Meredith Montero: «Me honra que me llamen bruja»

Por Katty Salerno

Meredith Montero no se ofende si la llaman bruja, a pesar de que es un término con el que, por siglos, se ha intentado descalificar a las mujeres. Desde muy niños, a través de los cuentos infantiles, nos inculcaron la idea, el estereotipo, de que una bruja es una mujer fea, malvada y de enorme y verrugosa nariz. Por fortuna, esa fuerza inherente a la esencia femenina hoy es vista de diferentes maneras: como sabiduría, intuición, poder de sanación espiritual, capacidad de conexión con otros seres…

Meredith Montero nació con ese don. Una gracia que también poseían otras mujeres de su familia pero que siempre ocultaron por temor a ser señaladas como «brujas». Sin embargo, los tiempos fueron cambiando y esas mismas mujeres, su madre en particular, fueron las que la ayudaron a desarrollar su potencial hasta convertirse en la más famosa tarotista de Venezuela que es en la actualidad, a quien vemos de lunes a viernes por Venevisión en el programa Los astros, además de las consultas privadas que realiza como numeróloga y terapeuta holística.

«Me honra que me llamen bruja», nos dijo en esta entrevista exclusiva con Curadas.com en la que también nos contó de sus inicios en el mundo de la espiritualidad, de lo que siente cuando está canalizando mensajes de otros seres y hasta de su cotidianidad como ciudadana que también padece las consecuencias de la actual situación del país.

«¡A diario me llaman bruja!— prosiguió. La gente en la calle, los amigos, los clientes… todo el mundo. Y además me parece espectacular porque lo hacen con muchísimo cariño. La palabra bruja significa mujer sabia y que alguien te lo evoque, aunque sepa o no el significado, para mí es un gran honor».

—A lo largo de la historia ese término se ha usado en forma peyorativa para referirse a las mujeres. En los cuentos populares, a los hombres que tenían esos poderes los llamaban magos, pero a las mujeres, brujas o hechiceras. ¿No crees que es una discriminación?

—Depende. En la antigüedad fuimos perseguidas, encarceladas y hasta quemadas justamente por tener esa sabiduría, esos poderes, o por hechicería, aunque lo determinaban de diferentes maneras. Pero, en conclusión, eran igualmente brujas. Pero eso después fue cambiando. Entonces, creo que esas personas que relacionan este término con un insulto se van más que todo a esas leyendas, a esos cuentos de camino que hablan de brujas feas y malvadas que aparecen en medio de la noche en una carretera oscura o que se suben a los techos de las casas.

»Las demás personas, las que conocen el significado y que con el tiempo han aprendido que esto no se trata solamente de espiritualidad, sino también de una energía que uno trae y que se perfecciona con los estudios, se dan cuenta de que bruja más bien es una palabra que se maneja a diario en este mundo holístico. Yo no lo siento ofensivo, pero, lamentándolo mucho, desde la antigüedad, sí hay una diferencia entre las mujeres y los hombres con estos dones. Esos hombres eran poderosos; las mujeres, no; o eran minimizadas, echadas a un lado. Y aunque ya no las llamen brujas, sigue sucediendo, lamentándolo mucho.

—¿Cómo se manifestó este don en ti?

—Yo vengo de una familia muy espiritual y muy religiosa, y hablo de los dos términos porque son completamente distintos. Cuando estaba pequeña, creo que tenía unos cuatro o cinco años, empecé a ver siluetas, a ver seres, sobre todo mujeres, energías femeninas, que me hablaban. También tenía muchísimos sueños reveladores que se cumplían. La cosa llegó a tal punto que a veces podía estar sentada en medio de un grupo de personas y de pronto le daba un mensaje a alguien, le decía cosas que le iban a pasar.

»Mi mamá y mi familia me creyeron desde siempre, sobre todo mi mamá, porque ella también tiene esos dones. Pero ya en la época de la adolescencia esto se hizo mucho más fuerte. Fue una época bastante dura, la verdad, porque no solamente veía seres de luz, sino también de mucha oscuridad. Empecé a sufrir trastornos de salud. Me daban terribles dolores de cabeza, me desmayaba… Me llevaban al médico, me hospitalizaban, me hacían exámenes, y nunca encontraban nada malo. Vivía atormentada todo el tiempo.

»Allí fue cuando, justamente, mi mamá y una muy buena amiga de ella me ayudaron a canalizar todo esto, a llevarlo por un camino más espiritual y religioso. Se hizo necesario que yo aprendiera a canalizar para que no me afectara la salud, porque si no, no iba a poder dormir ni comer. Fue entonces cuando me dieron el primer mazo de cartas de tarot para que esa energía la pudiera canalizar de alguna manera. Así empecé y, hasta el sol de hoy, aquí estoy.

—Dices que tú mamá también tiene estos poderes. ¿Quiere decir que eso se puede heredar?

—Sí, así es. Eso lo entendí estudiando biodescodificación, que es una de las cosas que ahorita justamente me tiene más enamorada de este mundo espiritual. Así como podemos heredar el color del cabello, los ojos, las maneras de caminar, también heredamos lo que se llama el ADN espiritual. Entonces, si tu bisabuela, tu abuela, un tío o tus propios padres tuvieron algún tipo de tendencia religiosa o espiritual, eso puede pasar a otras generaciones. En mi caso fue con mi mamá y algunas tías. La diferencia es que, en su época, justamente por lo que veníamos hablando acerca de lo que esto significaba para las mujeres, eso era un tabú. Lo hablaban entre ellas, pero no con personas fuera de la familia, no salía a la luz pública. Y mucho menos era un trabajo en el cual una mujer se pudiera desenvolver.

»Gracias a ese apoyo que ellas me dieron y con los cambios que han ocurrido, yo sí lo pude desarrollar. Sí, claro, que se hereda. Muchas veces ha venido a mí gente con niños sufriendo esos tormentos y lo primero que les pregunto es que quién de la familia ha desarrollado esas facultades o tiene esas facultades, aunque no las haya desarrollado.

—Tú sí aceptaste este don y hasta lo convertiste en una profesión…

—La verdad es que en mi juventud nunca tuve la intención de trabajar con esto. Yo tenía una agencia de festejos y trabajaba organizando eventos, matrimonios, banquetes, etcétera. Y entre una cosa y otra, de nuevo por razones de salud, tuve que hacer un alto en esas actividades porque de verdad me las vi supermal. Pero, había gente que venía a mi casa a leerse las cartas, amigos, conocidos, mas no lo hacía como trabajo. Hasta que hubo un momento en que me dije, oye, mira, si esto te gusta tanto, si la gente te está buscando para que hagas esto, ¿por qué no hacer la transición hacia lo profesional?

»Cuando lo admití, salí del closet. Entonces me puse a estudiar a fondo, porque a pesar de que puedo tener estas luces o estos chispazos, para mí el asunto es ver para creer. Yo necesitaba entender de dónde venía todo esto y pulirlo. Estudié numerología, grafología, terapia de respuesta espiritual… Y cuando me sentí realmente preparada, la vida, de repente, empezó a llevarme por el camino. Una vez me invitaron a una entrevista de radio, otra vez me invitaron a otra cosa y cuando me di cuenta ya estaba metida por completo en esto, ya era una figura pública, sin siquiera haberlo pensado yo. O sea, fue una cosa más casual o porque me tocaba, que algo que yo haya realmente buscado.

—¿Cómo te sientes ahora, con casi 25 años haciendo esto?

—Supercomprometida y tomándomelo más en serio que nunca. Hay que ser muy responsable con la gente que llega a la consulta porque lo que tú le digas le puede cambiar la vida, le puede hacer cambiar sus decisiones. Aunque al final la decisión que tome esa persona dependerá de su libre albedrío, hay una gran influencia allí. Entonces, para mí es un gran compromiso, de verdad, estudiar cada vez más, tratar cada vez más de hacerlo lo mejor posible. Para mí, el momento en que se hacen predicciones, no es un juego, ¿okey? No se puede jugar ni tomar en vano las creencias de cada quien, y mira que este es un mercado que también engaña muchísimo, muchísimo, muchísimo. Para mí, esto es un compromiso, un gran compromiso.

—¿Cómo recibes esos mensajes? ¿Puedes identificar a los seres que te los dan?

—En las diferentes terapias, porque no solamente trabajo con tarot, sino también con numerología, grafología y terapia de respuesta espiritual, me preparo antes de cada sesión. Lo primero que hago es meditar, orar, ponerme en manos del creador. Ahí ya tú vas sintiendo la energía de la persona, de forma que tu mente se aparte, se haga a un lado, para que no sea el ego o la razón humana la que actúe.

»Y sí, se sienten los diferentes canales. Hay canalizaciones con ángeles, hay canalizaciones con personas fallecidas o con ancestros de la persona que está haciendo la consulta. Y a veces son mensajes de la energía, del universo, de lo que maneje cada quien. Se pueden oler aromas, ver colores, sentir texturas o escuchar que te digan palabras clave.

»Cuando hay una canalización angelical la respiración se hace más lenta, más tranquila, y hay manifestaciones físicas, se te eriza la piel, por ejemplo. Cuando son canalizaciones de fallecidos suelen dar características para que tú se las digas a las personas, o ciertos aromas, un perfume, lo que ayuda a que la persona que está en consulta lo pueda identificar, sentir su presencia.

»Pero en otras oportunidades, y sobre todo cuando estaba pequeña, como te decía al principio, canalizaba muchísimo con energías femeninas… Santas, diosas, vírgenes. A veces sientes que te estás elevando, que cambia la temperatura a tu alrededor, y si estás acompañada hasta las otras personas pueden sentirlo. Yo de esto no hablaba antes porque creía que me iban a decir que estaba loca.

—Todos esos elementos te permiten darte cuenta de que lo que estás diciendo no es producto de tu imaginación o de tu mente.

—Así es. Fíjate, yo aprendí que cuando veo algo e inmediatamente en mi mente hay una respuesta con lógica, esa no es mi intuición. La intuición no tiene lógica, no tiene análisis. Cuando es la institución, simplemente lo dices y ya. Es como una cosa sin filtro. No tengo idea de dónde sale, simplemente sale y la persona que está escuchándome va atando lo que va escuchando. Cuando es la mente la que está actuando, tú obtienes una respuesta a las preguntas que te haces.

»Si agarro un vaso y se me cae y soy capaz de concluir que se cayó porque lo agarré mal, sé que en ese momento es mi mente la que está actuando. Pero si le estoy hablando a alguien y se cae el vaso y yo me quedo en blanco, entonces, para mí, es la parte energética la que está actuando.

Si hay alguna manifestación física, como, por ejemplo, que se te eriza la piel, tampoco es la mente. Si te brota una lágrima, te dan palpitaciones, un fuerte dolor de cabeza… Si hay cambios físicos que la mente no es capaz de producir de un momento a otro, entonces, ahí te das cuenta de que es algo energético.

—¿Podrías contarme alguna experiencia con alguien a quien hayas ayudado en alguna circunstancia?

—Sí, sí. Tuve una experiencia bien linda con una niña que se llama María Victoria. Su mamá llegó desesperada porque María Victoria, que en ese momento tendría unos siete u ocho años, había sido diagnosticada con leucemia. Pero, además, la niña insistía muchísimo en que veía a la Virgen, pero nadie le creía, lo que era una preocupación que se sumaba a su condición física.

»Cuando comencé con sus terapias de sanación, que se las hice paralelamente a su tratamiento médico, este nunca se detuvo, María Victoria comenzó a contarme las cosas que veía y eran, básicamente, las mismas experiencias que yo había tenido de pequeña. Y entonces le dije a su mamá que le creyera, que lo que la niña decía era cierto. Le dije que a medida que fuera trabajando su parte energética, el tratamiento médico que le estaban haciendo para la leucemia le haría más efecto. En seis meses esa niña se recuperó y hoy es una adolescente hermosísima. Aprendió a sanar y a expresar esos mensajes que venían del cielo. La familia también aceptó todos los dones que tiene, gracias a Dios.

—¿A quién veneras?

—A mi virgencita. Soy muy muy muy mariana. Tengo tatuado un rosario en mi mano derecha. Verás que mis redes sociales dicen «Con mi Virgen a todos lados» y es porque desde pequeña la siento y la veo. Todo lo que hago, lo hago con ella. En mi casa hay una colección de vírgenes por todos lados. Yo nací y crecí dentro de la religión católica, pero no siempre voy a misa. Sin embargo, desde muy pequeña tuve esa afinidad increíble con la Virgen, por eso siempre estoy en oración con ella. Es una cosa como muy interna, muy mía. A todos lados que voy, ella siempre está. Si voy de viaje, siempre busco entrar a un templo, a una iglesia donde haya una imagen de la Virgen.

—¿Me puedes contar alguna vivencia que hayas tenido con la Virgen?

—Yo tengo en la sala de mi casa un cuadro maravilloso de la Virgen que pintó la señora Rosaura Gonzalo, quien también canaliza a la Virgen. Cuando ella y yo nos conocimos, tuvimos un clic increíble. En la época en que estaba más fuerte la tensión aquí en Venezuela le rezaba mucho a la Virgen de ese cuadro. Entonces me di cuenta de que, poco a poco, la imagen se fue oscureciendo en la parte de los lagrimales y de los ojos y comenzó a escarchar. Y, de hecho, si se pone el cuadro a la luz, pareciera que las lágrimas están como muy marcadas. Esa fue una experiencia increíble porque las manifestaciones y los sueños que tuve en esa época fueron impresionantes. De ahí fue de donde salieron muchas de las predicciones que hice entonces sobre Venezuela.

—¿Crees en los extraterrestres?

—Sí, mas no los he visto. Veo ángeles, veo muertos, pero nunca he visto extraterrestres. Por supuesto, creo que no estamos solos en este planeta, que hay otros mundos. Y les creo también a las personas que dicen que los ven, pero yo no he tenido la experiencia de conectar con alguno.

—Supongo que la gente acude a ti para consultarte sobre cosas relacionadas con el amor, la pareja, cuando va a comprar una casa o a hacer un negocio, o para saber si le conviene cambiar de empleo, etc. ¿Tú te haces consultas cuando debes tomar decisiones importantes en tu vida?

—Sí, claro, pero no en mi día a día, porque entendí que la vida hay que vivirla, que la vida hay que disfrutarla. Me hago consultas muy puntuales. Por ejemplo, en el caso de una operación, para saber si va a salir bien. O para consultar cuál sería la mejor fecha, la más propicia para hacerme esa cirugía; si me conviene ese médico o no. Si voy a hacer un negocio, como la compra de un carro.

Pero en mi día a día te aseguro que no lo hago. Lo que hago con frecuencia es meditar, orar y algunas veces limpiarme energéticamente con alguna sal. Pero eso de estar a cada rato consultando el tarot para tomar cualquier decisión, no. Porque somos humanos y hay libre albedrío, y creo que también, por una cuestión de madurez, debemos tomar nuestras propias decisiones y hacernos responsables por eso que decidimos. Entonces, me consulto menos de lo que la gente se imagina. De hecho, no me gusta mucho (risas).

—¿Y a tu esposo tuviste que hacerle algún embrujo para que se enamorara de ti?

—¡Nooo, todo lo contrario! (Risas). Te cuento que más bien el embrujo me lo hizo él a mí. A nosotros nadie nos presentó. De hecho, ese es un cuento bien cómico. Yo soy como medio grinch con eso de conocer gente en la calle, en el sentido de que en la época en que estaba soltera no me gustaba mucho que un hombre llegara a abordarme. En eso soy como de la vieja escuela. Un día estaba con una amiga y él se acercó a brindarnos un trago y yo, de plano, le dije que no.

»Al rato volvió y me dijo: «Tú tienes una virgen muy grande en el pasillo de tu casa que es la que te cuida siempre». «¿Cómo este hombre sabe eso?», pensé. Porque además era la virgen que yo canalizaba en ese momento, la Milagrosa. Y comenzamos a hablar y seguimos hablando y ya llevamos veinte años juntos. Así fue. Por eso te digo que el que me embrujó fue él. Yo no hice nada (risas).

—Entonces él también tiene cierto nivel de…

—Sí, lo tiene, tiene sus flashes, es muy intuitivo. A veces asusta con lo que dice…

—O sea que a ti no te pasó como a Samantha, la de Hechizada, que el esposo se horrorizó cuando, después de casados, se enteró de que ella era una brujita.

—No, no, no, para nada (risas). De hecho, una de las cosas que me enganchó realmente fue que de una vez yo hablara de todo esto y que él lo entendiera y lo respetara. Así ha sido hasta el sol de hoy, llevando por supuesto nuestra vida de pareja muy terrenal, muy normal, como cualquier otra, sin que todo tenga que ser holístico ni espiritual. Mi casa es como cualquier otra. Aquí se cocina, aquí se lava ropa, aquí se pelea, aquí se contentan, igualito que en cualquier casa. Pero sí, una de las cosas que me enganchó con él fue que entendiera lo que soy.

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—¿Tienes hijos?

—Tengo dos hijos maravillosos. Michelle, que va a cumplir 30; y Andrés, de 18.

—¿¡Y cuántos años tienes!?

—Tengo 47. Tuve a mi hija mayor a los 17 años y a Andrés lo tuve después, con Manuel.

—Te ves estupenda, muy joven aún…

—Gracias a Dios. Pero ya estoy para ser abuela (risas).

—Tú no eres de esas brujitas que se visten de negro, ¿cierto?

—Sí, me visto mucho de negro, pero porque me encanta y porque me hace ver más delgada, no por ningún tipo de creencia particular. Si me preguntas cuál es mi color favorito para vestir, te digo que no hay uno con el que no me identifique. Todo depende de mi estado de ánimo. Un día me provoca vestirme de blanco, otro día me provoca vestirme de rosa. Soy muy muy cambiante y muy flexible con todo lo que son los gustos, incluso con las tendencias de la moda. Entonces, decir que tengo un color en particular, no. Sin embargo, me gustan mucho los colores tierra.

—¿Hay cosas que te estresan la vida?

—Claro, por supuesto, a diario. Yo vivo estresada. La venezolanidad me estresa muchísimo. Me estresa la inseguridad. Me estresa muchísimo la situación, que la escucho a diario en las consultas, de los venezolanos que están afuera. Ahí trato de darles aliento, de que se enfoquen en lo que quieren lograr, pero me estresa demasiado no tener una varita mágica para poder solucionar tantos problemas en un santiamén. Claro que me pongo en tensión y ahí es donde empiezo a utilizar todas estas herramientas para bajarle no dos, sino cinco, porque, si no, nos enfermamos y colapsamos.

—¿Cómo manejas ese estrés?

—Confío. Respiro. Visualizo lo que quiero. Doy gracias todos los días por lo que quiero. Veo el alimento en mi mesa, veo el dinero que llega, veo la salud, veo la seguridad. Con eso me tranquilizo.

—Sé que esta pregunta te la hacen cada vez que te entrevistan, pero es inevitable: ¿qué va a pasar en Venezuela? Llevamos muchos años esperando un cambio que no llega.

—Yo estuve muchos años haciendo predicciones para Venezuela. Tengo guardados cuadernos y cuadernos sobre eso. Pero en un momento dado ya no hubo permiso para decir más nada. Nos pusieron todo en bandeja de plata y de una parte se hizo muchísimo el trabajo, pero de otra no. Entendí que si no hacemos el trabajo interno, no va a llegar el colectivo. Pero hay cosas que están escritas para este país, desde su carta astral, a través de la numerología con un número 5 (el 5 de julio, Día de la Independencia) que habla de libertad por todos lados.

»Si hay algo que tengo es fe. Y si hay algo que he aprendido es a entender que los tiempos nuestros no siempre son los tiempos del cielo. Está escrito que Venezuela sigue siendo un centro de luz increíble, no solamente para América, sino para el mundo entero. Decir que las cosas van a cambiar… no sabemos si en lo externo, pero el venezolano sí ha cambiado. El venezolano decidió vivir y el que se ha acoplado a querer hacer las cosas bien, ha tenido su cambio interno.

»Yo creo que tarde o temprano, ya lo dirá el creador, un día vamos a amanecer y, literalmente, nos vamos a quedar como en shock preguntándonos qué pasó. Estamos en un año siete (2+0+2+3) que es un año donde se restituye el equilibrio. Y, aunque no lo veamos, todos los días en la calle están pasando cosas energéticas para que salgan verdades. Puede venir algo —del cielo, de otros países o de donde sea— para que cuando entremos en el año ocho (2+0+2+4) todo lo que hemos trabajado, peleado y luchado se devuelva a este país. Entonces, yo no pierdo la fe ni la esperanza de que eso va a pasar, aunque a veces estrese mucho.

—Y en ese escenario, ¿qué papel juegan los políticos, los de uno y otro bando?

—Ninguno va a estar, ninguno. Las oportunidades se dieron. Tú veías las cartas, y era maravilloso. Pero ya todo eso se perdió. Aquí tienen que venir cosas completamente nuevas. Y, como siempre se ha dicho, la energía femenina en el país es sumamente importante. Venezuela tiene energía femenina. Las mujeres son las que van a seguir sembrando la semilla de cambio.

—¿La próxima persona en liderar el destino de este país puede ser una mujer?

—Ojalá y así sea, porque es una de las cosas que está escrita. Ojalá que sí, de verdad confío. Se trabajará por eso, cada quien desde su parte, pero yo sí veo una energía femenina que puede hacer el cambio. Y lo veo desde hace muchos años, desde hace muchos años.

»Es importante que se sepa que todo el que nació en esta tierra tiene un ADN sumamente elevado a través de la espiritualidad y la religiosidad. Nosotros somos un pueblo muy creyente por naturaleza y Dios nunca nos abandona. En este país lanzas una semilla, y esa semilla da un fruto. Tú llegas aquí y te energizas, te recargas y no solamente dicho por nosotros, sino también por personas que vienen de otros lugares. No debemos dejar que esa magia se pierda, no debemos dejar de decirle a este país que es una tierra de gracia, porque estamos bendecidos por todos lados y tarde o temprano esa luz va a comenzar a brillar. Si hacemos nuestro trabajo personal, el colectivo se va a hacer mucho más rápido, mucho más corto y los tiempos van a ser distintos.

—¿Nos puedes dar un consejo para hacer ese trabajo personal?

—Agradece. Agradece lo que tienes: el techo, la familia, el empleo, la comida. Agradece poder asomarte y ver el cielo. Agradece a la señora que en la cola quiere hablar contigo. Agradece que este sea un país donde puedes tocar la puerta de tu vecino y que el vecino te sonría, así haya tantas cosas deterioradas.

»Agradece por lo bonito y verás que poco a poco eso convertirá como en un espejo en tu vida. Si lo hacemos todos, las cosas van a cambiar energética y socialmente. Vamos a estar menos agresivos, vamos a estar mucho más tranquilos. Fíjate que cuando Venezuela estaba llena de ese color rojo, a nivel social nos poníamos agresivos, nos poníamos impetuosos. Ahora tenemos que ver todo en azul, con calma, con tranquilidad y con equilibrio.

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