La consciencia surgió hace 500 millones de años y está implicada en la explosión cámbrica que expandió la vida en la Tierra. Las primeras formas de consciencia surgieron en organismos multicelulares complejos a partir del aprendizaje para la supervivencia

Simona Ginsburg y Eva Jablonka -investigadoras israelíes- rastrearon el origen de la consciencia en nuestro planeta; y determinaron, que tiene una antigüedad de 500 millones de años.
«Durante la explosión cámbrica comenzó a formarse un evento que definió el mundo, solo comparable con el origen de la vida»; escriben en un artículo publicado en la revista del Institute of Art and Ideas (IAI); una organización artística fundada en Londres en el año 2008, dirigida por el filósofo post-realista británico Hilary Lawson.
El origen de la consciencia y la vida
El trabajo llega a una conclusión básica: la consciencia está enterrada profundamente en el registro evolutivo de la historia de la vida en nuestro planeta.
Su teoría sobre el origen de la consciencia se inspira en el método científico que sirve para determinar la transición desde la no vida a la vida en la Tierra
Las investigadoras establecieron un conjunto de criterios para la consciencia mínima y un marcador de identificación único que se ajusta a ellos. Este marcador impulsó la súbita expansión de la diversidad biológica en nuestro planeta y proporciona una respuesta a la pregunta de qué organismos tienen consciencia.
¿Cómo empezó todo?

La aparición de la consciencia es una consecuencia natural de la evolución de la vida; a medida que se hace más compleja, necesita más requisitos para la supervivencia, que implican diversos niveles de consciencia. Analizaron las características que la mayoría de los investigadores de la consciencia considerarían suficientes para que el sistema biológico más simple se considere consciente.
Esas características se refieren a la capacidad de percibir y analizar acciones y objetos; reunir información de diferentes sistemas cognitivos, evaluar su interés y seleccionar los datos más prácticos; representar y adaptarse al entorno y, sobre todo, de aprender a partir de la experiencia.
Seguidamente, establecieron un marcador de transición evolutiva entre la no consciencia y la consciencia; similar al que marcó la transición de la no vida a la vida; según los criterios establecidos por el químico húngaro Tibor Gánti (1933-2009), quien definió la naturaleza mínima de la vida.
Aprendizaje, la clave para determinar el origen de la consciencia
Ese marcador de transición evolutiva lo denominan Aprendizaje Asociativo Ilimitado (UAL); determina la capacidad de un organismo para discriminar y alterar patrones de estímulos sensoriales, así como de aprender por asociación utilizando estímulos conocidos previamente.
Los animales con Aprendizaje Asociativo Ilimitado pueden asignar valor a estímulos nuevos y secuencias de acción; recordarlos y utilizar lo aprendido para el aprendizaje posterior (futuro) de segundo orden: por ejemplo, un patrón de sonido que predice peligro.
Las investigadoras consideran que UAL es el marcador evolutivo de la consciencia mínima (de la experiencia subjetiva); porque permite rastrear sus orígenes evolutivos, el contexto ecológico en el que evolucionó y sus efectos evolutivos.
La ingeniería inversa aplicada desde esta capacidad de aprendizaje asociativo al sistema subyacente que la habilita, revela que este sistema habilitador tiene todas las propiedades y capacidades que caracterizan la consciencia, explican las investigadoras en This View of life, otra revista de culto especializada en la evolución.
Concluyen que la evolución del aprendizaje asociativo ilimitado fue la que impulsó la emergencia y evolución de la consciencia; y que la arquitectura cognitiva del aprendizaje complejo en los organismos vivos, constituye la base de la consciencia de los sistemas biológicos.
¿Cuándo empezó todo?
El siguiente paso de su trabajo ha sido determinar cuándo ocurrió la transición de la no consciencia a la consciencia, a partir de analizar registros fósiles que permitieran determinar las capacidades de aprendizaje en los primeros estadios evolutivos de la vida.
«El registro fósil nos dijo que, en los artrópodos y vertebrados, las estructuras cerebrales que podrían sustentar la UAL y la consciencia aparecieron por primera vez durante la era Cámbrica, un período geológicamente corto, que comenzó hace 542 millones de años y terminó hace 485 millones de años», escriben las investigadoras en su artículo del IAI.
Y añaden: «esta era se llama acertadamente la expansión del Cámbrico, porque fue durante este período cuando casi todos los filos de los animales existentes en la actualidad se originaron y se diversificaron.»

Los moluscos cefalópodos fueron de los primeros organismos en disponer de una arquitectura cognitiva capaz de manifestar consciencia
«Descubrimos que, aunque los cerebros de estos animales son anatómicamente muy diferentes, tienen unidades funcionales similares que generan modelos del mundo; un sistema de memoria que puede almacenar representaciones compuestas, y un sistema integrador y flexible que las evalúa y actualiza», explican en su artículo.
Más de una vez
Tanto el Aprendizaje Asociativo Ilimitado (UAL), como la consciencia, parecen haberse originado más de una vez y que las primeras emergencias del UAL son realmente muy antiguas
Y añaden: «esta arquitectura cognitiva nos da una pista sobre la función de la consciencia mínima; permite al organismo tomar decisiones dependientes del contexto que se basan en sus percepciones y motivaciones experimentadas subjetivamente.»
Sugieren que el Aprendizaje Asociativo Ilimitado fue una estrategia de adaptación que amplió drásticamente la capacidad de los animales para aprender a explotar nuevos recursos ambientales durante su vida; por lo que estiman que fue uno de los factores que impulsó la expansión cámbrica.
«Desde entonces, la evolución animal ha sido guiada e impulsada por las percepciones, motivaciones, aversiones, apetitos y elecciones de aprendizaje de animales conscientes. Los patrones motores y sociales, como: los adornos seductores de los pavos reales machos; los cantos inquietantes de los ruiseñores y las ballenas; los elaborados patrones de advertencia; la atracción y el camuflaje de insectos y los ricos colores y olores de las flores, no existirían, si no fuera por la capacidad de aprendizaje de animales conscientes para discriminar entre compañeros, cooperadores, competidores y especies de presas y depredadores. La vida estaría muy empobrecida sin consciencia», concluyen Ginsburg y Jablonka.
Referencia:
The origin of consciousness. Identifying the evolutionary markers of when consciousness exploded (El origen de la consciencia. Identificando los marcadores evolutivos de cuándo explotó la conciencia). Simona Ginsburg, Eva Jablonka. IAI, 20th August 2021.
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