Los compuestos artificiales llamados PFAS y presentes en envases de comida rápida e infinidad de artículos domésticos, pueden filtrarse al organismo humano
A juzgar por su nombre, las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas llamados PFAS no parecen ser algo que quieres encontrar en el material que envuelve tu hamburguesa. Según una investigación reciente de Consumer Reports, están ahí; al igual que en el tazón de tu ensalada, en la bolsa de papas fritas y en la envoltura de tu sanduche.
Entonces, ¿qué son estos compuestos casi indestructibles que en 1938 creó un químico de 27 años en un laboratorio? ¿Hasta qué punto hay que preocuparse por ellos?

A continuación, te decimos lo que deberías saber sobre las sustancias perfluoroalquiladas o PFAS por su sigla en inglés.
¿Dónde hay más probabilidades de encontrar estas sustancias?
Un investigador lo expresó así: “En todas partes”.
Las PFAS están en la botella de champú, en tu sofá antimanchas, en el hilo dental y en el lubricante para bicicletas; y cuando esos compuestos polivalentes se utilizan en los empaques para alimentos, de alguna manera se transfieren a lo que comemos. Decir que las PFAS son difíciles de evitar es decir poco.
Aunque estas sustancias se usan desde hace ocho décadas, los organismos reguladores recién acaban de adquirir los conocimientos científicos y la capacidad técnica necesaria para analizarlas en las bajísimas concentraciones —que se miden en partes por trillón— en las que están presentes en los alimentos, según la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por su sigla en inglés).
Con base en estos avances, la FDA recomienda no darle demasiada importancia al hecho de que un producto determinado pueda tener niveles “detectables” de estas sustancias químicas. La agencia señaló que, “aunque ha habido niveles detectables de PFAS, nuestras evaluaciones de seguridad no han dado ninguna razón para evitar estos alimentos”.
Cava, un restaurante de comida rápida mediterránea cuyos empaques tienen niveles elevados de PFAS, según Consumer Reports, empezó a eliminar los compuestos de sus productos en agosto, pero ha tenido problemas en la cadena de suministro que han retrasado la transición, según comentó un representante de Cava en un comunicado.
Nathan’s Famous, la cadena de perros calientes, comenzó a eliminar las PFAS de sus empaques en 2020, al deshacerse por completo de sus tradicionales bolsas de rayas rojas y verdes, informó la empresa, y dejará de utilizar productos que incluyan PFAS en su fabricación antes de finales de año.
McDonald’s y Burger King dijeron que se comprometen a eliminar todas las PFAS de sus empaques para finales de 2025.
Las PFAS han logrado transferirse de los empaques y productos al agua de lluvia, el suelo, las capas de hielo y las plantas de exterior e interior. Se han detectado estas sustancias en los tejidos vivos de animales de todo el mundo.
“Está en el Ártico, en los osos polares, en los árboles, en el fondo del océano”, señaló en una entrevista Keith Vorst, profesor adjunto de la Universidad Estatal de Iowa, quien estudia los niveles de PFAS en los productos. “Literalmente, hemos contaminado nuestro planeta”.
Bueno, pero ¿por qué están en todas partes?
Las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoralquiladas son un grupo de más de mil compuestos que descubrió un joven químico llamado Roy Plunkett, en 1938, quien trabajaba en DuPont en ese momento. Su primer uso fue como agente antiadherente en el teflón.
Desde entonces se han añadido a una variedad de productos para hacerlos resistentes al calor, al agua, al aceite y la corrosión. La composición química de las PFAS (se crean mediante la fusión de átomos de carbono y flúor) hace que los compuestos sean prácticamente irrompibles
“Se les llama sustancias químicas eternas porque son increíblemente persistentes”, comentó David Andrews, científico experimentado del Grupo de Trabajo Ambiental, una organización de defensa. “El enlace carbono-flúor en sí mismo no se descompone en el medio ambiente, por lo que una vez que se liberan las sustancias químicas suelen propagarse”.

Puesto que no se degradan con facilidad, pueden acumularse en nuestro cuerpo y el medio ambiente al ingerirlas o absorberlas de alguna otra manera.
Su naturaleza indestructible también significa que pueden contaminar todo lo que tocan, explicó Vorst. Y, como sabemos ahora, tocan prácticamente todo lo que nos rodea.
Según los investigadores, los niveles de PFAS pueden tardar entre cuatro y 15 años en reducirse a la mitad en el cuerpo humano, y las sustancias tardar siglos en desaparecer del medio ambiente.
“Una concentración neta de PFAS cero es imposible”, dijo Vorst. “Todo lo que podemos esperar es acercarnos lo más posible a cero”.
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