El Mirador es una ciudad maya ubicada en la cuenca del mismo nombre, en el municipio de San Andrés, en Petén. Las pirámides y estructuras que se encuentran en este lugar pertenecen al periodo Preclásico Tardío
El calor es insoportable y los árboles parecen interminablemente altos. De repente, entre la vegetación, aparece la pirámide Garra de Jaguar. El arqueólogo Richard Hansen se arrodilla y retira una lona que cubre los mascarones casi intactos de la estructura. Entusiasmado explica con lujo de detalles el significado de las inscripciones que datan de por lo menos 200 años antes de Cristo. El Mirador.
Nos encontramos en El Mirador, en el corazón de la selva de el Petén en Guatemala. Se trata de una extensa zona, donde se han descubierto miles de estructuras mayas del período preclásico. Así, se convierte en una de las áreas arqueológicas más importantes del mundo.
Durante cuatro décadas, el doctor Hansen, junto a un grupo de más de 40 arqueólogos y especialistas, han trabajado en El Mirador. Su objetivo, conservar la gigantesca riqueza cultural de las ciudades mayas. Hay que estar en este sitio para entender la magnitud del trabajo hecho.

Para los especialistas, quienes han dedicado una buena parte de sus vidas en descubrir, restaurar y conservar estas ciudades mayas, la única opción para preservarlas es evitar la desaparición de la selva. Está amenazada por la tala legal e ilegal de árboles, los cazadores furtivos, los saqueadores de sitios arqueológicos y la creciente presencia del narcotráfico.
La preocupación por el destino de esta descomunal zona arqueológica ha colocado al Dr. Richard Hansen, un arqueólogo originario de Idaho, doctorado por la Universidad de California en Los Ángeles, en el centro de una agria polémica acerca del futuro de la región.
En esa polémica hay muchas versiones, rumores, malos entendidos, prejuicios, desconfianza y sobre todo, muy poca comunicación entre las partes.
El pulmón mesoamericano
Después de la Amazonía, la Reserva de la Biosfera Maya es el segundo pulmón ecológico más importante de América Latina y el principal de la zona mesoamericana, cuya conservación puede contribuir a evitar el proceso del cambio climático. Sus más de 21.000 kilómetros cuadrados de selva tropical ocupan una quinta parte de suelo guatemalteco y se extiende hacia México y Belice.
La Reserva de la Biosfera Maya es el hogar de por lo menos unas 513 especies de aves, 56 de reptiles y anfibios, 16 de peces y más de 700 especies de mamíferos. Muchas de ellas en peligro de extinción, como jaguares, pumas, ocelotes, monos aulladores y monos araña.
Aquí se ubica El Mirador, considerado como uno de los sitios arqueológicos más importantes del continente americano. Este consiste en un conjunto de miles de estructuras, que datan de los períodos Preclásico Medio y Preclasico Tardío (1000 a.C.- 150 d.C.). Entre ellas, destacan las pirámides de El Tigre y La Danta. Esta última, con una altura de 72 metros y un volumen superior al de las pirámides de Egipto y a la pirámide del Sol en Teotihuacán, México.
La pirámide de La Danta, explica Hansen, supera por mucho los 22.8 metros de altura de la pirámide del Templo de las Inscripciones en Palenque (México); los 24 metros de altura de la pirámide El Castillo, en Chichen Itzá (México); los 47 metros de altura de la pirámide del Gran Jaguar, en Tikal (Guatemala); e incluso, los 65 metros de altura de la Pirámide del Templo IV, también en Tikal.
Esta Reserva de la Biosfera, decretada así en 1990 por el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP) de Guatemala, es el reservorio natural de cientos de especies endémicas de flora y fauna.
Rumbo a El Mirador
En un acto de misticismo puro, Danilo, el guía que nos conduce por un intrincado sendero de este bosque tropical, le habla al bosque como lo haría con un viejo conocido. Le dice que solo queremos escuchar su silencio. Que solo queremos conocerlo en su esencia más pura.
De pronto se escucha un poderoso rugido de jaguar. La piel se nos enchina.
“Esa es la voz del bosque. Es la forma con la que el bosque se comunica…”
— Danilo, el guía que conduce por la selva
La vegetación es cada vez más espesa y los moscos zumban de un lado a otro. Muy cerca de ahí, entre los árboles que rodean la zona, se escucha el alboroto de los monos araña que se acercan brincando de árbol en árbol.
Marco, el otro guía, se mantiene atento. Es como si fuera el traductor de los sonidos nocturnos. Uno a uno va descifrando los aleteos, los aullidos y siseos sobre las hojas secas.
Una larga historia
El sitio arqueológico de El Mirador se conoce desde el año de 1882 cuando se trazó la línea fronteriza con México. Poco después se exploró por los chicleros del Petén. Fue hasta 1930 cuando formalmente se dió a conocer al mundo toda esta riqueza, gracias a las primeras fotografías aéreas, publicadas por el explorador Percy Madeira.
En 1934 se realizó la primera expedición arqueológica en la zona por parte de la Institución Carnegie de Washington. Pero no fue sino hasta 1962, cuando el arqueólogo Ian Graham de la Universidad de Harvard pudo elaborar el primer mapa del sitio.
Con base en el mapa de Ian Graham, entre 1978 y 1983, se puso en marcha el primer plan de rescate del sitio arqueológico, denominado Proyecto Arqueológico Mirador, dirigido por los doctores Ray Matheny y Bruce Dahlin. Dentro de ese proyecto fue el estudiante Wayne Howell quien realizó las primeras investigaciones sobre la Pirámide de La Danta. En tanto que Dr. Robert Sharer (de la Universidad de Pensylvania) y Arthur Demarest (de la Universidad Vanderbilt) sondearon las inmediaciones a través de diversos pozos de exploración.

Richard Hansen fue encargado en aquél entonces del Complejo Tigre en el sector oeste del sitio, y descubrió la cerámica Preclásica directamente encima de los pisos de las estructuras principales. En base a esos descubrimientos se logró determinar la antigüedad del sitio.
Los académicos han establecidos con bases científicas la importancia de los sitios arqueológicos de la Cuenca Karst Mirador-Calakmul, y han logrado establecer que estos conjuntos piramidales, que operaron como verdaderas ciudades-Estado, en realidad son entre 1000 a 2000 años más antiguos que otros sitios de la misma cultura maya, como los de Palenque o Chichen Itzá, en México, o Tikal, en Guatemala, los que hasta antes eran considerados como los sitios más antiguos de la cultura maya, y consecuentemente cuna de esa civilización.
Con la intención de sostener la tesis de que el origen de la civilización maya se encuentra en la zona de El Mirador, desde el año 1987 Hansen ha trabajado con recursos de organizaciones no gubernamentales, de individuos que han manifestado su interés por la exploración, con la Fundación para la Investigación Antropológicas y Estudios Ambientales (Fares por sus siglas en inglés) y con recursos propios, con el fin de preservar los sitios arqueológicos, la selva tropical que los rodea y buscar la forma de dar a conocer esta riqueza cultural al resto del mundo.

La mano del Imperio
A lo largo de 40 años el trabajo de Hansen ha sido reconocido en numerosas ocasiones. En el 2005, el presidente de Guatemala, Oscar Berger, le otorgó la Orden Nacional del Patrimonio Cultural, esto por promover acciones a favor de la conservación del patrimonio histórico guatemalteco. Luego en el año 2008 fue reconocido como el Ambientalista del Año, esto por parte del Latin Trade Bravo Business, que es como el Oscar a los líderes más influyentes de América Latina en materia de preservación del medio ambiente. En el año 2012, fue nombrado por el gobierno de Francia como “Caballero de las Artes y las Letras”.
También en el 2012, Richard D. Hansen fue condecorado con la “Orden del Pop”, que entrega la Universidad Francisco Marroquín, de Guatemala como un reconocimiento a las personas que han contribuido a la conservación, investigación y difusión del patrimonio cultural de Mesoamérica. En 2013, este arqueólogo fue nombrado por la revista Latin Trade como uno de los 24 líderes mundiales que han cambiado a América Latina.
Luego en el año 2017, fue condecorado por el presidente de Guatemala, Jimmy Morales, con la “Orden del Quetzal” en grado de Gran Cruz, el más alto reconocimiento que otorga el gobierno de este país a los extranjeros.
En el 2019, el Ministerio de la Defensa del gobierno de Guatemala le otorgó el reconocimiento de la “Orden Monja Blanca” por su trabajo a favor del rescate y conservación de la Reserva de la Biosfera Maya, labor que a la fecha realiza a través de la Fundación para la Investigación Antropológica y Estudios Ambientales, de la que es fundador y presidente.

Pero no sólo son las grandes organizaciones las que han rendido homenaje a su trabajo. A este hombre rubio de más de 6 pies de estatura, lo identifican en cada rincón de la selva. Es algo así como una celebridad estilo Indiana Jones entre los turistas que llegan a la región.
Los visitantes lo reconocen, y como si fuera una estrella de cine lo rodean, le hacen preguntas y el responde, y se extiende en detalles. Se detiene en un mascarón, y explica su significado: “Este es el dios viejo, y este es el dios creador”. Los turistas, deslumbrados, se felicitan entre sí por haber tenido la suerte de encontrarse con Hansen, en medio de la selva.
El gringo colonialista
Hansen se sacude en su silla a carcajada suelta cuando le insisto sobre los “intereses oscuros” de los que le acusan sus detractores. Cuando se recompone de la risa me mira muy seriamente y coloca sus manos sobre la mesa. Muestra sus palmas en actitud de franqueza: “Yo no encabezo ninguna invasión imperialista”, dice con voz suave y su español extranjero. “No aspiro a quedarme con nada. Solo quiero dar al mundo la posibilidad de que conozca la belleza de El Mirador y ayudar a que se conserven en el futuro para los guatemaltecos y para el mundo entero”.
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Fuente LOS ANGELES TIMES