Cuando en enero de 2021 el príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman anunció The Line, un proyecto que lleva al límite el concepto mismo de megaconstrucción, a muchos la idea les pareció de todo menos realizable. Repasemos. The Line aspira a ser ni más ni menos que una enorme metrópoli de 170 kilómetros de largo, medio kilómetro de alto y 200 metros de ancho, un gigantesco pasillo acristalado trazado de cero en mitad del diserto para acoger a nueve millones de personas.
No solo eso. Si semejantes dimensiones no suponían un reto de por sí, sus promotores querían convertirla en un referente tecnológico, con agricultura vertical, siembra de nubes, taxis aéreos, un tren de alta velocidad pensado para actuar como metro, desalinización de agua e incluso asistentes robóticos. Todo un despliegue que se enmarcaba en el aún más ambicioso y milmillonario proyecto NEOM, que aspira a convertir un enorme área desértica en un polo urbano único en el globo.
Si semejante despliegue sonaba a ciencia ficción, la sensación se agudizó en verano, cuando se publicaron una serie de infografías y vídeos que mostraban el alcance de la megaconstrucción: una especie de rascacielos con forma de corredor trazado como una recta al norte de Araba Saudí.
Avances a vista de satélite
El proyecto sigue siendo igual de descomunal, pero lo que ya está fuera de duda es que vaya a quedarse condenado a los papel y renders. Sus obras ya han empezado. Y avanzan a un ritmo casi tan asombroso como la ambición del proyecto. Así acaba de constatarlo el prestigioso Massachusets Institute of Technology (MIT). Su magazine, el MIT Technology Review, acaba de divulgar imágenes satelitales que muestran con total claridad cómo avanzan los trabajos sobre el terreno.
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