Antonio Drija está por cumplir cincuenta años de vida artística y su pasión por crear sigue intacta. Por estos días está trabajando en los detalles de un cortometraje del cual no quiso adelantar nada, pero que revela que sigue siendo el mismo hombre de espíritu inquieto que debutó a los quince años como bailarín en el programa Viva la Juventud, que transmitía Radio Caracas Televisión.
Desde entonces labró una carrera a base de disciplina, trabajo duro y estudio que lo ha llevado a recorrer escenarios dentro y fuera del país como bailarín, modelo, coreógrafo, actor, director y más recientemente como escritor. En su libro Mi vida es un Cirque, publicado en 2020, cuenta su trayectoria como bailarín y coreógrafo durante los años dorados de la televisión venezolana y cómo se convirtió en el primer venezolano en formar parte del reconocido Cirque du Soleil.
Hijo de un inmigrante sirio que llegó a Venezuela con la ropa que llevaba puesta y una pequeña maleta, y de una venezolana, también de origen sirio, aseguró en esta entrevista exclusiva con Curadas.com que en su ADN «no hay ninguna referencia de arte». Fue su pasión por el baile lo que lo condujo a tomar la decisión de convertirse en un profesional de este campo; y lo que lo empujó muchos años después, tras la llegada de Hugo Chávez al poder, a buscar en el exterior nuevos escenarios donde seguir brillando.
¡Y vaya si lo logró! Luego de participar en una audición a la que asistieron más de 25000 aspirantes, Antonio Drija fue seleccionado para formar parte del elenco de Zumanity, un espectáculo para adultos que el Cirque du Soleil presentó en el hotel New York-New York de Las Vegas entre septiembre de 2003 y marzo de 2020, cuando tuvo que cerrar a consecuencia de la pandemia de covid-19.
—¿Qué fue lo más más difícil de pertenecer a una organización artística de la talla del Cirque du Soleil?
—Lo más difícil de haber estado en el Cirque Du Soleil por casi quince años fue tratar con respeto cada función como si fuese un estreno. Repetir casi 6000 veces una interpretación, manteniendo la naturalidad, espontaneidad y frescura con una inteligencia emocional que perdurara función tras función.
—¿Qué lo llevó a tomar la decisión de convertirse en un profesional del baile?
—Supongo que la pasión que me generaba expresarme a través del movimiento, inspirado por vivencias, emociones y la misma música. Definitivamente, escogí el camino del arte más por amor que por rebeldía, la rebeldía la usaba por medio de lo que plasmaba en escena en cualquiera de sus formas. Obviamente que con los años la rebeldía se dosifica, me he vuelto más tolerante e intolerante al mismo tiempo.
—¿De dónde le viene este talento artístico: de su madre o de su padre?
—Ninguna referencia de arte en mi ADN. Mi madre, la mayor de doce hermanos, fue un ejemplo de sobrevivencia más que de alguna rama artística. Y mi padre, un comerciante árabe, siempre estuvo enfocado en el sustento familiar.
—¿Dónde se formó académicamente como bailarín y coreógrafo?
—Fueron innumerables los maestros con los que me formé. Instituciones en Nueva York como The Ailey School, Steps, Broadway Dance Center, Clark Center for the Performing Arts, fueron de las más importantes. Y en Venezuela, Interamericana de Ballet, Instituto Superior de Danza y la escuela Lidija Franklin, entre muchos otros. —¿Cómo llegó al programa Viva la juventud y en qué momento tuvo su primera oportunidad como coreógrafo?
—¿Cómo llegó al programa Viva la juventud y en qué momento tuvo su primera oportunidad como coreógrafo?
—Comencé a trabajar como bailarín a los 15 años en Viva la Juventud. Llegué de la mano de una conquista que me pidió que la acompañara a un ensayo en RCTV. A mí me atrapó el olor del estudio de televisión, entre otras cosas, y terminé siendo yo quien se quedara en el programa, porque ella decidió no continuar participando. Creo que yo comencé a coreografiarme a mí mismo cuando en comerciales de TV o eventos me asignaban que bailase lo que quisiera, siguiendo una regla de la marca.
—Es bailarín, coreógrafo, actor, animador, modelo… ¿Y el canto, nunca se le dio? Porque a su hijo Víctor (Drija) le ha ido muy muy bien como cantante y compositor.
—Pues sí, mis dos hijos cantan muy bien. En un par de obras de teatro he tenido que defenderme cantando, cubierto por el personaje desempeñado. Pero no, el canto no es mi fuerte, definitivamente.
—Se ha acercado al judaísmo y al budismo, entre otras religiones. ¿Qué lo ha llevado a esta búsqueda? Y lo más importante: ¿encontró lo que buscaba?
—Este es un tema que me apasiona. Estar en la búsqueda constante de la paz y la armonía es un reto diario. Trabajo día tras día mi mejor religión: empatía, escuchar de verdad, respeto, ver la luz del otro aunque a simple vista no se le note. Y hablando de todas las religiones, estoy más que seguro que todos los caminos conducen a una misma luz, aunque las religiones dividan.
—En una ocasión, hizo la siguiente reflexión: «Para llegar a la cima debes ante todo conocerte y estar en paz contigo mismo para poder emprender un viaje de muchos obstáculos». Al escucharla, interpreto que su espiritualidad le es tan importante como lo profesional.
—Indiscutiblemente no se puede separar el profesional de la persona. Si pintas un cuadro, de alguna manera en el lienzo se va plasmar tu arte, que, a su vez, se filtra mediante la persona.
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—¿Cuál ha sido el obstáculo más difícil que ha enfrentado en su carrera y cómo lo ha superado?
—El obstáculo más grande ha sido y será esa pequeña voz que se encarga de sabotearte. Por momentos, hay que sentarse a escucharla y después mandarla a un lugar donde no tenga poder.
—Con Anita Vivas logró formar una hermosa familia que se mantiene muy unida a pesar de haberse divorciado ustedes. ¿Esto significa que sí se puede tener una vida familiar en un medio tan difícil como lo es la industria del espectáculo? ¿Cuál fue el secreto, en su caso? Se lo pregunto a propósito de la película All that Jazz, que tiene elementos autobiográficos de su director, Bob Fosse.
—Cuando formas familia con otra persona, ese vínculo no se rompe. Quizá otras parejas deciden hacer de su divorcio o separación un vía crucis, victimizar, sufrir, quejarse, a mi parecer innecesario. Cada pareja lleva su proceso y si supieran el alivio que se siente al llevar la fiesta en paz, tomarían la decisión adecuada. Cada uno lleva su propia autobiografía, dirigida a su propia película, no solo Bob Fosse.
—Ya que tocamos el tema de las películas, hablemos de West Side Story, que sé que es una de sus favoritas. Más allá del hecho de que el baile es uno de los protagonistas de esta historia, ¿qué le inspira esta película? ¿Alguna vez tuvo la fantasía o soñó con hacer algo así en su vida?
—¡Qué hermoso es vivir un sueño gracias al talento de mi propio hijo! West side story fue mi razón seria de convertirme en un profesional. Y disfrutar a George en Broadway interpretando a Bernardo, cumplió la misión. ¡No recuerdo cuántas veces agradecí a Dios por ese momento!
—¿En qué proyectos está trabajando actualmente?
—Recientemente hice para el Tower Theatre de Miami la coreografía de Afterglow, un musical off Broadway que se ha presentado con gran éxito en el mundo entero. También actué como invitado en la serie 4 Ever, de Disney+. Y actualmente estoy formalizando los detalles de un cortometraje. ¿Como actor, coreógrafo o director…? Parte de mi personalidad es generar misterios que eventualmente serán revelados…


