Adicciones extrañas: verdaderas excentricidades +Video

Desde beber gasolina, comer cenizas de muerto y oler pañales usados. El asombro y el asco se mezclan en una lista realmente perturbadora.

Las adicciones más extrañas. Verdaderas excentricidades.

Desde muñecas de goma a pañales sucios.

Lo más extravagante y escatológico que tu mente pueda imaginar.

Son realmente cosas producto de mentes no muy en su sano juicio.

Conozcamos las diez adicciones más raras del mundo.

Las adicciones más extrañas: Muñecas sintéticas

Un hombre de 40 años de edad está profundamente enamorado de mujeres falsas .

Se hace conocer como Davecat. Vive en Detroit, Estados Unidos.

Y no me refiero a implantes de seno o extensiones de cabello sino a muñecas sexuales.

Ahorró por más de un año para comprarle una que le costó más de 6 mil dólares.

La llamó Sidore Kuroneko y según él le gusta mantener conversaciones con ella y sobarle los pies.

Además, adquirió otra que bautizó Elena Vostrikova para que le haga compañía a Sidore mientras él se va al trabajo.

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Las adicciones más extrañas: Comer papel higiénico

Extrañamente existen personas a las que les fascina consumir papel toilet en bolitas como si fueran cotufas.

Kesha es una mujer de 37 años que ha desarrollado esta manía desde que era niña.

Aparte de comer el papel higiénico en la tranquilidad de su casa, también lo hace mientras conduce su automóvil.

Igualmente, en el supermercado y hasta en el cine.

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Las adicciones más extrañas: Talco para bebés

Jade es una mujer de 28 años que es adicta a inhalar talco para bebés.

Ella dice que sus amigos estaban convencidos de que era farmacodependiente, porque en su domicilio vieron polvo blanco por todas partes.

Afirma que su hábito comenzó desde muy joven, cuando derramó el polvo y lo aspiró por error.

Ella estima que hasta el momento ha inhalado media tonelada de talco.

Insiste en que eso no es un problema y que, hasta la fecha, no le ha encontrado efecto secundario alguno.

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Las adicciones más extrañas: Comiendo un difunto

Casie, de 27 años, perdió al amor de su vida en el 2011 debido a problemas respiratorios.

Después de que el hombre fuera cremado, se acostumbró a llevar las cenizas de su marido por todas partes.

Pero un día las cosas fueron más allá cuando abrió la bolsa que contenía las cenizas y sus dedos quedaron impregnados del polvo.

Decidió probarlos y desde entonces ha sido incapaz de detenerse.

A pesar de que las cenizas tienen un sabor a huevos podridos, arena y papel de lija, ha desarrollado un gusto por el «polvo de la muerte».

Seguramente, hoy en día ya se lo acabó todo.

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Las adicciones más extrañas: Pelo de gato

Liza es una mujer de 43 años que es adicta a comer pelo de gato desde la adolescencia.

No puede pasar más de dos horas sin ingerir pelos.

Consume tres bolas de pelo al día y según ella la sensación es muy relajante.

La fémina se come el pelo que extrae al peinar a los mininos pero hay momentos en las que prefiere lamer al animal.

Oler chicles masticados

Ryan no solo colecciona y huele sus propios chicles sino que prefiere los que con masticados por otras personas.

Su rara pasión lo lleva a desprender chicles que son pegados bajo las mesas, bancos o hasta en la calle.

Una vez que los recolecta, los mete en una bolsa que aspira durante horas.

Gomaespuma

Adela es una mujer que no puede dejar de comer la gomaespuma que viene dentro de las almohadas o sofás.

Su obsesión la hace llevar pedacitos de gomaespuma en su cartera como si fueran caramelos.

Todo empezó cuando tenía 10 años y un primo le dijo que deglutiera el relleno de un cojín por pura diversión.

Ese día marcó su destino llevándola a una relación de dos décadas con la gomaespuma.

Beber gasolina

Shannon es una joven que ingiere gasolina. Es como si se tratara de un automóvil.

Según ella, bebe hasta doce cucharaditas al día.

Afirma que le provoca emoción al principio, pero que luego le quema la parte posterior de la garganta.

A pesar de ellos, no puede dejar de hacerlo porque si no entra en pánico.

Pañales sucios

Una mujer de 22 años de Queens, Nueva York, es adicta a coleccionar, oler y masticar pañales sucios.

Según ella tienen que tener orina.

Los que están más mojados huelen mejor.

Recaba pañales de sus amigas y hasta de extraños.

A la fecha, ha probado más de 25 mil pañales.

Sangre humana

Esto es lo más cercano a un vampiro.

Michelle, de 29 años, es adicta a probar sangre tanto humana como de cerdo.

Se estima que ha bebido más de 4.500 litros. Eso equivale a 900 personas, si se tratase de un vampiro.

También se encuentra Julie, un caso muy parecido.

Testifica que desde una vez que le mordió el labio su novio, ingirió su sangre y no dio vuelta atrás.

Sin duda, una lista que revela insólitos comportamientos en los cuales puede incurrir el ser humano.

Tomado de Doc Tops.

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