¿Te ha pasado que intentas imaginar algo que nunca has visto? Colores que no ves pero sí existen
No importa si estás intentando imaginar una solución o un nuevo color: ¡parece imposible hacerlo! Y después de mucho esfuerzo acabas con algo que se parece a algo que ya existe o que alguien ya lo imaginó. ¿Por qué no podemos imaginar nuevos colores? Imagen superior de Hans en Pixabay
John Locke también era empirista, en este caso seguimos hablando de David Hume. Hume aseguraba que como ya se conocía el color azul, Tingo podría en su mente oscurecer o aclarar los colores más cercanos y obtener el azul faltante sin haberlo visto antes en su vida.
La razón principal por la que no podemos imaginar «colores nuevos» radica en la biología de nuestros ojos y cerebro. Nuestra percepción del color está limitada por la forma en que nuestro sistema visual está cableado.
El ojo humano típico es tricromático. Esto significa que tenemos tres tipos de células fotorreceptoras sensibles al color en nuestra retina, llamadas conos. Cada tipo de cono es sensible a una longitud de onda diferente de luz.

Cuando la luz incide en nuestra retina, estos conos se activan en diferentes grados. El cerebro luego interpreta las señales combinadas de estos tres tipos de conos para crear todas las tonalidades que conocemos. Piensa en ello como una paleta de colores fija con solo tres colores base: rojo, verde y azul. Todas las demás mezclas y matices que percibimos son combinaciones de estos tres.
Nuestro sistema visual solo puede detectar un rango específico del espectro electromagnético, conocido como el espectro visible. Este rango va desde las longitudes de onda más cortas que percibimos como violeta, hasta las más largas que percibimos como rojo. Fuera de este rango, existen otras formas de radiación electromagnética (como el ultravioleta, los rayos X, las microondas, las ondas de radio, etc.) que no tenemos los receptores para captar.
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