En este vídeo, empezamos con la gran pregunta: ¿por qué envejecemos? Te lo cuento
Desde el momento en que naces… ya estás envejeciendo. Tus células se dividen, tu ADN acumula errores, tus órganos se desgastan… Aunque no lo notes, tu cuerpo ya ha empezado a fallar. Pero… ¿por qué? ¿Está en nuestros genes? ¿Es inevitable? ¿O tal vez podríamos frenarlo? ¿Por qué envejecemos? Imagen superior de Mikhail Nilov
Entender por qué envejecemos no es solo una curiosidad científica: es una de las grandes preguntas de la biología moderna. Por eso, aquí en La Hiperactina, estamos preparando una serie de vídeos sobre el envejecimiento: qué lo causa, qué podemos hacer para vivir más y mejor, y qué está ocurriendo en los laboratorios (y en las industrias) que intentan detenerlo.
¿Qué es envejecer?
Aunque no lo parezca, tu cuerpo está constantemente de reformas. Células que mueren, células nuevas que las reemplazan… Y aunque muchas veces se dice eso de que “cada 10 años renovamos el cuerpo por completo”… no es tan simple. Lo cierto es que no todas las células se renuevan al mismo ritmo: las del intestino, por ejemplo, viven apenas unos días. Y otras, como la mayoría de nuestras neuronas o los óvulos, nos acompañan toda la vida.

El problema es que esas células nuevas no son copias perfectas de las anteriores, y esto es clave. A medida que se multiplican, van acumulando pequeñas alteraciones: errores genéticos, daños provocados por sustancias químicas, o incluso cambios en el entorno celular. Es como si una fotocopiadora empezara a sacar copias cada vez menos precisas. Poco a poco, el cuerpo deja de funcionar como una máquina bien engrasada… y empieza a fallar. Eso es, en esencia, envejecer.
Aunque lo más evidente lo vemos en la piel, el envejecimiento afecta a todo el cuerpo: articulaciones, microbiota… incluso el cerebro, que puede perder hasta un 15 % de su volumen con la edad. Así, a medida que se acumulan errores en nuestras células, el cuerpo va perdiendo recursos para funcionar bien. Poco a poco, los mecanismos de reparación dejan de ser tan eficaces, las funciones vitales se deterioran… y, finalmente, el organismo falla. ¿Cuándo ocurre eso? Pues depende de muchos factores: de tu genética, sí
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