Imagina que, por un extraño giro del destino, te regalan un castillo medieval
Torres, murallas, almenas, un foso quizás… ¡el sueño de cualquier amante de la historia! Pero cuando entras por la gran puerta, te das cuenta que : no hay baño, no hay cocina moderna, hace un frío y el eco de tus pasos suena más a película de terror. ¿Podríamos vivir en un castillo medieval? Imagen superior de Gustavo Boulhosa en Pixabay
En este vídeo vamos a ponernos en la piel de alguien que intenta hacer precisamente eso, sobrevivir dentro de una fortaleza del siglo XI ¿cómo se comía? ¿cómo se ?¿cómo se calentaban? ¿de verdad los nobles lo tenían tan fácil? Prepárate para descubrir la otra cara de los castillos, no la de los cuentos, sino la de la vida cotidiana llena de humo, frío, ruidos y algúno que otro roedor noble.
Porque una cosa es admirar un castillo desde afuera cámara en mano y otra muy distinta es intentar hacer vida entre sus muros sin agua, corriente, sin electricidad, con corrientes de aire capaces de apagar velas y ánimos por igual y con una higiene más bien simbólica. Vivir en un castillo medieval no era tarea para cualquiera, pero era imposible.

La arquitectura de un castillo
Cuando pensamos en un castillo medieval la imagen suele ser majestuosa. Torres elevadas, murallas que dominan el horizonte, estandarte sondeando al viento y un puente elevadizo que parece sacado de una novela de caballería. Pero vivir en uno, eso es otra historia. Porque, si bien estos edificios impresionan por fuera por dentro eran fríos, oscuros e incómodos. Lo que para nosotros hoy sería una fantasía medieval, en realidad podría convertirse en una pesadilla de piedra y humedad.
Lo primero que hay que entender, es que los castillos no se construían para ser cómodos sino para resistir asedios, incendios, rebeliones y todo tipo de amenazas. Cada piedra estaba pensada para defender no para decorar, por eso tenían muros gruesos, ventanas pequeñas, puertas estrechas y escaleras en espiral. Pero siempre girando a la derecha para dar ventaja al defensor diestro con la espada. Esto tiene sus consecuencias si decides instalarte allí con mentalidad del siglo XXI.
Entonces te asalta la gran pregunta: ¿realmente podrías vivir en un castillo medieval sin perder la cordura (ni un par de dedos por congelación)?
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