Esta intrigante historia que tiene décadas está por resolverse
Gustavo Cerati no tuvo nada que ver con Diego Fernández Lima, más allá de haber vivido en el mismo lugar muchos años después de los hechos.
Inicialmente las autoridades consideraron que se había fugado de su casa y sus familiares lo buscaron durante años
Todo comienza en 1984, con la misteriosa desaparición de Diego Fernández Lima, un joven de 16 años lleno de sueños, jugador del club Excursionistas.
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Su familia, desesperada, lo buscó por cielo y tierra, pero la respuesta de las autoridades fue desalentadora: «Es una fuga de hogar», les dijeron, y la investigación se estancó.
El tiempo pasó, las esperanzas se desvanecieron, y el caso se conviertió en una herida abierta que nadie puede cerrar.
La familia de Diego, con su dolor a cuestas, siguió buscándolo, siempre con una pregunta sin respuesta.
Saltamos en el tiempo hasta el presente
Los cimientos de una vieja casona en el barrio de Coghlan, una propiedad que en su momento fue vecina de la casa donde vivió el mítico Gustavo Cerati, empiezan a tambalear.
Una constructora trabaja en el lugar, y de pronto, el terreno se desmorona, revelando un secreto oscuro y enterrado.
Entre los escombros y la tierra, emergen restos óseos que parecen haber estado ocultos durante mucho, mucho tiempo.
La noticia de este hallazgo macabro sacudió a la opinión pública
La justicia inició una investigación para identificar al esqueleto. Los forenses se pusieron a trabajar y descubrieron algo impactante: la muerte no fue accidental.
El cuerpo muestra signos de haber sido apuñalado y, lo que es aún más perturbador, intentaron desmembrarlo.
La identificación es la clave
Los investigadores compararon el ADN de los huesos con el de personas desaparecidas en la época y, finalmente, encuentraron una coincidencia perfecta. El perfil genético coincide con el de la madre de Diego Fernández Lima.
La verdad sale a la luz de la forma más dolorosa imaginable
Ese joven de 16 años, que supuestamente había huido de casa, fue brutalmente asesinado y enterrado en un pozo de la propiedad lindera.
El caso, que parecía cerrado para la policía, resucita de sus cenizas 41 años después.
La fiscalía, con la nueva información en mano, siguió el rastro. La pieza que faltaba para unir todo el rompecabezas llegó de manera inesperada.
Un excompañero de colegio de Diego vio las noticias y, al reconocer la historia, se comunicó con las autoridades.
«Cristian Graf vivía en esa casa», dije. Y así, el nombre de un excompañero de clase de Diego, que curiosamente no era amigo de la víctima, se convierte en el eslabón perdido.
Cristian Graf, ahora de 58 años, es el principal sospechoso.
Vivía en la casona en 1984, cuando Diego desapareció, y la posibilidad de que estuviera involucrado en este terrible crimen se vuelve cada vez más fuerte.
Y es así como el caso sepultado junto con los restos de Diego revive para buscar justicia
Ahora, la investigación se centra en desentrañar qué ocurrió exactamente esa noche de 1984 y en por qué un secreto tan atroz fue guardado durante cuatro décadas, justo al lado de la casa que alguna vez fue un templo de la música argentina.
Es fundamental aclarar que Gustavo Cerati no tiene ninguna relación con el crimen, más allá de haber vivido en una propiedad lindera en un momento muy posterior a la desaparición y el asesinato del joven.
Por un lado, el crimen y la desaparición de Diego Fernández Lima ocurrieron en 1984. Gustavo Cerati vivió en la casa de al lado entre los años 2002 y 2003, casi dos décadas después del trágico suceso.
Como puedes ver, los tiempos no coinciden en absoluto. El nombre de Cerati se ha vinculado a esta historia por la cercanía de las propiedades, lo que generó un gran revuelo mediático, pero la conexión es puramente geográfica y no cronológica.
La investigación se centra en el principal sospechoso, Norberto Cristian Graf, quien sí vivía en la casa donde se encontraron los restos en 1984.