Anna Vaccarella: «Lo mío fue un renacer, literalmente»

Anna Vaccarella soñaba con ser médico. De niña, pedía que le regalaran instrumentos médicos de juguete para jugar a la doctora. Pero siendo aún muy joven supo también que es capaz de desmayarse con solo ver sangre, y asumió que jamás podría ser discípula de Hipócrates. Entonces, nunca imaginó que un día tendría que entregarse a la medicina pero para enfrentar un cáncer que le hizo temer lo peor. Un hecho que cambió por completo la vida de esta conocida periodista que alcanzó la fama a los 23 años, cuando comenzó a conducir Alerta, uno de los programas periodísticos de mayor audiencia de la televisión venezolana por sus denuncias sobre los problemas sociales del país.

El 31 de julio de 2015, cuando le faltaba un mes exacto para los 47 años, que cumpliría el 31 de agosto, Anna Vaccarella informó a la opinión pública que, tras una histerectomía, la biopsia había revelado que padecía de linfoma no Hodgkin, un tipo de cáncer que ataca las células linfáticas y la médula ósea. En la Semana Santa de 2016 se sometió a un trasplante de médula ósea en Nueva York, Estados Unidos, y gracias a los avances médicos y a su gran fe en Dios hoy está completamente sana y celebrando la vida al lado de sus hijas, las morochas Isabella y Sofía.

«La felicidad para mí es estar viva”, aseguró a Curadas la “nueva”, Anna Vaccarella, la Anna Vaccarella “renacida”, como ha titulado las conferencias motivacionales que ahora dicta por todo el país con el propósito de llevar a otros el mensaje de que “sí se puede” salir adelante por muy difícil que sea la adversidad»

«En el nombre de Dios, estoy sana. Debo ir a Nueva York una vez al año a chequearme. El año pasado no lo pude hacer por la pandemia del coronavirus, aspiro poder hacerlo este año. De resto, debo tomar algunos medicamentos, pero algo mínimo. Una persona trasplantada debe tomar de por vida antirretrovirales para que su cuerpo no rechace el órgano trasplantado. Pero en mi caso, afortunadamente, el trasplante fue de mi misma médula, entonces no hay posibilidad de rechazo. Lo mío fe un renacer, literalmente. De hecho, el primer año después del trasplante fue ultrasuperrecontradelicado. Tuve que usar tapabocas durante dos años. Mi sistema inmunológico era el de un bebé recién nacido prematuro. ¡Lo mío fue un renacer, literalmente!»

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