«El comunicado redactado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos de América y suscrito por un puñado de gobiernos satélites que el día de hoy celebraron una reunión inmoral para atacar a Venezuela, no es más que un acumulado de infamias, distorsiones y aspiraciones golpistas que solo alcanzará un nuevo y estrepitoso fracaso».
Asi lo manifestó el canciller Yván Gil, en respuesta a la petición conjunta que hicieron 30 países y la UE, en Nueva York.
«Blinken y su “comandito” de países fascistas intentan reeditar la iniciativa del exvicepresidente Pence cuando en 2017, reunió también a sus gobiernos satélites intentando aislar a Venezuela, pero solo obteniendo como resultado su propio aislamiento y ridiculización», agregó.
Gil hace esta pregunta «¿con qué moral pueden invocar estos países la defensa de derechos humanos cuando en verdad ejercen la práctica colonialista de reunirse a espaldas del país en cuestión, para planificar cómo socavar sus instituciones, desconocer la voluntad democrática de su pueblo y ejercer nuevas acciones coercitivas destinadas a violar los derechos de todos venezolanos y venezolanas?».
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Reunión lamentable
Califica de «lamentable ver como países acuden a esas reuniones a ceder su soberanía y a someter su política exterior a los designios de Washington».
En contraste, «Venezuela desde hace más de 200 años es una nación independiente, y no es protectorado de nadie para estar sometiendo sus procesos internos al escrutinio de otras naciones».
Agrega que, «para profundizar su farsa, convocan el Centro Carter que, traicionando el legado histórico de su fundador, hoy no observa procesos electorales, sino que busca tutelarlos, redefinir sus reglas y proporcionar sus propios resultados a conveniencia».
Recuerda que «ya en Venezuela se pronunció el Consejo Nacional Electoral y su resultado fue ratificado por el Tribunal Supremo Electoral sin que ningún candidato presentara tan solo una impugnación contra el resultado. Esa es la verdad, pero este no es un grupo de países que quieren defender la democracia, sino más bien ser sus sepultureros’.
Afirma que «estos países que hoy alimentan y financian la confrontación, la destrucción y la muerte en Ucrania y en Gaza, tergiversan los hechos recientes en Venezuela para decirle “protestas pacíficas” a comandos de choque fascistas, para decirle “represión” a salvaguardar la paz colectiva con respeto pleno a los derechos humanos».
Insiste en que «Estados Unidos y sus cómplices deben entender de una vez por todas que Venezuela no es un país donde una persona puede autoproclamarse presidente por encima de la voluntad del pueblo venezolano, porque quien se atreve a hacerlo enfrentará todo el peso de la ley. La única censura es la que estos mismos países pretenden imponerle a Venezuela invisibilizando la decisión de más de 7 millones de venezolanos, sus reclamos de paz ante las amenazas golpistas y sus exigencias por el fin de las medidas coercitivas ilegales en su contra».
Asegura que «Venezuela ha sido y será siempre respetuosa del derecho internacional. Ha quedado demostrado cuando en Caracas se han protegido las sedes diplomáticas de Estados Unidos después de la ruptura de relaciones, a pesar de que en Washington y en Nueva York las sedes diplomáticas venezolanas han sido robadas, saqueadas y se encuentran hoy en un doloroso estado de deterioro ante la indiferencia de las autoridades estadounidenses. ¿Alguno de los países que subscriben han protestado este abuso? ¿Alguno protestó la violación de la inmunidad diplomática de México cuando Ecuador invadió su embajada y secuestró a una persona que tenía asilo político? ¿Alguno ha protestado el lanzamiento de misiles al Consulado de Irán por parte del régimen terrorista que ellos financian? Ninguno de los firmantes tiene moral para hablar de compromisos y respeto al derecho internacional cuando permanecen en silencio ante estos escándalos».
Se ha querido incluso instrumentalizar la sagrada figura del asilo político escudando con ella a golpistas quienes además han planificado, desde recintos diplomáticos, acciones de violencia y atentados contra autoridades venezolanas. Pretenden ahora, como se trata de atacar a Venezuela, defender el concepto cuando mayoría de ellos ni siquiera ha querido ratificar la Convención de Caracas de 1954.