Decidido a aliviar la artritis de su padre, Félix Hoffmann hizo un analgésico que era seguro para el uso diario, la aspirina
El descubridor del compuesto de la aspirina Felix Hoffmann, fue un científico alemán que trabajó para la farmacéutica alemana a finales del siglo XIX.
Felix Hoffmann que cada día presenciaba cómo su pobre padre artrítico padecía del estómago a causa de la medicación que le habían prescrito para paliar su enfermedad, el ácido salicílico. Como trabajaba en la farmacéutica Bayer, decidió aprovechar su condición de empleado del sector para tratar de poner fin a tan penosa situación familiar.
Guiado por tal propósito, habría empezado a sintetizar derivados de la molécula en cuestión. Su esperanza: dar con uno que mantuviera sus propiedades calmantes del dolor y la inflamación, pero que atenuase la acidez responsable de sus molestos efectos secundarios.
Al principio, la comunidad científica dudaba del descubrimiento de Hoffmann, pero una vez que un compañero químico verificó sus hallazgos, comenzaron los ensayos en humanos. Heinrich Dreser, jefe del laboratorio farmacéutico de Bayer, probó esta nueva sustancia en sí mismo. El químico disminuyó los niveles de dolor y redujo la fiebre sin los efectos secundarios de un malestar estomacal que había venido antes con ácido salicílico.

Al fin, lo habría encontrado, mediante una reacción de acetilación que le habría conducido al ácido acetilsalicílico. Y, con ello, no solo habría aliviado el sufrimiento de su progenitor. Había logrado, además, el descubrimiento de un fármaco que alcanzaría la celebridad, comercializado desde 1899 bajo el nombre de marca Aspirina.
Al ácido acetilsalicílico se le dio el nombre de Aspirina, de «A» para acetilo y la «espirina» de Spirea, el nombre de los arbustos en los que se puede encontrar una fuente alternativa de ácido salicílico.
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