Hay una historia detrás de cada persona.
Sigmund Freud
Por Katty Salerno
Carlos Benguigui nació en Melilla, una ciudad autónoma española ubicada en el norte de África donde conviven pacíficamente cristianos, musulmanes y judíos. Sus abuelos llegaron allí procedentes de Marruecos, como tantos otros judíos. Y muchos años después, sus hermanos mayores migraron a Venezuela buscando, si no la Tierra Prometida, al menos una que sí prometiera un mejor futuro. Y la Venezuela de mediados de los setenta del siglo pasado, bendecida por el boom petrolero, ofrecía ese mejor porvenir a propios y a extraños.
Tenía once años cuando llegó a Venezuela. De inmediato, su familia se instaló en un apartamento en la Av. Libertador, a la altura de La Florida, y él reanudó sus estudios en el colegio Moral y Luces, en San Bernardino, donde aún continúa funcionando.
«Mi papá era comerciante. Tenía una pequeña bodega en Melilla y vendía productos secos, más que todo, café, granos, etcétera. Mis hermanos mayores migraron primero. Una vez que ven que les va bien en Venezuela, nos mandan a llamar. Llegamos en el año setenta y cinco. En Venezuela se veía muy prometedor el futuro y de hecho así fue», contó en esta entrevista exclusiva con Curadas.com Carlos Benguigui, quien hoy es un reconocido diseñador de moda que presenta sus colecciones de ropa en prestigiosas pasarelas del mundo sin separarse de Venezuela.
Su más reciente colección, Elvis Presley 24, inspirada en el estilo roquero de los años cincuenta y sesenta, pero de manera especial en Elvis Presley, icono de la música y la moda de esa época, fue presentada en septiembre pasado en la New York Fashion Week (NYFW). La Semana de la Moda de Nueva York reúne dos veces al año, en febrero y septiembre, a los más famosos y consagrados diseñadores del mundo y también ofrece la oportunidad a los nuevos talentos para que den a conocer sus propuestas.
Muy pronto lo veremos también en Venezuela se Viste de Moda, la vitrina de moda más importante de nuestro país, a realizarse el 28 y 29 de noviembre en la Quinta La Esmeralda. Allí tendremos la oportunidad de apreciar una recopilación de las otras dos colecciones presentadas este años por Carlos Benguigui: Fashion y Ceremonia.
—¿Hay antecedentes en su familia de personas dedicadas a la sastrería o que estuvieran vinculados de alguna manera con la industria textil?
—En cierto modo sí, pero no fue eso lo que más me influenció. A mi tía le encantaba coserse sus vestidos; de hecho, tenemos acá en casa una máquina de coser de esas de pedal, marca Singer, muy antigua, pero de muy buena calidad, que era de ella. A mi mamá también le encantaba hacer labores de costura.
»Cuando me fui a estudiar a Estados Unidos, a finales de los ochenta, empecé la carrera de Arquitectura. Y no me fue muy bien, la verdad, porque después fue que me di cuenta que eso tenía que ver demasiado con matemáticas y yo no era bueno en esa materia. Pero tenía un hermano radicado en Miami que se dedicaba a la venta de ropa importada, principalmente italiana. Entonces, de tanto ver piezas de confección, de ver tantas cosas vinculadas con la moda, decidí cambiar de carrera y comencé a estudiar Diseño de moda.
—¿Ese es el momento en que se da cuenta de que tenía talento para el diseño de moda?
—Sí, yo diría que sí, que es ese el momento en que tomo conciencia de ello. Aunque ya antes había mostrado cierta inclinación. Muchas veces compraba piezas para mí que luego mandaba a modificar, a cambiarle algo, a entallar o a agregarle algún detalle. Siempre buscaba que mi ropa de vestir fuera un poquito diferente de lo convencional.
—¿Y con quién aprendió a dar las primeras puntadas?
—Eso fue en la universidad, justamente. En Venezuela no había ningún instituto de diseño de moda donde uno pudiera formarse en esta área. Estoy hablando de la segunda mitad de los años ochenta. Por eso estudié en Miami, en el Miami Dade Community College. Ese instituto tenía la particularidad de que todo iba centrado y alrededor de lo que era el diseño femenino. No había alguna parte de la carrera en la que uno pudiera centrarse en la parte masculina, excepto una materia, que era sastrería. Ahí comencé a dar las primeras puntadas, porque era obligatorio hacerlo. Hoy día un diseñador realmente no cose, pero sí debe conocer bien los términos y, sobre todo, los acabados, porque, si no, no puede orientar la labor.
—¿Le gusta coser?
—No, realmente no. Lo mío, mi especialidad, es el patrón, realizar el patrón. Hago el diseño y le hago los campos acordes a la estructura bidimensional del patrón, que es ancho y largo. En ese sentido voy experimentando, voy cambiando, tratando de alterar, digamos, los principios básicos de la sastrería, pero manteniendo una alta calidad.
—¿En qué momento tomó la decisión de tomar en serio el diseño de modas como para convertirla en su vocación, su forma de vida?
—Nunca me lo tomé como un hobby o como algo abstracto, no. Una vez que cambié de Arquitectura a Diseño de moda me dije que tenía que ir por ahí, que me centraría en esto. Estaba trabajando medio tiempo y estudiando medio día. De esa manera empecé a ganar clientes al detal, empecé a ser conocido por las cosas que decía la gente de boca en boca. Eso comenzó en Miami mismo, ya a finales de los ochenta.
»Cuando terminé la carrera aún debía hacer un año de entrenamiento práctico. Trabajaba para una empresa que era la distribuidora principal de la fábrica de medias Everfit, que estaba en Panamá y comercializaba hacia Estados Unidos y otras partes de Latinoamérica. Teníamos el warehouse o depósito principal en Miami. Una vez a la semana yo les enviaba los diseños y ellos fabricaban las medias para niños y niñas, damas y caballeros, todo lo que tenía que ver con tejido circular.
»Una vez que terminé los estudios regresé a Caracas y junto con mis hermanos decidimos montar una fábrica de ropa, que comenzó a operar formalmente, con registro mercantil y todo, en 1990. Al principio vendíamos ropa casual al mayor. Me refiero a chaquetas de combinación, pantalones solos, camisería, que nosotros diseñábamos y fabricábamos con material importado, principalmente de Italia, y las vendíamos a tiendas tipo boutique -que hoy día ya no existen, obviamente, debido a que a partir del año noventa y ocho noventa y nueve los grandes centros comerciales comenzaron a operar con tiendas franquicias.
»Las tiendas donde nosotros vendíamos ofrecían ropa muy exclusiva de diferentes marcas y de diferentes diseñadores nacionales que daban muchas opciones y muy variadas al consumidor. Por ejemplo, teníamos Cotton Club en Sabana Grande; Barros Boutique, en el CCCT; Asi2, que estaba también en Sabana Grande, hacia la parte central del bulevar. Teníamos una minitienda que se llamaba Vogeler, en Plaza Las Américas. Tratamos de tener en cada centro comercial una representación de nuestra marca a la que les ofrecíamos diseños novedosos cuyos inventarios rotábamos cada dos o tres meses.
»Al cabo de unos años compré las acciones a mis hermanos y continué yo solo, haciendo tanto sastrería al detal, me refiero a ropa más para ejecutivos, aparte de la ropa casual que ya se vendía en las diferentes tiendas de las que le estoy hablando.
—Sus diseños son muy vanguardistas, pero, al mismo tiempo, son piezas que lo retrotraen a uno a otras épocas. De repente uno puede tener remembranzas del 1700 en el Palacio de Versalles o viajar a los años 20 o al comienzo de la Era Industrial. ¿Qué trata de transmitir con sus diseños?
—Lo más importante para mí a la hora de transmitir algo es elegancia. Trato de buscar una época o un punto de la historia de la moda en donde exista un cierto estilo, pero lo varío con telas actuales, colores actuales y en la manera como se combinan.
»El propósito no es que viajemos en el tiempo ni que nos vistamos como lo hacía la gente en otras épocas. La idea es traer un poco de esa inspiración para que volvamos a vestirnos con elegancia. Siento que a partir de la pandemia (por el coronavirus) se perdió un poco la elegancia por todo ese tiempo que la gente estuvo encerrada porque no tenían que ir a trabajar o lo hacían desde sus casas; no había fiestas, hubo mucho aislamiento y la gente no tenía razones para para vestirse bien. Obviamente, en ese momento lo prioritario era cuidar la salud, pero esas circunstancias hicieron mucho daño a la industria. Esa es mi meta a la hora de diseñar, rescatar la elegancia.
»Mucho de lo que se ve en mis desfiles es más una especie de gancho. En un desfile tenemos que darle al cliente algo diferente, algo muy actual y novedoso, que llame su atención. Si después se deciden por un modelo más clásico y personal, no tengo ningún inconveniente en hacérselo. Lo importante es eso, dar opciones a los clientes. Y en ese sentido siempre tratamos de trabajar con los mejores tejidos, las mejores construcciones internas, las mejores hombreras, los mejores suples, las mejores entretelas, todo para ofrecer una pieza de calidad que perdure el tiempo tanto en calidad como en moda.
—La gente de antes como que se preocupaba mucho más por su apariencia. Mi abuelo materno, por ejemplo, era jardinero, un oficio muy humilde. Sin embargo, él iba a su trabajo vestido de flux, corbata y sombrero y en un bolso aparte llevaba los overoles que usaba para trabajar la jardinería. La gente se preocupaba por ir bien vestido a su lugar de trabajo.
—Sí, todo eso se ha ido perdiendo. Hoy en día casi toda la banca es digital, por ejemplo, ya uno no necesita ir al banco prácticamente. Antes, se trataba de mantener ciertos códigos de vestimenta para trabajar en la banca, había que usar camisas de vestir y corbata. Hasta en los ministerios y empresas públicas se exigían ciertos códigos de vestimenta. Hoy en día ya no es así. Ya no les exigen corbata y las camisas son hasta de mangas cortas, aunque eso también puede ser por cuestiones relacionadas con el clima, que no da como para que los empleados vayan más elegantes.
—¿Alguna vez ha soñado con hacer el vestuario para una película?
—Bueno, sí. De hecho, trabajé con Carlos Malavé para su película Último cuerpo. El vestuario de parte de los protagonistas fue confeccionado por mí.
—Hablemos de sus colecciones. La más reciente la presentó el 8 de septiembre de este año en la Semana de la Moda de Nueva York y está inspirada en Elvis Presley.
—Nosotros presentamos entre dos y cuatro colecciones al año. Son colecciones pequeñas, de apenas doce-quince piezas. Este año ya hemos presentado tres colecciones. En febrero presentamos en Nueva York la colección INXS, inspirada en el grupo de rock australiano del mismo nombre de los años ochenta. Todo era muy roquero, muy glam rock. Todos los modelos usaban lentes de sol, jeans muy entallados, todos iban con una franela y con una chaqueta sport pero a la vez elegante. Se trabajó mucho el semicuero, mucho animal print.
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»En marzo presentamos la colección Ceremonia, en Málaga, España. Ahí trabajamos tonos más monocromáticos basados en los colores crema, blanco, azul eléctrico y negro. Después presenté la colección Elvis Presley primavera-verano 2024. Esa colección Elvis Presley consta de doce piezas y es la que se está viendo en estos momentos en nuestras redes sociales.
»Justamente cuando venía en el vuelo de Málaga para Caracas vi la película Elvis (dirigida por el productor de cine australiano Baz Luhrmann) y me impresionó demasiado, en especial el vestuario, que me encantó. Yo ya tenía algunas referencias de la forma en que él vestía, pero no se me había ocurrido hacer una colección inspirada en él hasta que vi esa película. En los últimos años he trabajado en colecciones inspiradas en algún género musical o en un grupo musical. El año pasado, por ejemplo, fue el grupo Kiss, y la presentamos a principios de año, en febrero, en Atlantic City.
»Después, en septiembre, presenté la colección Steam Punk. El steampunk es una tendencia que se inició en el ámbito literario pero que se ha extendido a otras áreas, entre ellas la moda. Tiene que ver con lo que usted mencionó inicialmente, una mezcla entre lo que es el punk y movimientos sociales importantes, como la revolución industrial, por ejemplo, un hecho que influenció mucho en la forma de vestir de la gente. Dentro de esta onda del steampunk hay varias tendencias. Está el cyberpunk, que tiene que ver un poco más con la parte futurista, más oscura, más dark. Y está el ecopunk, que tiene que ver más con la naturaleza, con tonos verdes, neutros, marrones, beige, etcétera.
—Diseña ropa para hombre y para mujer, pero se dedica más a la línea masculina ¿Por qué le atrae más esta?
—No sé por qué, la verdad. Quizá porque son piezas que yo mismo puedo usar. En el instituto donde estudié no tenía manera de estudiar la parte masculina. Tuve que ir aprendiendo solo, con libros que compraba, experimentando con los patrones, trabajando patrones básicos y después haciéndole alteraciones, pidiendo orientación a mis profesores.
»Pero dentro de cada colección sacamos una o dos piezas femeninas, pero eso sí, en la línea de lo que es la alta sastrería. Por ejemplo, un vestido muy sencillo, un sobretodo, un conjunto de chaqueta-pantalón o chaqueta-falda. Todo eso podemos hacerlo para damas. Pero siempre me gustó más la parte del diseño masculino, es así.
—¿Nunca le ha tentado la idea de establecerse fuera de Venezuela?
—Lo hemos estudiado, pero por ahora nuestra base de operaciones sigue siendo Venezuela. Hemos tenido tiendas que nos han representado en Nueva York, en donde hemos podido colocar las piezas a consignación y hemos visto que ha gustado y que se han ido vendiendo bien. Eso es lo que tratamos de hacer, que nuestra base de operaciones permanezca en Venezuela, aunque colocando nuestras piezas en el exterior.
»Pero, no crea, también hacemos desfiles acá. En noviembre del año pasado estuvimos en una colectiva en Maracaibo y también presentamos en marzo de este año la colección Ceremonia. El año pasado participamos en un desfile en Nova Novias, en Valencia. Por supuesto que también nos importa mucho que el público de Venezuela sepa que estamos acá.
—¿Se siente feliz con la decisión de haber dejado la arquitectura y escoger el diseño de modas?
—Sí, me siento muy feliz, a pesar de que, como todo negocio, esta actividad tiene sus vaivenes porque está muy sujeta a los movimientos de la economía. Pero sí, es lo que me gusta, es lo que me encanta hacer, es lo primordial para mí. Yo creo que mientras uno hace lo que más le gusta, va a estar bien y va a estar feliz.