El 19 de octubre de 2025, el museo más visitado de mundo, con 9 millones de visitantes anuales, se convirtió en el escenario de un nuevo robo.
Una banda de ladrones profesionales y organizados se infiltró en el museo del Louvre de París durante la mañana, en plena ebullición de turistas, y en unos pocos minutos huyeron con una serie de joyas valoradas en más de 100 millones de euros, pertenecientes a la colección napoleónica.
Sin embargo, lo que más ha sorprendido a los expertos ha sido lo que no se llevaron: el diamante de 140,64 quilates, conocido como “El Regente”, y considerado por muchos como el diamante más bello del mundo.
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El robo fue ejecutado a plena luz del día por una banda de criminales que llegó al Louvre en motocicletas. Con sus rostros cubiertos y equipados con una sierra radial, los delincuentes utilizaron una plataforma elevadora desde un camión para acceder a una ventana del primer piso que daba directamente a la famosa Galería de Apolo, en el corazón del museo.
Una vez dentro de la sala 705, los ladrones rompieron dos vitrinas y robaron nueve piezas icónicas del Tesoro Imperial, incluyendo la corona de la emperatriz Eugenia (esposa de Napoleón III), dos collares, dos broches, o dos pares de pendientes con piedras preciosas. Curiosamente, en medio del caos, dejaron caer la corona de Eugenia al escapar (con 1.353 diamantes y 56 esmeraldas), hallada más tarde rota a los pies del museo. Pero, ¿por qué dejaron intacto el diamante Regente, que tiene un valor aproximado de 50 millones de euros?
¿Qué es el diamante Regente?
“El Regente” no es un diamante cualquiera. Con 140,64 quilates, talla cojín brillante y una historia envuelta en sangre, poder y revolución, esta piedra preciosa es una de las más valoradas del mundo. Su claridad, color y simetría han sido elogiadas por expertos y casas de subasta como Sotheby’s. Ha sido testigo de coronaciones, guerras, subastas reales y hasta saqueos revolucionarios. Es, sin duda, una de las piezas más icónicas de la colección de joyas de la corona francesa y también se encontraba en la galería de Apolo del Louvre.
La historia del Regente comienza en 1698, en unas minas de la India. Un esclavo encontró el diamante en bruto, de 410 quilates, y lo escondió en una herida en su pierna para evadir los controles. Al intentar escapar a Madras para venderlo, fue traicionado por un capitán inglés que lo asesinó y vendió la piedra a un comerciante. Su periplo no acabó aquí.
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El diamante terminó en manos de Thomas Pitt, gobernador británico de Fort St. George (miembro del Parlamento después de la ‘Gloriosa Revolución’, en 1689-1690), quien lo envió a Londres oculto en el tacón del zapato de su hijo. Tras dos años de tallado meticuloso, el diamante fue reducido a una gema de 140,64 quilates, con fragmentos menores vendidos por separado.
Finalmente, en 1717, el duque de Orleans, regente de Francia, lo adquirió por 135.000 libras (unos 155.000 euros) para la corona francesa. Desde entonces, el diamante ha sido usado por Luis XV, Luis XVI, María Antonieta e incluso el propio Napoleón Bonaparte, quien lo incrustó en la empuñadura de su espada ceremonial.
Sufrió un robo en el pasado
Durante la Revolución Francesa, el Regente fue robado junto a otras joyas de la corona en 1792. Fue encontrado semanas después escondido en el techo de una casa en París. Fue recuperado posteriormente por Napoleón en 1801.
En el siglo XIX, adornó las coronas de Luis XVIII, Carlos X y Napoleón III, y fue usado como adorno en el peinado de la emperatriz Eugenia. A diferencia de otras joyas vendidas en la subasta de 1887, este espectacular diamante fue considerado patrimonio nacional y se conservó como símbolo de identidad y continuidad histórica. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue escondido en el castillo de Chambord en el valle de Loira (y uno de los castillos más reconocibles del mundo), para evitar que cayera en manos nazis. Tras este conflicto bélico, ha permanecido siempre a salvo en el Louvre.
¿Por qué no han robado ‘El Regente’?
La pregunta es inevitable. Si el diamante es tan valioso, ¿por qué los ladrones no se lo llevaron? Existen varias hipótesis. Una de ellas apunta a la seguridad de la joya; aunque El Regente compartía la sala con otras joyas robadas, podría ser que su vitrina estuviese más protegida, con sensores sísmicos, cristales blindados o incluso anclado de forma estructural. ¿Quizá sea una joya demasiado reconocible?
El Regente no pasaría desapercibido, por lo que sería prácticamente imposible revenderlo en el mercado negro. Y a diferencia de un collar o unos pendientes, no puede desmontarse.
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También podría ser que el motivo haya sido por estar catalogado, fotografiado y monitoreado constantemente. Las piezas que han extraído serían más “líquidas” para el mercado negro. Y eso que, aunque el Louvre alberga otras joyas importantes, como el diamante rosa Hortensia, ninguna posee el prestigio histórico, simbólico y gemológico del Regente, por lo que bien podría ser el objeto más valioso de la colección.
Con información de National Geographic