Los cambios en la atmósfera causados por las emisiones de dióxido de carbono podrían aumentar la cantidad de basura espacial que permanece en órbita
La cantidad de basura espacial dispersa por la órbita circunterrestre se duplicará para 2030.
Desde que los seres humanos aparecimos en el planeta no hemos dejado de modificar nuestro entorno.
Primero con la caza, luego domesticando plantas y animales para nuestro beneficio, también al usar el fuego: todas esas acciones, aparentemente pequeñas, hechas por nuestros antepasados comenzaron a modificar el ambiente.

Luego la Revolución Industrial marcó un hito en muchos sentidos: desde entonces los seres humanos hemos contribuido significativamente a que suba la temperatura del planeta.
Y desde hace unas décadas nuestra influencia en el ambiente se ha extendido un poco más y ha llegado al espacio.
Tiradero de basura orbital
Podemos decir, que hasta mediados del siglo XX, los seres humanos nos habíamos dedicado a modificar solamente el ambiente más cercano y la órbita de la Tierra estaba completamente limpia.
Pero eso cambió en 1957 cuando la Unión Soviética lanzó el primer satélite artificial, Sputnik 1: el primer objeto humano en estar en la órbita baja de la Tierra, que además inició la carrera espacial, entre la URSS y EE. UU.
Ese pequeño satélite, una esfera metálica de apenas 58 centímetros de diámetro, con cuatro antenas, fue funcional poco tiempo: sus baterías duraron unas tres semanas y sabemos que cayó de vuelta a la Tierra en 1958.
Aunque los satélites actuales por supuesto tienen vidas útiles mucho mayores que el Sputnik 1, en algún punto dejan de funcionar.
Pero no es que podamos bajarlos y llevarlos a un tiradero de basura: su destino es seguir ahí, orbitando, hasta que en algún momento, caen.
En general la basura espacial tiene un decaimiento orbital, es decir que se va desacelerando, por su contacto con la atmósfera y así puede caer a la Tierra.
Además la fricción con la atmósfera hace que los pedazos se desintegren o se hagan más pequeños.
Cambio climático y atmósfera
La historia del cambio climático sin duda es mucho más antigua que la basura espacial: comenzó cuando hicimos extensivo el uso de combustibles fósiles.
Quemar carbón o derivados del petróleo ha incrementando la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera: un gas de efecto invernadero.
Ese gas ya existía naturalmente y cumplía la función de mantener una temperatura adecuada, porque evita que se escape el calor del Sol que llega a la Tierra.
Por eso, demasiado dióxido de carbono en la atmósfera aumenta la temperatura del planeta.
Pero ahora sabemos que ese no es el único problema: hay evidencias de que más dióxido de carbono disminuye la densidad de la atmósfera.
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