Javed Iqbal Umayr conocido por el escalofriante apodo de «El Monstruo de Lahore», fue un asesino en serie y pederasta pakistaní que conmocionó al mundo a finales de la década de 1990
Los crímenes de Javed Iqbal, caracterizados por una brutalidad inimaginable que incluyó estrangulamiento, desmembramiento y la disolución de los cuerpos en ácido, expusieron una oscura realidad de la delincuencia en Pakistán y dejaron una profunda cicatriz en la sociedad.
Poco se sabe de los primeros años de vida de Javed Iqbal. Era el sexto de ocho hijos de un empresario y asistió a la universidad, donde fue un estudiante promedio. Abrió un negocio de remodelación de acero y vivía en una villa. Sin embargo, su vida dio un giro oscuro tras verse arrestado y, según sus propias palabras, «agredido» por la policía de Lahore por cargos relacionados con un acto de sodomía con un joven fugitivo.
Este evento, junto con la posterior muerte de su madre, quien «se vio obligada a ver su decadencia», sirvió de catalizador de una macabra venganza. Iqbal confesó que su objetivo era hacer que «100 madres sufrieran y lloraran por sus hijos», tal como su madre había llorado por él.

Los crímenes de Javed Iqbal ocurrieron entre 1998 y 1999. Atraía a sus víctimas, en su mayoría niños fugitivos, mendigos y huérfanos de entre 6 y 16 años, a su casa en Lahore. Una vez allí, los sometía a abusos sexuales y luego los estrangulaba. El método de eliminación de los cuerpos fue lo que más impactó a la opinión pública. Iqbal desmembraba los cadáveres y los disolvía en grandes cubas de ácido clorhídrico, vaciando luego los restos en un río local para borrar cualquier evidencia.

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