Acompaña a Valen de Viaje en este video y conoce sobre los 18 sancochos en un día
Los sabores son arraigo y eso lo sabe el equipo de Carabobo Gastronómico liderado por Mamá Zori, que aún cuando está fuera de Venezuela, se empeña en mantener la presencia de la sazón de su estado. Así fue como se organizó la cuarta edición del “Festival del Sancocho en Patanemo”, una playa muy cerca de Puerto Cabello, frecuentada por cientos de porteños los fines de semana. 18 sancochos en un día.
Tuve la dicha de ser parte del jurado junto a Eduardo Monzón como presidente y Humberto Arrieti, excelso cocinero larense, pasamos el día entero pateando esa playa bajo la chapa de sol, probando 18 sancochos creados en 18 kioskos a orilla del mar, con los más diversos pescados. Ahí supe que parte del secreto de un buen sancocho es la selección del pescado porque hay algunos que no aportan sabor, como el pargo por ejemplo.
Las verduras fueron siempre kilómetro 0. Cultivadas y cosechadas en un sitio que llaman Primavera, ahí mismo en las montañas de Patanemo. Había que probar en vasitos plásticos de café, anotar y quedarse como mudos, pero como jamás había sido jurado resulté un fracaso de emoción y gritos destemplados cuando un sancocho resultaba glorioso. Atapuzados de 18 vasitos de sancocho fuimos a deliberar, mientras sonaban los tambores, logramos armonía en los resultados, salieron tres ganadores que recibieron sus premios de lo más contentos, aplausos a montón y una muy amplia cobertura de prensa para que porteños y venezolanos sepan que en Patanemo siempre se van a gozar un muy buen sancocho.

A la mañana siguiente – lunes – nos lanzamos a la playa a las 7 am. Ahí entendí que después del sancocho viene la calma y que la naturaleza recupera su espacio, la cotidianidad es relajada, los pescadores salen de nuevo a la faena, las olas son la única música de la playa – como a mí me gusta – y La Ciénaga es la gloria. Llegamos después de caminar unos 15 minutos a orilla del mar hasta que se aparece una laguna salada que entra en la montaña, totalmente inmóvil, sin un alma que la perturbe, agua fresca y cristalina, fondo de arena y un caminito entre corales muertos para que poses tus pies descalzos sin magulladuras. Ahí nadé, flote, me zambullí y supe que en Patanemo hay que quedarse hasta el lunes para apreciar el genuino encanto de su naturaleza.
También procuré imaginar esa laguna en su apogeo de corales vivos. Entonces me fui a buscar las posadas para recomendarte 4 de ellas, que consideré más lindas y con buen servicio. Ya tú verás si te quedas o te vas el domingo. Yo te diría que te quedes si quieres vivir la misma alegría asombrada que me invadió un lunes en Patanemo. También supe que por ahí cerca, camino a la montaña, cultivan cacao y hacen tabletas de chocolate que cuentan historias. Fuimos y te lo cuento. Daba alaridos de júbilo y orgullo. Es la gente de Kacao Flower, una familia completa dedicada a la tierra.
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