El sistema inmune activa un campo de batalla en defensa del cuerpo

El sistema inmune.

Siempre estamos en contacto con elementos patógenos.

Sin embargo, nos mantenemos sanos gracias a nuestro sistema inmune o inmunitario.

El sistema inmune se forma de órganos, tejidos, 21 células inmunes y proteínas.

Todos laboran de forma conectada.

El sistema inmune: Una fortaleza del organismo

La piel es la primera línea de defensa del cuerpo junto con diversas secreciones.

La saliva y el sudor, por ejemplo, no solo son una barrera.

Contienen enzimas y pH que pueden matar a los agentes invasores.

Son eliminados por los ácidos estomacales y hasta por el oxígeno en la sangre.

Los enemigos que no logran ser reducidos son detectados, entonces, por los fagocitos.

Se dedican a devorar todo lo que les parezca extraño.

Los agentes patógenos son identificables por los azúcares en sus membranas.

Pero los virus se reproducen dentro de las células y los fagocitos no pueden acabar con ellos.

Ahí es cuando intervienen las células NK, que detectan a sus pares con virus.

Producen lo que se llama perforina, que vulnera la célula extraña y la liquida.

Los fagocitos y las células NK se encargan del combate durante cuatro días.

El sistema inmune: Una guerra de estrategias

¿Qué pasa si la situación no mejora durante ese lapso?

Alertadas por los fagocitos se presentan en escena las denominadas células T auxiliares.

A su vez estas, que fungen como instructoras, convocan a las células B y T.

Las células B liberan la proteína plasma B.

El nombre por el cual conocemos comúnmente al plasma B es anticuerpo.

Cuando entran en acción los anticuerpos inmovilizan a los patógenos.

Por su parte, las células T emplean perforina en su rol combativo.

Luego de la refriega, las células B y T se transforman en células de memoria, capaces de recordar para siempre cómo vencer al enemigo.

Las plasma B hacen lo propio aunque con menos facultades.

Barrera del organismo

Cuando nacemos no se ha desarrollado el sistema inmune.

A través de la leche materna obtenemos anticuerpos.

Al ir el hombre creciendo desarrolla sus propios anticuerpos y células de memoria.

Algunos científicos alegan que una de las mejores formas de establecer un sistema inmune resistente es permitir que los niños se expongan a elementos extraños.

Por ejemplo, ensuciándose en sus juegos.

Eso redunda en la creación de células de memoria.

Un factor importante para instaurar un sistema inmune preparado son las vacunas.

Virus y bacterias atenuados o muertos sirven de entrenamiento al organismo para crear anticuerpos sin enfermarse.

Aunque cuando el agente patógeno no es común la protección se pierde gradualmente.

Por eso existen los refuerzos a las vacunas.

Nada es perfecto

El sistema inmune tiene sus bemoles: es capaz de equivocarse.

Tenemos el caso de las alergias.

Las alergias se producen cuando el sistema inmune reacciona ante lo que no es realmente amenazante.

En el caso de las enfermedades autoinmunes eso se explica porque el sistema inmune se confunde.

Cree que sus propias células le son ajenas.

Otra verbigracia que debemos considerar la constituye el VIH, virus que ataca a las células T auxiliares, las que actúan como maestras.

Al ausentarse las células T auxiliares, no hay una respuesta inmune especializada.

Por eso, los pacientes con tal síndrome son susceptibles a cualquier infección.

En conclusión, diremos que el sistema inmune trabaja toda la vida.

En su beneficio hay que comer bien, realizar ejercicio y observar las debidas horas de sueño.

Tomado de CuriosaMente, Wikipedia.

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