José Ramón nos platica acerca de este apasionante tema. La peligrosa arca de la Alianza
Relatos del lado oscuro presenta: Un tema de película, la peligrosa arca de la Alianza, la historia, el símbolo del pacto entre Yahve y el pueblo judío, perdida en el tiempo, su paradero desconocido, su poder mítico a hecho temblar a muchos y ambicionado por otros llevó a Hitler a buscarla.

El arca de la Alianza o arca del Pacto es un cofre de madera cubierto de oro descrito en la Biblia que, según el libro del Éxodo, contenía las dos tablas de piedra de los Diez Mandamientos. Según la Carta a los hebreos del Nuevo Testamento, también contenía la vara de Aarón y una vasija de maná. El episodio se sitúa aproximadamente un año después del éxodo de Egipto.
El arca fue creada siguiendo el modelo que Dios le habría dado a Moisés cuando los israelitas acamparon al pie del monte Sinaí. Más tarde se colocó en el templo de Jerusalén construido por Salomón.
Hay quienes sostienen que se trataba de las segundas tablas y los restos de la primera; por otro lado, otros sostienen que además se guardó un rollo de la Torá.
Se desconoce su ubicación actual, aunque existen varias teorías al respecto.
El arca representó durante su existencia la presencia de Dios, quien prometió: «Allí ciertamente me presentaré a ti, y hablaré contigo desde más arriba de la cubierta, desde entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio». «En una nube apareceré encima de la cubierta» (Éx 25:22; Le 16:2).
Samuel escribió que Yahveh «estaba sentado sobre los querubines» (1Sa 4:4), de ahí que estos sirvieran como «la representación del carro» de Yahveh (1Cr 28:18). Por lo tanto, «siempre que Moisés entraba en la tienda de reunión para hablar con Yahveh, entonces oía la voz que conversaba con él desde más arriba de la cubierta que estaba sobre el arca del testimonio, de entre los dos querubines; y le hablaba» (Nú 7:89). Más tarde, Josué y el sumo sacerdote Finehás también inquirieron de Yahveh delante del arca (Jos 7:6-10; Jue 20:27, 28). Solo al sumo sacerdote le estaba permitido entrar en el Santísimo y ver el arca un día al año, aunque no con el propósito de comunicarse con Yahveh, sino para llevar a cabo la ceremonia del Día de Expiación (Le 16:2, 3, 13, 15, 17; Heb 9:7).
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