Ole Gunnar Solskjaer ya sabe lo que quería decir Carlos Baute cuando cantaba “colgando en tus manos”. En su caso, se lo debe estar susurrando a Cristiano Ronaldo al oído en cada entrenamiento.
El futuro del noruego pasa, irremediablemente, por las botas de CR7, que, una vez más, volvió a liderar al Manchester United para cuestionar si está en Old Trafford para jubilarse o para seguir sumando capítulos a su leyenda.
Espectacular el portugués, que ya no puede ser omnipresente por su edad pero que sigue siendo decisivo incluso en partidos como el de hoy contra el Tottenham en el nuevo White Hart Lane.
Ambos equipos, de hecho, llegaban con apuros al encuentro, y eso se notó desde el primer minuto. Pese a que hace un mes y medio ambos competían por el trono de la Premier League, la situación ahora mismo es bien distinta, y ninguno de los dos se encuentra ahora mismo en condiciones de reclamar, por méritos, una plaza de Champions League.
Un encuentro de velocidad, de esos que gustan en Inglaterra, en los que se puede ver a Wan Bissaka sacando un mano a mano claro en una jugada y prácticamente en la siguiente a Cristiano marcando al primer toque un centro medido de Bruno Fernandes. La definición del ex del Real Madrid, es de esas que ponen nostálgico a cualquiera.
Al que se le esperaban definiciones a esa altura pero que no se le pudieron ver, básicamente porque no tiró a puerta más que una vez en todo el partido, fue a Harry Kane, que sigue inmerso en su tristeza personal e incapaz de estar a la altura de sí mismo. La otra leyenda que se benefició de la fiesta de CR7 fue Cavani, que vio cómo el portugués hacia su recorte marca de la casa y le ponía un balón al espacio para matar un partido en el que el United simplemente quiso más que los spurs.
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