Insólitos testigos de crímenes | Relatos del lado oscuro

La policía tiene muchos medios a su alcance para investigar, pero los testigos siempre son importantes, aunque algunas veces puedan ser un poco extraños. Insólitos testigos de crímenes

Relatos del lado oscuro nos lleva a conocer algunos casos en los que los insólitos testigos de crímenes, eran poco comunes…

Créditos al canal Relatos del Lado Oscuro en YouTube
Valente Quintana, apodado “el Sherlock Holmes mexicano”

Ninguna historia de la criminalidad en el México de los años veinte del siglo pasado estaría completa sin incluir a este personaje, a quien, desde muy temprano en su carrera policial, la prensa apodó “el Sherlock Holmes mexicano”. Sus habilidades como investigador lo colocaron en las más diversas investigaciones, y persiguió ladrones ingeniosos lo mismo que interrogó magnicidas y se enfrentó a grandes farsantes.

Ingenioso, atrevido, valiente, y, si resultaba necesario, no le daba resquemor sentarse a dialogar con Satanás. Para los locos años veinte, donde la vida marchaba a toda velocidad y algunos optimistas auguraban un mundo donde las bellas flappers se moverían por la ciudad no en ruidosos automóviles, sino en gráciles y coloridos aeroplanos, un detective sobresaliente era lo más adecuado para resolver los grandes crímenes del momento. Y es que a Valente Quintana, con muchas horas de vuelo, y un profundo conocimiento de los bajos fondos mexicanos, ningún reto le parecía pequeño.

En 1921, cuando comenzaba el gobierno de Álvaro Obregón, y muchos consideraban que los años de enfrentamientos armados ya habían pasado, la vida criminal del país era un complicado mosaico donde los crímenes pasionales, los asesinatos políticos y los robos de muy alta categoría, como se estilaban en las novelas europeas de Arsene Lupin o del famoso Raffles, eran el pan de todos los días en las páginas de los periódicos. Por muy político que fuese el diario en cuestión, jamás se sustraía al poder de la nota roja, que atrapaba a los lectores y vendía muchos, pero muchos ejemplares: “Los crímenes siempre van en la primera plana”, le escribía, en 1923, el director gerente del vespertino El Mundo, que respondía por Martín Luis Guzmán, a su corresponsal en Europa, llamado Alfonso Reyes.

Las habilidades criminales se habían multiplicado, y en eso, cosas de la vida, también se reflejaba la modernidad. Para los años 20 hasta se habían dado ya casos de lo que hoy llamaríamos “delitos de cuello blanco”, como ingeniosos fraudes a compañías aseguradoras. Por eso, para grandes crímenes, se necesitaban policías de ingenio aguzado y sin miedo a nada.

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