La polémica incomodidad de juzgar costumbres ajenas
La moralidad no es natural, es cultural. Por lo tanto, lo que en tu casa es costumbre, en la del vecino puede ser una aberración.
De la antigüedad a la actualidad: la evolución de la conciencia
La moralidad es cultural: algo que es malo para ti puede ser normal para otros
Si te gusta el contenido que compartimos, recibe por WhatsApp notificaciones y enlaces a nuestros artículos. Haz clic aquí.
El mundo es un pañuelo enorme lleno de culturas que se cruzan y se repelen. Comprender este abismo entre lo «bueno» y lo «malo» es fundamental. Estos dilemas universales nos obligan a cuestionar nuestros propios fundamentos.
A menudo pensamos que nuestra moral es la única posible, que nuestros códigos son universales e inmutables.
Esta es una ilusión cómoda e infantil. Inocente, por decir lo menos.
Si hacemos un viaje por la historia o por otros rincones del planeta, el panorama cambia drásticamente.
Lo que es una atrocidad para tu cultura, la otra lo practica con total normalidad.
¿Un ejemplo brutal? El matrimonio con menores de edad.
Mientras en Occidente es un delito de abuso, en ciertas culturas es una práctica aceptada, justificada por la tradición o la religión.
El horror que nos produce contrasta con la aceptación cultural que lo rodea.
No se trata solo de países lejanos. Las atrocidades no son exclusivas de nadie.
Así es, la historia de Occidente está manchada con actos que hoy nos parecen inimaginables.
Piensa en la Iglesia Católica.
En su momento, persiguió y llegó a asesinar a científicos por desafiar dogmas o a personas solo por el hecho de traducir la Biblia a idiomas comunes.
¿Una institución de fe cometiendo crímenes? Sí. En ese contexto, era una defensa de la verdad divina.
Hoy, son crímenes contra la humanidad y la libertad de pensamiento.
De hecho, incluso dentro del mismo tronco cultural, lo que es malo hoy, no siempre lo fue.
Los pueblos avanzan a distinto ritmo y no siempre hacia la misma dirección.
Es crucial entender que la moral es un ente vivo, cambiante.
Lo que se hacía antes no necesariamente se hace ahora, incluso dentro de la misma religión. El ejemplo de los antiguos israelitas o judíos que supuestamente sacrificaban a sus primogénitos es un caso escalofriante.
Así es, Abraham a punto de sacrificar a su hijo como una prueba de fe al parecer no era un caso exclusivo.
Era una ofrenda extrema de devoción que luego la propia tradición rechazó y superó.
Porque las culturas tienen la capacidad de depurar sus códigos, de avanzar, o simplemente cambiar.
Sin embargo, no todas lo hacen a la misma velocidad. Hay pueblos que se quedan atrás, manteniendo rituales que a los ojos de otros parecen aborígenes o tribales.
Pero recuerda, en su propia historia, las culturas hoy en día consideradas las «más avanzadas» hicieron exactamente lo mismo.
Pongamos la lupa en prácticas que generan un conflicto ético mundial
Algunas culturas aplican la pena de muerte a la homosexualidad o al adulterio, basándose en interpretaciones religiosas rígidas.
Para un occidental, esto es una violación flagrante de los derechos humanos y un castigo desproporcionado.
Para quienes lo defienden, es la aplicación estricta de una ley divina o comunitaria.
Pero el dilema se hace evidente: ¿Qué debe prelar? ¿La tradición cultural de los pueblos, o una humanidad universal que busca proteger la vida y la libertad individual?
La respuesta no es sencilla, no es tan fácil.
El ejemplo de la mutilación genital femenina en ciertas comunidades de África es un caso paradigmático.
Para ellas, arrancar el clítoris es una norma de iniciación, una manera de asegurar la pureza y reducir el placer de la mujer, cumpliendo un rol cultural.
Para el resto del mundo, es una agresión, una herida irreversible.
Entonces, ¿es un crimen o es una tradición?
Depende de dónde estés, porque la moralidad es cultural…
La tensión entre la regla local y la regla mundial nos golpea de lleno.
Algunos países del mundo árabe ya comenzaron a prohibir el matrimonio con menores, haciendo que esa práctica comience a ser considerada mala por ley, pero aún queda mucho camino por recorrer, todavía se puede en demasiadas partes.
Afortunadamente, el conflicto no siempre es tan dramático como la pena de muerte.
La misma pena de muerte es un excelente ejemplo de diversidad culturar. Algunos países la aplican, otros no.
A veces es simplemente cuestión de etiqueta
Las normas de educación varían enormemente. Para un asiático, sorber ruidosamente la pasta es un signo de que la comida es deliciosa.
Para un occidental, puede ser asqueroso.
Eructar después de comer es un cumplido para algunas culturas y una cochinada para otras.
Incluso temas biológicos se ven afectados.
Por ejemplo, la menstruación es vista por algunas culturas como algo impuro, mientras que para otras es simplemente un proceso natural.
Es fascinante observar cómo nos vemos desde el otro lado del espejo.
¿Qué cosas que hacemos los occidentales parecen terribles a los orientales?
Nuestra individualidad extrema, el desapego a la familia extendida, la falta de respeto a los ancianos o la cultura de las demandas y el litigio constante pueden parecerles un signo de descomposición social.
¿Y qué cosas de las religiones judeocristianas o las religiones bíblicas parecen malas a otros?
Aunque hoy en día las religiones judeocristianas se han suavizado mucho, en el pasado usaban la pena de muerte para crímenes hoy considerados menores, e incluso para conductas que hoy son totalmente aceptadas.
Brujería, adivinación, astrología y otras prácticas que hoy son normales, eran castigadas con la muerte.
La infidelidad y la prostitución podrían terminar en lapidación, esto es, asesinato a pedradas.
Qué pasa hoy en día
La visión binaria del bien y el mal, la obsesión con la culpa y el pecado original, o la fuerte separación entre lo sagrado y lo profano, choca con filosofías más holísticas.
Incluso dentro de la misma tradición, existen diferencias abismales.
Las prácticas de los judíos ortodoxos, como el rigor extremo en el Shabat, la vestimenta o la separación entre hombres y mujeres en la sinagoga, resultan incomprensibles y fuertes para muchos otros en el mundo, incluidos judíos no ortodoxos.
En cuanto a los asiáticos, su nivel de obediencia, su jerarquía social estricta o ciertas prácticas alimentarias resultan cuando menos raras para los demás.
El mundo es enorme, hay demasiadas culturas, y la moralidad tiene un gran componente cultural.
Es un crisol de miles de años de evolución moral distinta. Lo que es bueno ahora, quizá no era bueno antes, incluso para la misma cultura, región y religión.
Y lo que es horrible hoy, tal vez fue un pilar social ayer.
El factor económico afecta la conducta social
Por ejemplo, un país explota sus recursos naturales para obtener beneficios, pero al mismo tiempo hace daño al planeta.
¿Qué debe prelar? ¿Las necesidades inmediatas de ese país, o el bien del planeta?
Este es el caso de la minería, el explotación petrolera e incluso la caza de especies en peligro como los gorilas.
La humanidad avanza, lenta pero inexorablemente, hacia una moralidad compartida, donde lo malo sea simplemente malo en todos lados.
Sin embargo, no hemos llegado ahí.
Tenemos dos reglas: las locales, que son la costumbre, y las mundiales, que son los derechos humanos universales.
Así que el debate sobre cuál debe prelar es el gran dilema del siglo.
Si te gustó este artículo sobre Moralidad cultural, dilemas universales, seguro te gustará este que explica los nivelesde realidad que existen
Opinión no es realidad ni hecho pues hay niveles de refutabilidad
¿Qué piensas tú sobre este conflicto? Queremos conocer tu opinión. Déjanos tu comentario más abajo en los comentarios.