Fer da Silva: «Quiero que mi arte sirva para recordar lo que el amor es capaz de hacer»

Por Katty Salerno

Fer da Silva quiere tocar los corazones de la gente con sus pinturas.  Y aunque cueste creerlo, fue un desenlace sentimental, que lo sumió en una profunda depresión, lo que llevó a este pintor autodidacta venezolano a crear el #CorazónDeFer que hoy exhibe DTR Modern Galleries, una de las más importantes galerías de la costa este de Estados Unidos, en cuyo catálogo también figuran los nombres de artistas como Picasso, Miró, Chagall, Basquiat, Cruz-Diez o Warhol, por solo citar algunos.

Con treinta y cuatro años y graduado en Ingeniería Mecánica por la Universidad Simón Bolívar (USB), Fer da Silva está haciendo realidad sus sueños, apoyado en su firme creencia en la ley de atracción, de la que escuchó hablar por primera vez cuando era apenas un adolescente. Nacido en Caracas y criado en Valencia, de padre descendiente de portugueses y madre trujillana, ahora se codea con la jet set neoyorquina. Creó las esculturas en forma de corazón con las que la fundación para la investigación sobre cáncer Gabrielle’s Angel homenajeó en 2021 a distinguidas personalidades que contribuyen con tan noble causa, entre ellas Maye Musk, la madre del multimillonario Elon Musk. También ha comenzado a expandir sus fronteras: a finales del año pasado realizó una exposición en China, la primera que hace fuera de Estados Unidos.

Sin embargo, su más grande anhelo como pintor es que su arte «sirva para recordar a las personas lo que el amor es capaz de hacer», como dijo a Curadas.com el Miércoles Santo, luego de correr por las lluviosas calles de Nueva York, donde vive desde hace cinco años, para poder llegar a tiempo a nuestra cita vía Zoom. Aunque está radicado en Estados Unidos desde 2014, su corazón sigue latiendo por Venezuela. Prueba de ello es el budare que mantiene en el fogón de su cocina para hacer las arepas para el desayuno, como todo buen venezolano. 

—Leí en tu biografía que tu mamá también es pintora y que te iniciaste con ella en la pintura. ¿Cuándo descubriste que querías ser pintor?

—En realidad, yo crecí queriendo ser cantante. Siempre decía que lo que yo quería hacer en mi vida era cantar. De hecho, me la pasaba todo el día cantando. La pintura siempre la vi como un hobby. Jamás pensé que me dedicaría a esto de grande.

»Luego del canto descubrí la actuación y empecé a prepararme como actor. Como te dije, la pintura era algo que hacía para relajarme, para despejar la mente. Era algo que disfrutaba muchísimo hacer, pero que solo hacía en momentos en que necesitaba como estar en paz conmigo, tranquilizarme. Si estaba en un momento de estrés, recurría a la pintura. Pero en materia artística, me preparé como músico porque siempre pensé que el camino era por ahí. De hecho, aún no lo he abandonado.

»Cuando me gradué de ingeniero mecánico ya había hecho obras de teatro en Venezuela y me había abierto las puertas en el mundo de la actuación. Debuté como actor y eso me permitió también lanzar mi primera canción como compositor e intérprete, Virgen de la calle, que fue el tema de la telenovela La virgen de la calle (Televen, 2014). Otro tema, cuyas letra y música son mías, La canción que te escribí, fue también el tema de la telenovela Amor secreto (Venevisión, 2015). Una faceta artística me llevó a la otra. Luego me vine a Miami, Estados Unidos, en plan de vacaciones. Sin embargo, desde que llegué empezaron a salirme proyectos muy buenos y no regresé a Venezuela.

—Pero en la parte personal las cosas no fueron igual de bien…

La relación que tenía con mi pareja se terminó y caí en una depresión muy profunda. Ocurrió en un momento en que se estaban dando muchos cambios importantes en mi vida. Me estaba cambiando de país, estaba lanzando mi carrera como actor y cantante… Y de pronto todo se vino abajo, me sentí perdido. El Fer optimista, el Fer feliz, el Fer amoroso, el Fer que siempre ha tenido mucha esperanza, como que ya no estaba ahí. O sí estaba, pero estaba apagado, porque de verdad entré en una depresión muy fuerte.

»Fue la primera vez que entendí que la depresión puede llegar a ser una enfermedad y que hay que tratarla de manera profesional. Y eso fue lo que hice, busqué la ayuda de un psicólogo e hice terapia. En ese tiempo y en ese estado, lo único que podía hacer era pintar. Es decir, hacía mis cosas normales del día a día, pero lo único que me mantenía vivo era la pintura.

»Yo siempre he sido una persona sumamente positiva, muy optimista. Soy bastante espiritual y creo en la ley de la atracción, de la manifestación, algo sobre lo que he venido leyendo y estudiando desde muy joven. Yo tenía estas herramientas, pero no sabía cómo las podía aplicar en la situación que estaba viviendo, porque de verdad me sentía muy mal.

»Entonces me acordé de una frase que escuché una vez en mi adolescencia: uno tiene que dar amor para recibir amor. Pero al mismo tiempo me pregunté cómo podía dar amor si no lo sentía en ese momento. Hasta que un día me dije: “¿Sabes qué, Fer? Vamos a empezar a dar amor a los demás a través de tus pinturas. De alguna manera, el universo te va a devolver el amor que sientan las personas al recibir tu obra. De alguna manera, tú vas a recibir ese amor de vuelta”. Y empecé a pintar creyendo firmemente en eso.

—¿Cómo nació la idea de pintar corazones?

—Al principio, todo lo que hacía era muy abstracto. Pero una noche pinté unas figuras como con forma de ondas. Dibujé una onda con un giro hacia la derecha y luego otra con un giro hacia la izquierda y, al juntarlas, tomaron la forma de un corazón. Así nació el primer #CorazónDeFer, como los llamo. En un primer momento me sonó hasta un poquito cursi y muy literal, y yo no estaba buscando algo tan literal. Como te dije, me gusta más lo abstracto. Pero decidí confiar en mi instinto, decidí confiar en esa voz que me estaba mostrando eso. Y fue mágico. Muchas cosas empezaron a cambiar en mi vida. Todo empezó a tener otro color, todo empezó a mejorar.

»Y, al sol de hoy, las bendiciones que he recibido gracias a lo que estoy haciendo, a esos corazones, son maravillosas. Ahora digo que si hubiese sabido todas las bendiciones que ese episodio me iba a traer, creo que no hubiese sufrido tanto, no lo hubiese pasado tan mal (risas). Pero al mismo tiempo sé que si no hubiese tenido esa experiencia, si no hubiese sufrido como sufrí, no habría creado esto.

»Hoy estoy convencido de que todo pasa por algo, todo tiene su razón de ser, por más que no lo entendamos en el momento en que ocurren. Hay que confiar en que en algún momento lo entenderemos, en que el futuro nos mostrará el para qué sucedieron esas cosas. Hoy día agradezco ese episodio de mi vida porque me ha dado una de las mayores bendiciones. El amor puede cambiar y transformar vidas. Nada puede salir mal si se hace desde el amor. Eso es lo que trato de hacer con mi arte: que sirva para recordar a todas las personas lo que el amor es capaz de hacer.

—En tu cuenta en Facebook escribiste que te fuiste a Nueva York con un sueño. ¿Cuál es ese sueño?

—Me quedé en Miami hasta 2018. De nuevo empezó a irme muy bien, ahora como artista plástico. Yo había estado varias veces de visita en Nueva York, pero siempre había tenido deseos de vivir aquí. Había algo de esta ciudad que me llamaba, que me hacía sentir que tenía que vivir aquí. Y la verdad es que siempre he sido una persona bastante apasionada con mis sueños. A mí me cuesta conformarme, siempre trato de exigirme, en el buen sentido de la palabra; siempre trato de soñar en grande, no me gusta ponerme techos. De hecho, no me gusta ni siquiera decir la frase “el cielo es el límite” porque siento que ahí ya te estás poniendo un límite. Creo que cada quien tiene la posibilidad de lograr lo que desee siempre y cuando no se ponga un límite; el límite nos lo ponemos nosotros.

»Como te decía, quería llevar mi carrera a otro nivel y sentía algo en mi corazón que me decía que aquí lo iba a lograr. Y me vine con Alex, que en ese entonces era mi novio y hoy es mi esposo. Ya tengo cinco años aquí y hoy puedo decir que sí, que esta ciudad elevó mi carrera a otro nivel. No ha sido nada fácil. La gente puede pensar que esto fue de la mañana o que fue un golpe de suerte. ¡Para nada! (Risas).

»En algún momento voy a escribir un libro o a hacer una película sobre todo lo que he vivido en esta ciudad, porque de verdad ha sido duro. Pero, como siempre digo, ha valido la pena porque la recompensa ha sido maravillosa. Alex, que ya vivió antes aquí, dice que Nueva York es una ciudad mágica: si tú le sonríes, ella te sonríe. Y desde el momento que llegamos no hemos dejado de sonreírle.

—No solo te recuperaste de la depresión que sufriste por la ruptura de tu anterior relación, sino que te enamoraste de nuevo. ¿Eres feliz en este sentido?

—¡Totalmente! A Alex lo conocí en ese proceso y hemos crecido mucho los dos. Ha sido maravilloso. Nos casamos el año pasado y sí, somos muy felices, gracias a Dios. Alex también es venezolano y de familia portuguesa. Nuestras familias en Caracas se conocen desde siempre, pero él y yo nunca habíamos coincidido. Nos conocimos en Miami.

—En un video que publicaste en tus redes sociales apareces en la cocina de tu apartamento y me pareció ver un budare encima de la cocina…

—Sí, sí, es un budare. Nosotros, de los siete días de la semana, seis comemos arepa en el desayuno. Somos muy buenos venezolanos (risas).

—¿Y ese budare lo compraron en Nueva York?

—No, nos lo trajimos de Miami.  Creo que fue mi hermana quien me lo regaló…

—¿Qué tan duro fue abrirte paso en Nueva York?

—Al llegar básicamente tuve que empezar de cero. Bueno, eso lo digo entre comillas porque uno nunca empieza de cero, siempre trae en su maleta sus experiencias. Pero no conocía a nadie, no tenía conexiones con gente del mundo artístico. Y Nueva York es una ciudad bastante costosa, por lo que al principio tuvimos que hacer muchos sacrificios, aunque no me gusta verlo desde el lado del victimismo. Fue duro porque tuvimos que esperar algún tiempo para empezar a ver resultados. Hubo ocasiones en que no teníamos ni para pagar la renta, porque mis primeras exposiciones las tuve que financiar de mi bolsillo. En el arte debes ser muy perseverante, es una cuestión que lleva tiempo.

»Hoy en día pareciera que todo ha sido color de rosa, pero no fue así. El tema económico fue lo más duro, es el que más desespera porque, por supuesto, como seres humanos necesitamos dinero para vivir, para pagar la renta, la comida. Y trabajé en miles de cosas, para aguantar. Pero valió la pena. Yo soy una persona que confía mucho, pero confiar no significa quedarse estático, sin hacer nada. Hay que confiar, hay que actuar y hay que soltar, dejar de controlar lo que uno quiere que pase porque, creo, ahí es cuando empiezas a sentirte frustrado si las cosas no salen tal cual como las quieres. Hay un universo de posibilidades. Yo confío y trato de controlar algunas cosas, pero también dejo que fluyan porque puede suceder algo mejor de lo que yo tengo en mi cabeza.

—Ciertamente, ha valido la pena. Hoy tus obras son exhibidas en DTR Modern Galleries, una de las más importantes galerías de la costa este de Estados Unidos. Su catálogo incluye nombres como los de Picasso, Chagall, Warhol, Cruz-Diez, Dalí, Basquiat. ¿Qué sientes al ver tu nombre al lado de estos grandes artistas?

—¡Es un gran honor, realmente! Para mí ha sido una gran bendición. Es una galería a la que considero casi que parte de mi familia, tenemos una relación maravillosa. Me encanta trabajar con ellos. Por supuesto que sí, ha sido genial.

—¿Cómo llegaste a esa galería?

—Recién instalados en Nueva York, fuimos un día a Washington y, como nos encanta ir de galerías, hicimos un recorrido por varias. En una de ellas le comenté a Alex: “No sabes cuánto me gustaría trabajar con una galería como esta”.  

»Al principio quise construir mi carrera por mi cuenta. Pero aprendí que en el mundo del arte hace falta que las personas te conozcan, porque la idea de un coleccionista es invertir en arte y la tuya, como artista, debe ser que, a futuro, tu obra valga más. Por eso, un tiempo después, me decidí a buscar una galería. Y tal vez no me lo creas, pero te aseguro que desde que yo me enfoqué en que quería una galería y el momento en que eso se dio, pasó menos una semana. Empecé a visualizarlo, a manifestarlo, pero no me quedé ahí. También escribí a varias galerías, les envié mi portafolio. Pero la cantidad de artistas que mandan portafolios a las galerías es enorme y por eso casi nunca les responden, casi nunca pasa nada.

»Un día vi en Instagram la cuenta de un director de una galería y decidí escribirle por mensaje directo. Le pregunté si tenía algún correo electrónico al que pudiera enviarle información sobre mi trabajo, y me lo dio. Eso fue un sábado y ya el lunes estaba reuniéndome con él. Le encantaron mis obras, mi trayectoria, lo que venía haciendo. Eso fue en agosto de 2021. Desde entonces mi carrera pasó a otro a otro nivel, el que yo estaba buscando. Así llegué a DTR Modern Galleries. Y lo que no te he dicho es que esta es la misma que visité tres años atrás en Washington, cuando dije que me encantaría trabajar con una galería como esa. ¿Ves cómo todo está conectado? Uno sí puede manifestar lo que desea. En mi caso, tardó tres años en manifestarse, pero se hizo realidad.

—¿Con qué corriente artística te identificas?

—Mi objetivo siempre ha sido el expresionismo, siempre he sido muy abstracto, a diferencia de mi mamá, que le encanta el hiperrealismo. Eso de lanzar la pintura, eso medio desastroso, dibuja más o menos lo que es mi día a día, porque soy una persona bastante desorganizada. Tengo déficit de atención en el sentido de que siempre estoy pensando en mil cosas al mismo tiempo. Casi nunca recuerdo nada porque mi mente siempre está a diez mil revoluciones. De hecho, me cuesta muchísimo dormir por esa razón, porque me acuesto, pero mi cerebro sigue trabajando, por más que trato de calmarlo. Me encanta expresarme de esa forma, a través de lo abstracto y lo desastroso, por así decirlo. Pero es un desastre muy bien cuidado. Lo que más trabajo es acrílico sobre lienzo. Pero también hago esculturas, también trabajo con resinas, con madera.

—¿Has hecho estudios de arte?

—No, nunca, al menos no formalmente. Siempre he sido muy curioso y me encanta aprender, pero lo he hecho de forma autodidacta, todo ha sido muy espontáneo.

Lea también: Iván Salvi: «Los bichos no son todo lo malo que la gente cree de ellos»

—Esa visión que tienes de la vida y acerca del potencial que tenemos los seres humanos para obtener lo que deseamos, ¿también la aprendiste por tu cuenta o sigues a algunas personas, alguna corriente?

—Cuando tenía quince o dieciséis años llegó a mis manos el libro El secreto.  Yo vengo de una familia muy católica, muy religiosa, por lo que la religión y la espiritualidad han estado muy presentes en mi vida. Pero también soy una persona extremadamente analítica, lo analizo todo. De ahí viene mi faceta de ingeniero (risas). Leí el libro y lo analicé y comencé a ponerlo en práctica y desde entonces he visto resultados maravillosos en mi vida.

»Hoy diría que mi mayor aprendizaje viene de mí mismo, de analizarme a mí mismo a diario. Yo entendí cómo funciona la ley de la atracción. No es tan sencillo como lo dice el libro, o, mejor dicho, sí lo es, pero para llegar a eso hace falta mucho entrenamiento. Eso es como ir al gimnasio, que debes hacerlo todos los días. Hay que entender que lo que más se manifiesta en el día a día es nuestro subconsciente. La mayor parte del día actuamos con el subconsciente. Si estás acostumbrado a ir a tu trabajo o a la panadería en el carro, lo haces de manera automática porque te conoces el camino. Y es lo normal, es lo que hacemos todos los seres humanos.

»Cuando entiendes esto, te das cuenta de que la mayor parte del día lo pasamos actuando desde el subconsciente y eso es lo que manifiestas constantemente. Lo que tenemos en nuestra memoria, en nuestro disco duro, las creencias y deseos que tenemos, es lo que manifestamos constantemente. Entonces el gran truco consiste en hackear eso. ¿Cómo lo hacemos? Cambiando nuestras creencias y actuando desde el consciente. Cambiando las creencias que tenemos con respecto al dinero, al trabajo, con respecto a nuestros talentos, a nuestras capacidades… Por eso estoy permanentemente analizándome, evaluando mis pensamientos.

»Hace algunos años descubrí el Ho’oponopono y me parece que es también una herramienta maravillosa. Sigo a la psicóloga española María José Cabanillas porque me gusta mucho como lo enseña. Creo que esto se complementa muchísimo con la ley de la atracción. Creo que hay muchos caminos, pero, al final, todos te llevan a lo mismo y eso es lo maravilloso de esto. También sigo a David Mentor y me gusta leer a Bob Proctor, quien ya falleció.

»Pero, más allá de escuchar y de estudiar, creo que la mejor universidad es la vida y esto es válido en cualquier actividad. De nada sirve que estudiemos algo si no lo ponemos en práctica. Por eso te digo que más que leer, lo que he aprendido ha sido más bien a partir de la observación permanente de mí mismo, de mis pensamientos y de mis actos.

»Siempre le digo a la gente que tiene que actuar para conseguir lo que desea y, por supuesto, también cuidar sus pensamientos. Debemos cuidar de que nuestros pensamientos sean verdaderamente positivos. Todo lo que nos llega, así sean cosas tan simples como una noticia, una llamada telefónica o una conversación que nos plantee otra persona, son un reflejo de lo que estamos pensando. Evaluar mis pensamientos me sirve como catalizador para darme cuenta de si estoy en la frecuencia correcta o no, porque si estoy recibiendo noticias o me llegan situaciones que no me gustan, me detengo a ver qué estoy haciendo para para manifestar esas cosas.

»Todo lo que nos sucede es porque nosotros lo hemos manifestado y lo hemos deseado, por muy doloroso o por muy duro que esto pueda parecer. Yo lo creo así y me gusta tener esta creencia porque me da el poder de estar en el volante de mi vida y no en el lado del pasajero.

—¿Hasta dónde quieres llegar como pintor y como ser humano? Aunque ya me dijiste que no te gusta ponerte límites…

—Si te soy sincero, no tengo un objetivo en ese sentido. No sé lo que me depara la vida o el destino. Sí te puedo decir lo que me gustaría dejar en este mundo, hacia eso me gustaría dirigir mi respuesta. Yo, de verdad, quiero dejar un mensaje al mundo: si hacemos las cosas por amor, nada puede salir mal. Puede parecer algo muy tonto o muy fácil de decir, pero es realmente poderoso. Y cuando hablo de amor me refiero a cualquier sentimiento que nos haga sentir bien, que nos haga sentir feliz. Me gustaría que la gente entendiera que si todos actuamos desde este sentimiento, viviremos una vida muy distinta y mucho mejor.  

»Por eso pinto corazones, porque creo que no hay un símbolo más sencillo y al mismo tiempo tan poderoso como un corazón para expresar lo que siento. Pintar estos corazones me ayudó a mí, me sanó a mí, y si puede funcionar para ayudar y hacer algo bueno por otros, ¿por qué no? Por eso, cada vez que tengo la oportunidad, colaboro con organizaciones benéficas. El corazón es un símbolo que nos conecta con el amor, que nos recuerda el amor. En ese sentido sí quiero dejar una huella superimportante; sí quiero que mi obra siga llegando a mucha gente, a muchos lugares, a muchos corazones. Me gustaría ser recordado como un artista que creía en el amor y que quería hacerle entender a la gente que todos podemos tener amor en nuestras vidas.

—¡Es un mensaje maravilloso!

Síguenos en redes sociales

Más de Personalidades

¿Qué opinas?