¿El ser humano siempre ha sido consciente? ¿Empezó a serlo en algún momento de la historia? El origen de la consciencia
La consciencia es el estado de conocimiento de uno mismo y del entorno por la cual el individuo realiza sus funciones perceptivas, intelectuales, afectivas y motoras. Pero, ¿cual es el origen de la consciencia?
Puede que la consciencia sea el mayor acertijo de la naturaleza. Si solo nos fijamos en lo fundamental, es lo que nos permite percibir tanto el entorno como nuestro propio estado interior. Pero, cuando pensamos en ella, es inevitable empezar a dar vueltas.
Todos sabemos intuitivamente lo que es la consciencia. Es esto. Es lo que experimentamos aquí, ahora mismo. Pero a la hora de precisar lo que es exactamente, nos sentimos como si intentáramos agarrar aire.
Y no solo nos pasa a nosotros. Para filósofos y científicos definir la consciencia también es un quebradero de cabeza. Las distintas escuelas y pensamientos compiten entre sí, pero nadie ha conseguido acercarse a explicarla.
Es muy perturbador saber que no comprendemos lo que nos hace conscientes de nosotros mismos y del mundo. En esta área tan confusa, consciencia e inteligencia también están relacionadas, aunque no son exactamente lo mismo.
En otros videos trataremos con más profundidad las teorías de la consciencia y la inteligencia. Al igual que la mayoría de lo que nos convierte en humanos, es probable que la consciencia haya evolucionado desde formas menos complejas, como un producto de la evolución de la selección natural.

Para comprender los orígenes de la consciencia, empecemos por los objetos no vivos, como las piedras. Hay consenso en que las piedras no poseen conciencia, aunque algunos panpsiquistas sostienen que incluso los objetos inanimados podrían tener una vida interior. Sin embargo, como las piedras no muestran ningún comportamiento, es imposible probar o refutar esta afirmación.
Pasando a los seres vivos, un aspecto clave de la conciencia es la percepción del mundo. La conciencia evolucionó probablemente como un medio para que los individuos móviles localizaran fuentes de alimento. En las escalas más pequeñas de la vida, la conciencia no es necesaria para encontrar alimento. Por ejemplo, el Trichoplax adhaerens, uno de los animales más simples, se mueve aleatoriamente y pasa más tiempo donde hay comida. Sin embargo, no tiene una dirección específica ni conciencia de su entorno.
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