Esta es la historia de Marco Amoretti y Marcolino de Cambia. Dos italianos que en 1999 decidieron lanzarse a la aventura y cruzar el Atlántico en coche
La historia que estamos a punto de contar puede parecer sacada de una película, o quizás formar parte de las numerosas fake news que tanto abundan en nuestros días, sin embargo, es completamente verídica y demuestra que con esfuerzo y mucha perseverancia hay veces en las que se consiguen hazañas extraordinarias. El mejor ejemplo lo tenemos con estos cuatro jóvenes aventureros a los que no se les ocurrió otra cosa mejor que cruzar el Océano Atlántico desde Europa hacia América a bordo de ¡dos automóviles!, aprovechando la corriente de las islas Canarias.

Giorgio Amoretti, el padre de Marco, fue el ideador de la aventura. En 1978 intentó cruzar el Atlántico a bordo de un Volkswagen Escarabajo relleno de poliestireno extruido bautizado como Automare, pero las autoridades españolas evitaron que pudiera hacerse a la mar. 21 años después, retomó la idea, pero tras ser diagnosticado con un cáncer terminal tuvo que pasar el testigo a sus tres hijos y a su amigo Marcolino.

Impulsados por las corrientes y el viento
Todo comenzó un 4 de mayo de 1999 desde la isla de Palma, lugar desde el que partieron Fabio, Mauro, Marco Amoretti y Marco De Candia junto a un Ford Taunus y un Volkswagen Passat, convenientemente acondicionados para afrontar los más de 5.000 kilómetros que los separaban de su objetivo: Florida. Evitando a la Guardia Civil, pusieron los vehículos a flote y los unieron con cuerdas, a la vez que sujetaban un bote salvavidas al techo de cada coche.

A los diez días de partir, Fabio y Mauro tiraron la toalla debido a los fuertes mareos que sufrían. El 25 de mayo los dos aventureros restantes perdieron todo contacto con tierra firme al averiarse su teléfono vía satélite INMARSAT. Aunque recobraron el contacto al recuperar el teléfono su operatividad el 5 de julio, desde su hogar decidieron no darle la noticia a Marco de que su padre Giorgio había fallecido el 28 de mayo para evitar que se derrumbara y abandonara el viaje.

119 días después de su partida, el 31 de agosto, los dos jóvenes alcanzaban la isla francesa de Martinica tras recorrer casi 4.700 kilómetros en sus especiales embarcaciones, en donde los recibieron entre los aplausos de una decena de curiosos que se habían congregado para verlos llegar, cumpliendo el sueño del padre de Marco, Giorgio Amoretti de cruzar el Atlántico en automóvil.
Cualquiera pensaría que una aventura como esta no puede ser calificada como locura, pero eso no les importó a nuestros protagonistas, que supieron sobreponerse a las numerosas adversidades que encontraron a su paso y a unas aguas ciertamente peligrosas.
Tomado de CARANDDRIVER
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