Nicolás Maduro y la oposición liderada por Juan Guaidó definen en estos momentos las condiciones del proceso de diálogo que podría derivar en acuerdos concretos como un cronograma electoral amplio y el levantamiento de sanciones de Estados Unidos.
Esta fase de denomina de «péndulo» y la lleva a cabo la delegación de Noruega que desde la semana pasada se encuentra en Venezuela.
Se trata de un momento del diálogo donde los facilitadores, como Noruega, conversan con cada una de las partes para hallar una fórmula consensuada del “modo, tiempo y lugar” del proceso.
Es decir, pasa por concretar cómo, cuándo y dónde se discutirá formalmente una agenda de conversaciones entre las partes, explica Giorgio Cellini, abogado de la Universidad Católica Andrés Bello, en entrevista con la Voz de América.,
“La fase pendular es la definición de las condiciones para que se pueda dar el proceso de diálogo. Básicamente, son las conversaciones preliminares”, indica.
Precisa que esa etapa también involucra la definición de los actores involucrados en el diálogo, es decir, quiénes serán los delegados de Maduro y de Guaidó.
En particular, se perfila dónde se llevarían a cabo esas negociaciones. La semana pasada, Guaidó adelantó que México y Noruega podrían ser la sede de las conversaciones.
Cellini destaca que parece haber consenso en la fase preliminar en cuanto a México como nicho del diálogo debido a la buena reputación de su diplomacia, sin importar la inclinación del presidente de izquierda Andrés López Obrador.
“A pesar de que el gobierno mexicano tiene una ideología afín al gobierno venezolano, la verdad es que la diplomacia mexicana es bastante estándar y equilibrada. La oposición tiene comunicación fluida y permanente con México, que tiene una tradición diplomática muy fuerte y estable”, señala.
Por su parte, el politólogo Ricardo Ríos, presidente de la firma Poder y Estrategia, reivindica la fase pendular de un proceso de diálogo con semejante a “polarización y crispación” entre las partes involucradas, como el venezolano.
Ríos expone que el momento pendular de las negociaciones políticas involucra “cierta lentitud”, ya que no existe una discusión directa y abierta entre los decisores, sino más bien entre los emisarios.
El “péndulo” de los facilitadores se detiene cuando hay un encuentro o en “un punto muerto” de la fase inicial, dice.
“Una de las complejidades del proceso venezolano es que Guaidó y Maduro son unas de las partes visibles, pero cada uno tiene detrás una serie de presiones y negociaciones que hacen que realmente no sea una negociación entre dos, sino que cada uno se fragmenta y eso requiere una negociación a lo interno de cada uno de los grupos”, advierte.
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Desencuentros y obstáculos
«El gran obstáculo para la viabilidad de un proceso exitoso de negociación en Venezuela es Nicolás Maduro. En el pasado ha seguido el guion de ganar tiempo, dividir en la oposición y ceder en cosas muy accesorias», expone el politólogo Enderson Sequera.
Otro punto de desencuentro es la modalidad. Maduro propone un diálogo televisado, mientras Guaidó se resiste a una “diplomacia de micrófonos”.
Ríos explica que hay tres alternativas: “un diálogo show”, público; otro más privado, como el ocurrido en 2017 en República Dominicana; y un tercero, el más temido, donde hay un punto muerto y las comunicaciones se rompen temporal o definitivamente.
“Son tres posiciones puras, pero puede haber una mezcla entre ellas. Puede haber un primer diálogo show que después derive en unos diálogos no públicos, secretos, que son comunes en este tipo de situaciones”, comenta.
La agenda
Cellini, por su lado, remarca que se definirá la agenda a discutir en las negociaciones una vez que se definan el espacio, tiempo y lugar del diálogo.
Las principales exigencias de Guaidó son la concreción de un cronograma electoral “limpio y transparente”, que incluya presidenciales y parlamentarias, y la priorización de la ayuda humanitaria en Venezuela.
Maduro ha demandado pública y reiteradamente que las negociaciones supongan la discusión sobre el retiro de las sanciones internacionales, el reconocimiento de los poderes públicos que presidente y la devolución de cuentas y activos del Estado venezolano congelados en el extranjero.
Cellini destaca que cada bloque político lleva a la fase pendular “elementos maximalistas” entre sus peticiones, conscientes de que tendrán que ceder.
“Son posiciones antagónicas que parecen que son irreconciliables, pero justamente el diálogo y la negociación están para llegar a un punto medio. Una negociación no implica renunciar a valores, principios e incluso a ideales, pero hay que ir con la convicción de que se va a tener que ceder”, manifiesta.
Maduro y sus opositores están actualmente en el epicentro de las definiciones de “las reglas del juego”, dice. “Se definen las disposiciones que tienen que ser respetadas: los límites, los garantes, los modos. Se pasa luego a la carpintería, que es el trabajo más complejo, el que busca llegar a acuerdos”, concluye.
Janet Yucra