Las palabras tienen poder. Por eso hay que usar las adecuadas +Video

En sus investigaciones, la psicóloga cognitiva Lera Boroditsky asevera que las palabras pueden influir incluso en el funcionamiento de nuestro cuerpo.

Las palabras tienen poder. Por eso hay que usar las adecuadas.

Conozcamos una línea de pensamiento que nos aclara el asunto.

«Para mí la gran pregunta es cómo los seres humanos pueden llegar a ser tan inteligentes».

«Cómo inventamos esos mundos mentales tan increíblemente complejos en los que vivimos».

Las palabras tienen poder: Estímulos físicos

La interrogante la plantea Lera Boroditsky, psicóloga cognitiva nacida en Bielorrusia, conceptuada como una de las 25 visionarias más importantes del orbe.

Afirma que si se piensa en cómo están hechas las personas, se percibe que son criaturas físicas que reciben estímulos del mundo.

·»Recibimos fotones en los ojos, ondas de presión en los oídos, moléculas a través de la lengua y la nariz. Podemos ejercer presión en el mundo para doblar los dedos y flexionar las rodillas desafiando a la gravedad».

las palabras tienen poder

La investigadora tiene un título en ciencia cognitiva de la Universidad del Noroeste de Evanstson, en Illinois, en Estados Unidos, y un doctorado en psicología cognitiva por la Universidad de Stanford.

Dice que de los simples estímulos físicos pasamos a reflexionar sobre ideas como la justicia, la verdad y el amor.

Las palabras tienen poder: El lenguaje es una herramienta mágica

«Componemos sinfonías, jugamos al ajedrez y enviamos naves al espacio exterior. ¿Cómo es que la mente humana pasa de elementos básicos a todo eso tan complejo?», se pregunta.

Manifiesta, entonces, que el lenguaje es una de las herramientas mágicas que nos separa del resto de los seres vivos.

«Es esta habilidad para crear sistemas de comunicación complicados, que también son sistemas para el propio pensamiento, para su desarrollo y almacenamiento».

Las palabras tienen poder: Se crean categorías

«El lenguaje crea categorías constantemente. Una categoría muy común es el género, en muchos idiomas el masculino y el femenino. Todo se divide en ambos géneros», indica la profesora.

«Si la lengua tiene el mismo efecto ahí que en todas las demás categorías que crea, nos da el falso sentido de que aquellos que está en dos categorías, es más más distinto de lo que debería de lo que es».

«Eso nos hace creer que lo que entra dentro de la misma categoría se asemeja más».

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«Al decir cosas sobre las mujeres o sobre los hombres se empieza a pensar, generalizando, que las mujeres y los hombres son de tal manera».

Ese es un ejemplo, expresa, de cómo una función lingüística nos hace pensar en los demás con menos matices y menos complejidad de lo que nos gustaría.

Ejemplos que dilucidan

«Pongo un ejemplo: asuntos sociales como la inmigración. En Estados Unidos se ha creado un debate. La gente utiliza un vocabulario que sostiene que los inmigrantes son como animales, como ratas, langostas»

«Como si fuera una plaga que está infectando al país. Uno se pregunta cómo influye eso sobre los inmigrantes, que al final solo son seres humanos que se mueven de un lado a otro».

«Hay palabras que pueden ser realmente sutiles. A veces la prensa escribe ´hay personas reptando por la frontera´. Es un verbo muy concreto. Seres como las culebras son las que reptan».

Indica que cuando se utiliza ese tipo de lenguaje nos invitamos a pensar en el resto de humanos como seres no humanos.

Recuerdos y emociones

«Eso nos lleva a permitir todo tipo de comportamientos no humanos hacia otras personas. Es decir, el lenguaje nos puede empujar hacia un terreno espinoso».

«Las palabras no están aisladas, están conectadas a otras palabras. En nuestra mente están vinculadas con recuerdos y emociones», señala Boroditsky.

La especialista acota que cuando se oye una palabra se desencadena una serie de respuestas cerebrales, apareciendo, reitera, recuerdos, emociones e ideas.

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«Las palabras pueden influir incluso en el funcionamiento de nuestro cuerpo».

«Por ejemplo, muchas veces si le das a alguien una pastilla que no tiene medicamento físico alguno, pero le dices que sí, que es un fármaco, la persona puede empezar a sentirse mejor».

«Puedo darte una pastilla diciendo que es un medicamento, lo sea o no. Esa ya influye en tu cuerpo para que empieces a sanar».

«Esa es una gran prueba que no valoramos lo suficiente».

«Demuestra lo poderoso del lenguaje y que sugiere una dirección a tomar para nuestro cerebro y nuestro cuerpo».

Así concluye su exposición la psicóloga a investigadora Lera Boroditsky.

Tomado de Aprendemos Juntos.

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