Durante muchos años la región mirandina de Barlovento fue un paraíso vacacional en Venezuela. Sol, playa, casas de veraneo y la naturaleza propia de las costas del Caribe. La gente acudía frecuentemente para disfrutar de momentos de esparcimiento y buscar un clima y ambiente agradables. Hasta que el hampa cambió a Barlovento.
«Venir para acá era relajarte, desestresarte del caos en Caracas, de todas esas cuestiones», constituía una frase común entre quienes tenían como hábito tomar la carretera para dirigirse a ese paradisiaco paraje cercano a la capital.
El hampa cambió todo en Barlovento
Eso hasta que el hampa cambió todo en Barlovento. Hace cerca de una década, Barlovento se fue convirtiendo en una especie de refugio para las bandas criminales. Se transformó en uno de los llamados cuadrantes de paz como parte de unas conversaciones del gobierno para frenar la violencia, además de impulsar el desarme y la reinserción social de los que estaban al margen de la ley. Pero esa paz no prosperó.
«Cinco veces nos han robado aquí. Nunca nos imaginamos eso. De esas cinco veces una estando con unos sobrinos. Mi familia optó por no venir más por la inseguridad que hay. Ya por último no se metían en las casas sino que nos esperaban en la parte de afuera. A mi esposa la agarraron con un machete por el cuello y la amenazaron para que fuera a abrirles. Incluso, dejamos el candado abierto. Nos robaron la ropa de ella, mi ropa, la comida», dice Fernando, uno de los pocos que aún no se ha marchado, que han sido reacios a abandonar su casa.
Casas abandonadas por la inseguridad
La inseguridad, unida a la larga crisis económica, hizo que muchos escaparan para siempre de sus travesías para Barlovento. Fernando asegura que a «las casas de alrededor por la misma inseguridad la gente las ha abandonado. Los dueños dejan a personas cuidando la casa y a la larga no vienen más», asevera.
Otra triste realidad es que hay que adaptarse a la desaparición del turismo. Tal es el caso de Carlos Quintana, antiguo escolta del fallecido presidente Hugo Chávez. Él trabaja como socorrista en una playa que ahora casi siempre está desierta.
«Uno se aflige. Nosotros vinimos a trabajar aquí en la playa. ¿ Y a quién cuidamos ? Es decir, no estamos haciendo el trabajo porque no viene nadie a la playa. Una casa aquí en la playa perdió el valor por eso, por la inseguridad. Y el que la tiene no la puede poner bonita porque si la pone bonita llegan los malandros y le quitan la casa, pues. Si no tienen que pagar vacuna y eso, y entonces, ¿ quién se atreve a comprar una casa ?».
En Barlovento el hampa se llevó todo
Carlos cuenta que cuando los dueños de las viviendas dejaron de trasladarse a Barlovento, los saqueadores se lo llevaron todo.
«Se llevaron las ventanas, las mismas lozas, los cables, las lámparas, todo eso se lo llevaron para revenderlo, porque por la misma crisis económica que estamos viviendo la gente en vez de buscar la manera de ganarse la plata humildemente lo que hace es hurtar lo ajeno», comenta alarmado y con un dejo de tristeza.
La presencia de los cuerpos de seguridad en la zona se ha incrementando en los últimos tiempos, pero también las denuncias sobre la actuación de las Fuerzas de Acciones Especiales, comando élite de la Policía Nacional Bolivariana al que se le atribuyen numerosas ejecuciones extrajudiciales. De allí que se haya cobrado la mala fama de ser un país donde se violan los derechos humanos.
«Por aquí lo que transita más son efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana, de las FAES. Eso ha hecho que los malhechores nos hayan dejado tranquilos. Yo estoy aquí porque tengo fe de que esto se va arreglar», manifiesta Fernando, obviando los señalamientos contra el grupo élite.
Barlovento volverá a ser un paraíso
Sin embargo, su mayor convicción es la de que en algún momento retornaran los viejos y buenos tiempos cuando las playas y las casas se llenaban de turistas, de visitantes que disfrutaban de lo lindo sin la amenaza del hampa en lo que fue Barlovento, un oasis tropical, tierra ardiente y del tambor.
Curaduría Pedro Beomon. / Tomado de BBC Mundo.
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