El Milagro de Guilford, una pequeña ciudad de cuentos

En septiembre de 1726 el cirujano John Howard, que ejercía en Guilford (Inglaterra), recibió un curioso encargo: asistir en el parto a una mujer que estaba dando a luz conejos

En 1726, Inglaterra quedó impactada por lo que muchos calificaron como el “Milagro de Guilford”. Fue en esa población donde tuvo lugar uno de los más extraños casos que se han conocido y que provocó el sonrojo de varios médicos.

En septiembre llegó a la corte del rey Jorge I la noticia del supuesto nacimiento de varios conejos de Mary Toft (1703-1763) de Godalming, cerca de Guildford, en Surrey.

La sorprendente historia de un estrambótico suceso que mantuvo en vilo a todo un país que quedó dividido entre partidarios y detractores, y cuyas consecuencias han llegado hasta nuestros días en forma del espectáculo más representativo del mundo del ilusionismo.

El incidente de Mary Toft

Estamos en un campo de labranza de la Inglaterra de abril de 1726 y allí, trabajando por un mísero jornal, nos encontramos con Mary Toft, una campesina veinteañera de complexión rolliza, madre de tres hijos, que está dedicada a sus quehaceres diarios.

De pronto, la señora Toft atisba un enorme conejo de más de dos metros que la observa fijamente.

La campesina mira a su alrededor y comprueba dos cosas: que está completamente sola y que no está soñando.

El conejo, sin dejar de mirarla avanza de manera decidida hacia su posición y para sus adentros la mujer se consuela pensando que jamás se ha oído que un conejo ataque a un ser humano.

Mary Toft en un retrato de la época

Mary Toft y la violación conejil

Sin embargo, el conejo aunque al principio se acerca con cierta cautela a la asombrada campesina, en el último momento y en una serie de rápidas y ágiles maniobras se le abalanza encima.

Tras unos breves momentos de lógico desconcierto quedó claro que la intención del enorme conejo no era matarla, sino más bien poseerla sexualmente.

Ante la resistencia de la campesina, el enorme conejo la agarró con fuerza, la cargó en los hombros y se la llevó bosque adentro donde la poseyó dando lugar al primer testimonio de violación de una persona por parte de un conejo de la historia.

Tiempo indeterminado después del asalto, la señora Toft despertó de su desmayo y se puso a caminar en busca de una salida de aquel bosque y volver a su casa en Godalming, una localidad en el distrito de Waverley, condado de Surrey.

La noticia corre por Godalming

Tras una larga y penosa caminata pudo llegar a su pueblo, y en la entrada del mismo estaban una vecinas charlando que al verla llegar en muy alterado estado se interesaron por ella y Mary Toft les relató su extraño incidente.

El insólito asunto del abuso sexual conejil, como no podía ser de otra manera, corrió por el pueblo como la pólvora y durante semanas en Godalming no se hablaba de otra cosa.

Y no era para menos…

Llegados a este punto del relato es necesario recalcar que a pesar de su analfabetismo y cierto “carácter flojo”, la familia Toft y en especial la propia Mary tenían una reputación intachable en el pueblo; no se le conocía afición por las bromas ni nunca nadie la había oído fantasear ni faltar a la verdad.

Hombres armados empezaron a patrullar el pueblo y a Mary le empezaron a pasar “cosas”.

Por ejemplo, desde el día del “encuentro” cada noche soñaba con camadas de pequeños conejitos y, además, se le disparó una irresistible apetencia por comer conejo a todas horas y guisado de todas las maneras imaginables.

Como suele ocurrir, el paso del tiempo fue diluyendo las habladurías de la gente y poco a poco la historia del conejo que violó a Mary Toft empezó a olvidarse de manera gradual.

Primeras consecuencias del incidente

Pero cinco meses después Mary empezó a sentir un fuerte dolor acompañado de una copiosa hemorragia vaginal que culminó con la expulsión de una masa sanguinolenta que la propia Mary definió así:

“Algo grande como mi brazo, un nacimiento realmente monstruoso“.

Varias semanas después se repitió el aborto y tras sentirse muy enferma fue llevada a casa de su suegra que era comadrona, la cual certificó que en su casa había expulsado otro feto sanguinolento pero que según sus conocimientos, su nuera, a pesar de los abortos anteriores, estaba embarazada.

Se requirió la presencia del Doctor Howard, un prestigioso médico de la vecina Guilford, que tras un examen a la enferma salió con dos noticias: La primera era que la paciente estaba fuera de peligro y sin dolor.

La segunda se la comunicó en un aparte al marido:

Hay vida en su vientre, felicidades, va usted a ser padre”.

Un mes después, el Doctor Howard fue llamado de nuevo a la casa para asistir el parto.

Tras el largo proceso de alumbramiento se abrió la puerta del dormitorio y el doctor se dirigió al nervioso marido con algo en los brazos.

– Su esposa ha parido… ha dado a luz… cuatro conejos…

Antes de que el asombrado marido pudiera pronunciar palabra, el médico fue llamado a voces desde la habitación a la que se metió cerrando la puerta tras de sí dejando a un estupefacto marido con cuatro conejitos en su regazo.

Cuando se abrió de nuevo la puerta el médico entregó un quinto conejo al desencajado marido.

El Milagro de Guilford, una pequeña ciudad de cuentos

Nace el Milagro de Guilford

La noticia tardó bien poco en llegar hasta el último rincón de Goldaming y de allí al resto de Surrey hasta alcanzar por completo a toda Inglaterra acaparando titulares en la prensa del ya conocido como “Milagro de Guilford”.

El Doctor Howard escribió cartas a colegas suyos para pedirles ayuda en el caso de Mary Toft y el asunto empezó a discutirse seriamente en el ámbito científico polarizándose las opiniones favorables y contrarias a lo largo y ancho del país.

Y, mientras tanto, ¿qué ocurría en el hogar del matrimonio Toft?

Pues otro parto de Mary hizo al señor Toft padre de siete conejos más.

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