El fármaco centenario podría ayudar en la lucha contra el cáncer
La relación entre el cáncer y aspirina ha sido objeto de creciente interés en la comunidad científica durante las últimas décadas.
La aspirina más allá de sus conocidos efectos analgésicos, antiinflamatorios y antipiréticos.
Además de su papel en la prevención cardiovascular, investigaciones recientes sugieren que la aspirina podría desempeñar un papel significativo en la lucha contra el cáncer.
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Particularmente en la prevención o el retraso de la metástasis. Este el proceso por el cual las células cancerosas se diseminan a otras partes del cuerpo. Además, es responsable de la mayoría de las muertes por cáncer.
Si bien los hallazgos son prometedores, es crucial subrayar que la automedicación con aspirina no está recomendada. Además, cualquier consideración sobre su uso debe ser discutida con un profesional médico.
El potencial antimetastásico de la aspirina
Estudios recientes, muchos de ellos realizados en modelos animales, desvelan mecanismos moleculares a través de los cuales la aspirina podría ejercer sus efectos antimetastásicos.
Una de las vías más estudiadas implica su capacidad para inhibir la producción de ciertas sustancias en el cuerpo. Mismas que las células cancerosas pueden utilizar para propagarse y evadir el sistema inmunológico.
Este popular fármaco parece ser capaz de reducir la frecuencia de la propagación del cáncer por el cuerpo, ofreciendo una nueva perspectiva en la oncología.
Aunque la investigación se encuentra en una fase donde predominan los estudios en laboratorio y con animales, los resultados son suficientemente alentadores.
Incluso como para impulsar ensayos clínicos en humanos, buscando confirmar estos efectos y determinar las dosis y los tipos de cáncer en los que la aspirina podría ser más beneficiosa.
Mecanismos de acción inmunológica
Investigaciones publicadas en revistas científicas de prestigio, como Nature, han arrojado luz sobre cómo la aspirina podría interactuar con el sistema inmunológico para frenar la metástasis.
Un mecanismo clave parece ser la inhibición de la producción de tromboxano A2 (TXA2) por parte de las plaquetas.
El TXA2 es un metabolito que puede suprimir la actividad de las células T, un tipo de célula inmunitaria crucial en la lucha contra las células tumorales. Al reducir los niveles de TXA2, la aspirina podría, en teoría, «liberar» a las células T para que reconozcan y destruyan más eficazmente las células cancerosas circulantes antes de que puedan establecer nuevas colonias tumorales en órganos distantes. Este efecto sobre la inmunidad antitumoral es un área de intensa investigación.
Consideraciones y futuras direcciones
A pesar del optimismo, es fundamental aproximarse a estos hallazgos con cautela.
La aspirina no está exenta de efectos secundarios, siendo el riesgo de sangrado gastrointestinal uno de los más conocidos.
Por lo tanto, la evaluación del balance entre riesgo y beneficio es crucial para cada paciente. Los científicos enfatizan que, aunque los resultados en modelos preclínicos son prometedores, se necesitan más estudios en humanos para validar estos hallazgos y definir guías clínicas precisas.
Futuras investigaciones se centrarán en identificar qué pacientes podrían beneficiarse más de la terapia con aspirina, posiblemente mediante el uso de biomarcadores, y en explorar su combinación con otras terapias oncológicas, como la inmunoterapia, para potenciar sus efectos.
La aspirina, por su bajo coste y amplio conocimiento de su perfil de seguridad general, representa una opción atractiva si se confirman sus beneficios en la prevención de la metástasis en grupos específicos de pacientes con alto riesgo.
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