Maldiciones familiares | Relatos del lado oscuro

Las maldiciones familiares no se escogen, al igual que el color de la piel, el sexo o la raza

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Maldiciones familiares

Maldiciones familiares.

En general, una maldición es la expresión de un deseo maligno dirigido contra una o varias personas que, en virtud del poder mágico del «mago» o del «practicante», logra que ese deseo se cumpla. Gramaticalmente, se trata de oraciones con modalidad desiderativa (lo mismo que las bendiciones) con el verbo en subjuntivo. Así, son ejemplos de maldiciones mal cáncer te coma, que te parta un rayo , así te estrelles o maldigo toda tu vida en nombre del dolor que me has causado y de los golpes de mi rostro, yo los maldigo en compañía de todos los poetas, maldigo a 112090.

En muchos sistemas de creencias, se considera que la propia maldición (o el ritual que la acompaña) tiene cierta fuerza causal en el resultado. Revertir o eliminar una maldición se denomina a veces «remover» o «romper», ya que el hechizo tiene que ser disipado, y suele requerir elaborados rituales u oraciones.

Maldiciones en la Antigua Grecia y Roma

Una antigua maldición griega, escrita en una hoja de plomo, datada del siglo IV a. C.. Museo Arqueológico del Cerámico, Atenas.

Las maldiciones en Grecia y Roma seguían un protocolo muy formalizado. Llamadas katadesmoi («ataduras») por los griegos y tabulae defixiones por los romanos, se escribían en tablillas de plomo u otros materiales.​ Generalmente, invocaban la ayuda de un espíritu (una deidad, un demonio o un muerto prematuro) para cumplir con su objetivo, y eran colocadas en algún lugar considerado eficaz para su activación, como en una tumba, cementerio, pozo o manantial sagrado.

En el texto de la maldición, el peticionario expresaba su deseo de que el enemigo sufriese daño de alguna forma específica. Con frecuencia se añadía la falta que había cometido la persona maldita: un robo, una infidelidad, no haber correspondido al amor del maledicente, haberle faltado al respeto, haberle robado el amor de su vida, etc.

Los romanos, etruscos y griegos practicaban con frecuencia este tipo de maldiciones. Los griegos tenían en la edad heroica unos sacerdotes especiales llamados areteos, o sea, ‘maldecidores’.

Conservamos un corpus importante de este tipo de textos, que nos permite saber cómo lo hacían. Abundan en la Ilíada estas imprecaciones, como la de Crises contra Agamenón y los griegos en el canto I. También abundan en las tragedias de Sófocles. Cuando Alcibíades fue desterrado después de la mutilación de Hermes, todos los sacerdotes del Ática excepto uno lanzaron contra él las más terribles imprecaciones.

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