves 620 pacientes internados en centros de terapia intensiva de la red pública, un récord desde que fue detectada la enfermedad en el país en febrero de 2020.
La situación es «muy crítica», resumió el alcalde de Rio, Eduardo Paes.
A partir del sábado, estará prohibido permanecer en la playa para hacer deporte, tomar sol y cualquier actividad comercial. También se prohibirá el ingreso de buses turísticos a la ciudad.
«Hago un llamado a los cariocas: es el momento de quedarse en casa», imploró el edil, quien adelantó que el lunes anunciará «medidas más restrictivas».
Las autoridades ya habían prohibido el 5 de marzo el funcionamiento de bares y comercios después de las 21H00 horas y la permanencia de personas en la calle entre las 23H00 y las 05H00 horas.
Sao Paulo, la capital económica y financiera del país, anticipó una serie de feriados para reducir la circulación y exhortó a evitar viajes hacia las ciudades costeras.
Las medidas adoptadas en orden disperso por gobernadores y alcaldes no han sido suficientes para controlar la segunda ola de la pandemia ni para convencer al presidente Jair Bolsonaro de la necesidad de medidas de aislamiento social.
Con información de AFP.