La batalla por el control del «metaverso» se ha erigido como un tema central en la conversación tecnológica actual. Así, desvela una contienda de alto calibre entre gigantes de la industria por la primacía en la próxima evolución de internet
Este espacio virtual inmersivo y persistente, concebido como una extensión digital de la realidad, promete revolucionar la forma en que interactuamos, trabajamos, comerciamos y socializamos en línea. La hegemonía sobre esta naciente frontera digital conlleva la posibilidad de ejercer una influencia sin precedentes sobre la economía digital, la formación de identidades virtuales, el flujo de información y la definición de los estándares tecnológicos que regirán este nuevo universo. La batalla por el control del «Metaverso». Imagen superior de Jessica Lewis thepaintedsquare en Pexels.
La ambición de dominio: un nuevo paradigma digital
La visión del metaverso como la siguiente iteración de la web ha desatado una carrera armamentista tecnológica entre las principales corporaciones. El control de la infraestructura, las plataformas y los ecosistemas que sustenten este espacio virtual se traduce en un poder significativo sobre la floreciente economía digital. Se espera que la misma albergue mercados de activos digitales, monedas virtuales y un comercio electrónico inmersivo. Asimismo, las entidades que gobiernen las interacciones sociales dentro del metaverso tendrán la capacidad de moldear normas, identidades y formas de comunicación.
La capacidad de controlar el flujo de información y la distribución de contenido añade una capa adicional de influencia. Es similar a la dinámica de la internet actual, pero con un potencial aún mayor dada la naturaleza inmersiva del metaverso.

Los titanes en lucha: un ecosistema competitivo
Un puñado de gigantes tecnológicos se han posicionado como contendientes clave en esta batalla por el metaverso, a saber:
Meta (anteriormente Facebook), con una inversión masiva en su plataforma Horizon Worlds y en la tecnología de realidad virtual Oculus, se erige como uno de los principales impulsores de esta visión.
Microsoft, por su parte, enfoca su estrategia en el «metaverso empresarial». Se basa en herramientas como Mesh para Teams, buscando integrar la colaboración virtual en los entornos laborales.
Apple, aunque con un perfil más bajo en sus declaraciones públicas, se anticipa como un actor crucial con su esperado visor de realidad aumentada/virtual. Se apalanca en su sólido ecosistema y vasta base de usuarios.
Epic Games, creadores de Fortnite y fervientes defensores de un metaverso abierto e interoperable, buscan resistir el control de una única entidad. Ofrecen herramientas fundamentales como Unreal Engine para el desarrollo de estos mundos virtuales.
Nvidia, con su potente hardware de procesamiento gráfico y su plataforma Omniverse, se convierte en un habilitador esencial para la creación de entornos 3D realistas y la colaboración virtual.
Finalmente, Roblox, con su ya establecida plataforma de mundos virtuales creados por usuarios y una economía digital en auge, se presenta como un precursor y un actor significativo en la configuración del metaverso.
Los campos de batalla: áreas de confrontación estratégica
La contienda por el control del metaverso se despliega en múltiples frentes. El desarrollo y la propiedad del hardware de realidad virtual y aumentada, así como otros dispositivos de interfaz, son cruciales para la experiencia del usuario y el acceso al metaverso. La creación de plataformas inmersivas y atractivas, junto con los ecosistemas que las sustentan, representa un área primordial de competencia.
La provisión de software y herramientas de desarrollo, creación e infraestructura que impulsen el metaverso, es otro campo de batalla clave. La interoperabilidad entre diferentes plataformas y la definición de estándares abiertos o propietarios son puntos de intensa disputa.
La capacidad de atraer contenido y experiencias convincentes para creadores y usuarios es esencial para la adopción de las plataformas. Finalmente, el control sobre los datos de los usuarios y la identidad digital dentro del metaverso se erige como una fuente significativa de poder. Es además, un potencial foco de conflictos en torno a la privacidad y el control.

Preocupaciones y consecuencias: un futuro incierto
La lucha por el control del metaverso suscita importantes preocupaciones. El temor a la monopolización por parte de una única empresa plantea la posibilidad de sofocar la innovación, limitar la elección de los usuarios y generar prácticas de explotación de una posición dominante. La privacidad y la seguridad se intensifican como riesgos ante la naturaleza inmersiva del metaverso, con la potencial recopilación masiva de datos, la vigilancia constante y la vulnerabilidad de la identidad digital. La accesibilidad y la equidad emergen como desafíos cruciales para evitar la exacerbación de las desigualdades existentes, asegurando que el metaverso sea accesible a todos, independientemente de su nivel socioeconómico o limitaciones tecnológicas. Finalmente, el impacto social y cultural de la adopción generalizada del metaverso requiere una consideración cuidadosa de sus implicaciones a largo plazo.

El rumbo a seguir: ¿Colaboración o hegemonía?
Si bien la batalla por el control del metaverso está en pleno apogeo, el futuro de este espacio digital podría no ser un escenario de victoria absoluta para un único contendiente. La colaboración y el desarrollo de estándares abiertos podrían fomentar un metaverso más interoperable y centrado en el usuario.
Los organismos reguladores también podrían desempeñar un papel fundamental en la garantía de una competencia justa, la protección de los derechos de los usuarios y la mitigación de las implicaciones éticas de esta tecnología emergente. La interacción entre la innovación, la competencia, la colaboración y la regulación definirá en última instancia el panorama de esta nueva y fascinante frontera virtual.
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