Agresividad en las redes: por qué nos ponemos brutos en internet

Ni tan sociales

Entendiendo por qué la agresividad es tan común en las redes

Los motivos detrás de un cambio de personalidad

Agresividad en las redes: por qué nos ponemos brutos en internet

El internet unió al mundo pero también lo dividió. Este espacio que prometía ser una herramienta de conexión se transformó en un campo de batalla donde la violencia digital es real y cotidiana.

Mucha gente es grosera y agresiva en sus comentarios, pero en la vida real, cara a cara, probablemente no serían tan rudos.

Este extraño fenómeno nos invita a preguntarnos qué sucede en el cerebro de una persona cuando se esconde detrás de una pantalla.

Entender el cambio de personalidad es el primer paso para enfrentar un problema que afecta a millones de usuarios.

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Una de las razones principales detrás de este cambio de comportamiento es el efecto de desinhibición en línea.

Cuando una persona interactúa sin estar físicamente presente, se siente más libre para expresar opiniones que normalmente no diría.

La pantalla funciona como un escudo protector. Elimina las consecuencias sociales que tendrías en una conversación de la vida real. No ves la expresión de dolor en la cara de la otra persona. No escuchas su voz temblar. Esta barrera invisible te hace sentir invulnerable y reduce tu sentido de responsabilidad.

Te hace creer que tus palabras no tienen un peso real. Así, un comentario agresivo se vuelve una opción tentadora, una manera de liberar una emoción sin pagar el precio de un conflicto directo.

Es un entorno de riesgo cero donde la cortesía y el respeto se evaporan.

Además, la falta de señales no verbales en la comunicación escrita agrava el problema.

En una conversación en persona, la gente interpreta el 90 por ciento del mensaje por el lenguaje corporal y el tono de voz. Un emoji o un «lol» no son suficientes para transmitir la intención completa de un mensaje.

Un comentario sarcástico puede leerse como un ataque directo. Una pregunta con un tono neutro puede parecer una provocación. Esta ambigüedad nos pone a la defensiva.

La gente tiende a asumir lo peor y a responder de la misma manera. El malentendido escala rápidamente hasta convertirse en un conflicto abierto.

La falta de contexto y de humanidad en la comunicación digital crea un ambiente donde es fácil ser agresivo.

Otro factor importante en la agresividad en las redes son las cámaras de eco

Los algoritmos de las redes sociales nos muestran cada vez más contenido que refuerza nuestras propias creencias.

Esto crea burbujas donde pensamos que todo el mundo piensa como nosotros. Cuando alguien con una opinión diferente aparece, no lo vemos como una persona con otra perspectiva, sino como un intruso o un enemigo.

El cerebro humano se activa para defender a la tribu y atacar al extraño. En lugar de tener un debate, la gente ataca el carácter de la otra persona.

Deshumanizan al oponente para justificar su agresividad. En el mundo real, tendrías que interactuar con personas que piensan diferente.

En las redes, simplemente las bloqueas o las atacas para mantener la ilusión de tu burbuja perfecta.

El anonimato o el seudoanonimato también juegan un papel crucial en la violencia digital

La gente crea cuentas falsas o usa seudónimos que no se conectan a su identidad real. Saben que sus acciones no afectarán su reputación profesional o personal. Esto les da una libertad peligrosa.

Pueden decir lo que quieran sin miedo a ser identificados. El anonimato permite que la gente diga cosas que no se atreverían a decir de otra manera. Este es el lado oscuro de la libertad de expresión, donde el anonimato se convierte en una licencia para el odio y el acoso.

La gente se esconde detrás de un avatar y lanza críticas destructivas que en la vida real ni siquiera pensarían.

El entorno de las redes sociales también te invita a reaccionar rápidamente.

La gente no se toma el tiempo de reflexionar antes de comentar. Un tweet o un post enojado provoca una respuesta impulsiva e irreflexiva.

Esto crea una espiral de negatividad donde cada comentario es más agresivo que el anterior. La gente no tiene la oportunidad de calmarse antes de responder.

En cambio, reaccionan con la misma intensidad que sienten en ese momento. La inmediatez de la comunicación digital nos hace personas más reactivas y menos pensantes.

Finalmente, la gamificación de la interacción en línea contribuye a la agresividad.

Los «likes», «shares» y «retweets» premian los comentarios que son más controversiales o que generan más polémica. Los usuarios aprenden rápidamente que la negatividad atrae la atención.

Esto crea un ciclo vicioso en el que la gente compite por la atención del público. La gente dice cosas cada vez más extremas para sobresalir.

La agresividad se convierte en un juego donde el objetivo es conseguir más interacción, no tener una conversación real.

La agresividad en las redes sociales es real y es un síntoma de un problema mucho más profundo.

No se trata solo de la tecnología, sino de la psicología humana. La pantalla elimina las barreras sociales que nos hacen civilizados en el mundo real.

Es importante que la gente tome conciencia de su propio comportamiento en línea. La próxima vez que sientas la tentación de ser grosero, piensa si dirías lo mismo cara a cara.

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