Benjamín Solari Parravicini fue un artista argentino muy conocido por los dibujos «proféticos» que realizó en el transcurso de su vida
Bautizado por Fabio Zerpa como el «Nostradamus argentino»; y aceptado por muchos así, la figura y la obra profética de Benjamín Solari Parravicini ha cobrado mayor difusión en estos últimos tiempos; por sus precisas referencias al futuro de Argentina más allá del año 2000. Sus «psicografías premonitorias», como él mismo las definía, cubren más de medio siglo de historia mundial, ocupando un lugar destacado las referidas al continente americano.
«Las profecías son lecturas psíquicas del inconsciente colectivo, es decir, la anticipación de la manifestación de la voluntad colectiva»

Según la definición de diversos diccionarios de parapsicología, una «psicografía» es una escritura -o dibujo hecho por el sujeto- sin intervención de la mente consciente, recibido a través de un canal extrafísico.
Unos pocos trazos y un texto a continuación, le bastaron a Benjamín Solari para realizar cientos de profecías; que abarcan todos los ámbitos de la actividad humana. Acontecimientos políticos, sociales, culturales, científicos, tecnológicos, fueron anticipados por este notable vidente, injustamente olvidado en su país y poco conocido en el resto del mundo.
Benjamín Solari Parravicini comenzó a recibir «mensajes» en 1933, si bien el período de mayor actividad fue entre 1936 y 1940; esta facultad lo acompañó por toda la vida. En una oportunidad le preguntaron en qué forma recibía los mensajes, y contestó que escuchaba en su oído una voz que le hablaba, y le revelaba hechos que habrían de ocurrir años después.

Desde luego, sería imposible mencionar todas sus profecías, las cuales por su notable índice de aciertos, exceden los límites de la «casualidad». Muchas de ellas ya se han cumplido, otras se están cumpliendo en estos tiempos y las más espectaculares aún están por cumplirse.
Entre los numerosos aciertos de Benjamín Solari Parravicini se encuentran el lanzamiento del primer satélite artificial y del primer ser vivo al espacio, los peligros de la cibernética y la robotización, la revolución cubana y la «crisis de los misiles», la Segunda Guerra Mundial y las explosiones atómicas de Hiroshima y Nagasaki, el fenómeno hippie de los años 60, el conflicto de Medio Oriente y el «peligro amarillo» (China), las armas químicas, los experimentos genéticos de la actualidad y la fecundación «in vitro».
También anticipó la aparición de pestes y enfermedades desconocidas (SIDA), la aparición de un «tercer sexo», la caída de los valores morales, religiosos y espirituales en el año 2000, y el incremento de los delitos urbanos («el ladrón correrá por las calles y nadie lo atrapará»), una triste realidad de nuestros días, particularmente en nuestro país.
Asimismo profetizó «la locura generalizada» y la violencia en la sociedad, donde son cotidianos crímenes aberrantes, como por ejemplo padres que asesinan a sus propios hijos, o hijos que asesinan a sus padres.
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