Vlad el Empalador: entre la historia y la leyenda de Drácula

Vlad III, Príncipe de Valaquia, más conocido como Vlad el Empalador o Vlad Tepes, fue una figura histórica del siglo XV. Su vida y reinado se entrelazan con la leyenda de Drácula

Nacido alrededor de 1431 en Sighisoara, Transilvania (parte de la actual Rumanía), Vlad III o Vlad el Empalador gobernó Valaquia en tres períodos distintos. Todos marcados por la inestabilidad política y la amenaza constante del expansionismo otomano.

Su reputación de crueldad extrema, y particularmente su predilección por el empalamiento como forma de castigo, lo convirtió en una figura temida tanto por sus enemigos como por sus súbditos. Siglos después, inspiraría la icónica novela de Bram Stoker.

Orígenes y primeros años: un príncipe rehén

Vlad III nació en el seno de la Casa de Drăculești, una rama de la Casa de Basarab. Su padre, Vlad II Dracul, se vio nombrado miembro de la Orden del Dragón. Como sociedad caballeresca cristiana, se dedicaba a combatir el avance del Imperio Otomano.

El sobrenombre «Dracul» (dragón) se convirtió en hereditario para sus descendientes. Durante su infancia, Vlad III y su hermano menor, Radu el Hermoso, pasaron varios años como rehenes del Imperio Otomano.

Esta experiencia tuvo un profundo impacto en el joven Vlad, exponiéndolo a la brutalidad de la política otomana y sembrando en él un profundo resentimiento hacia los invasores. También pudo haber influido en su comprensión de la necesidad de un gobierno fuerte y despiadado para mantener el orden en una región volátil.

Vlad the Impaler, by Unknown Artist, c. 15th century, via Wikimedia Commons
Primer reinado y la lucha contra los boyardos

Vlad III ascendió al trono de Valaquia por primera vez en 1448, con el apoyo otomano, aunque su reinado fue breve, durando apenas unos meses antes de ser depuesto. Este primer período estuvo marcado por la lucha por el poder con facciones boyardas rivales, la nobleza local que a menudo desafiaba la autoridad del príncipe. Vlad percibía a los boyardos como una fuente de inestabilidad y corrupción, y durante sus reinados posteriores, implementaría medidas drásticas para consolidar su poder y someter a la nobleza a su voluntad.

El segundo y más cruel reinado: Vlad el Empalador

El segundo reinado de Vlad III, que comenzó en 1456, es el período más asociado con su infame reputación. Durante estos años, Vlad implementó una política de mano dura para restaurar el orden y la seguridad en Valaquia, que se encontraba asolada por la delincuencia y la corrupción.

Su método de castigo predilecto era el empalamiento, una forma de ejecución lenta y agonizante que utilizaba a gran escala contra criminales, traidores y enemigos políticos, incluyendo a los boyardos díscolos y a los invasores otomanos.

Los relatos contemporáneos describen escenas horribles de bosques de empalados, diseñados para infundir terror y disuadir cualquier oposición a su gobierno. Esta crueldad le valió el sobrenombre póstumo de «Țepeș» (el Empalador).

Conflicto con el Imperio Otomano y la defensa de Valaquia

Vlad III se opuso firmemente a la expansión del Imperio Otomano en la región. A pesar de haber pasado parte de su juventud como rehén otomano, se negó a pagar el tributo exigido y lanzó incursiones audaces al sur del Danubio, atacando fortalezas y poblaciones otomanas.

Su resistencia culminó en 1462, cuando Mehmed II, el conquistador de Constantinopla, lideró una gran campaña contra Valaquia. Vlad, aunque superado en número, empleó tácticas de guerrilla y tierra quemada para hostigar al ejército otomano, llegando incluso a realizar un ataque nocturno contra el campamento del sultán. Sin embargo, finalmente se vio derrotado y encarcelado en Hungría durante varios años.

Tercer reinado y muerte: un final turbulento

Tras su liberación, Vlad III recuperó brevemente el trono de Valaquia en 1476, con apoyo húngaro. Sin embargo, su tercer reinado fue nuevamente corto y turbulento. Se enfrentó a la oposición de los boyardos y a la amenaza continua de los otomanos.

En diciembre de 1476 o enero de 1477, Vlad III murió en batalla, aunque las circunstancias exactas de su muerte son inciertas. Algunas fuentes sugieren que su asesinato por boyardos traidores, mientras que otras indican que cayó luchando contra los otomanos. Su cabeza fue enviada al sultán Mehmed II como prueba de su muerte.

Legado histórico y la leyenda de Drácula

La figura de Vlad III ha perdurado en la historia y el folclore rumano, donde es recordado tanto por su crueldad como por su firmeza en la defensa de Valaquia contra la expansión otomana. Sin embargo, su reputación trascendió las fronteras de Rumanía gracias a la novela «Drácula» de Bram Stoker, publicada en 1897.

Créditos al canal Historia Incomprendida en YouTube

Stoker se inspiró en el sobrenombre «Dracul» y en los relatos de la crueldad de Vlad III para crear a su icónico vampiro. Aunque la novela es una obra de ficción, la conexión entre el personaje de Drácula y la figura histórica de Vlad el Empalador ha perdurado en la cultura popular, eclipsando a menudo la complejidad del verdadero personaje histórico.

Vlad III sigue siendo una figura fascinante y controvertida, un gobernante de una época brutal cuya sed de justicia y su implacable crueldad lo han convertido en un personaje imborrable de la historia europea.

Te gustó el artículo? Tenemos mucho más para ti. Únete a Curadas haciendo clic en este enlace

¿Qué opinas?